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Género en vía de extinción

Mientras se avanza en tecnología de la comunicación la televisión pierde tesoros creativos del periodismo visual.

17 de noviembre de 2003

Muchas veces son inexplicables los fenómenos en televisión. Nadie discute que hoy, con los canales privados, hay más recursos y más tecnología que en los tiempos de la televisión mixta. Tampoco se puede dudar de que en Colombia abundan los temas para investigar. Sin embargo los espacios periodísticos son ahora más escasos que nunca. Sólo ocupan 8,5 por ciento del tiempo diario de la rejilla un día laborable y 6,5 por ciento de la de los fines de semana. Se cuentan con los dedos de una mano: Lechuza y Contacto directo de Caracol; La Noche y Primera Línea de RCN y Pregunta Yamid y Contra vía del Canal Uno.

Los años 80 fueron, sin embargo, un semillero de creatividad en este sentido. El pionero del periodismo moderno en la televisión colombiana fue Enviado Especial, que duró 20 años al aire, de Germán Castro Caycedo, quien viajaba por todo el país en busca de historias para relatar en sus apasionantes crónicas. Otro esfuerzo del género fue Testimonio, de Punch, que nació en 1986. Fue un programa de análisis y opinión con una cuidadosa investigación. "Los colombianos vieron a través de 'Testimonio' que a pesar de la politiquería y el pillaje hay muchas razones para progresar", afirma Jairo Pulgarín, quien fuera uno de sus directores.

En 1992 aparece Expediente, de Cenpro Televisión, bajo la dirección de Antonio Morales. "Se propuso socavar la imagen de la realidad colombiana para darnos la otra cara de la postal pintoresca y almibarada que nos han vendido: una Colombia amarga, cruda, desencantada, no apta para turistas", como lo describe Morales en el libro Expediente censurado. Otros logros fueron Descubriendo, de Patricia y Gloria Cecilia Gómez, y Personajes con Plinio Apuleyo Mendoza, entre muchos otros.

Los formatos de hoy se encargan de ahondar en la información diaria y de ofrecer nuevos elementos para el análisis de las noticias. Los de la televisión privada tienen un formato alrededor de un set, invitados de la actualidad nacional y un conductor o conductora. Cuentan con el arrastre de audiencia de un prime time lleno de telenovelas. Lechuza marca un share medio para 2003 de 31,4 por ciento y la fidelidad de 495.000 televidentes, y La Noche marca un share de 24,5 por ciento, junto a 381.000 televidentes. Su público tiende a ser femenino y mayor de 25 años.

Los actuales periodísticos tienen el mérito irrefutable de manejar la coyuntura con gran destreza: logran sentar en su estudio desde el ministro que renunció esa mañana hasta el cantante que se acaba de ganar el Grammy. Se queda, sin embargo, cortos tanto en investigación, como en imagen. Se parecen demasiado a los programas radiales matutinos. Claudia Gurisatti, directora de La Noche, opina que "la televisión ha cambiado. Ahora tiene intereses más comerciales y la competencia es distinta. Es más difícil sacarle rentabilidad. Por eso se busca el 'rating', pero un 'rating' masivo, no selectivo".

Otras críticas son comunes a casi todo el periodismo colombiano de hoy: demasiadas fuentes oficiales, falta de diversidad de voces y muy centralistas. De todos modos son las únicas flores raras en el escenario de la televisión y esfuerzos valientes que miran más a fondo las cosas.

Ojalá su ejemplo se expandiera y los canales privados, que tienen con qué, se metan en serio a hacer periodismo investigativo de televisión. Mucha falta que le hace a este país entender mejor lo que le está pasando.