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GODZILLA

La crítica estadounidense ha descrito el fracaso de esta cinta en una frase: "El guión sí importa".

17 de agosto de 1998

Su solo nombre es ya una leyenda en la imaginería popular japonesa. Pero desde que apareció en el celuloide, a mediados de los años 50, el gigantesco lagarto destructor de ciudades pasó a ser el paradigma del terror barato en las pantallas del mundo, mucho antes de que a Steven Spielberg se le ocurriera revivir a los dinosaurios en Parque jurásico.
Quizás influenciado por las propias criaturas de Spielberg, el director Ronald Emmerich quiso resucitar ese gigante dormido, aprovechando toda la tecnología digital de la actualidad. El resultado es Godzilla, película con la cual Emmerich se propuso superar el taquillazo de Día de independencia.
Tal y como ocurrió en su anterior realización con los platillos voladores de más de 30 kilómetros de diámetro, la sensación de inmensidad parece ser el único ingrediente virtuoso de un director obsesionado con el tamaño. El sonido de las pisadas, las huellas sobre la tierra y su aparición en Manhattan en medio de una ola gigantesca hacen de Godzilla en realidad una criatura escalofriante. Sólo que esta impresión se agota cuando comienza la acción. La crítica estadounidense ha aprovechado el eslogan de la película, según el cual "el tamaño sí importa", para resumir el fracaso de la cinta en una frase similar: "El guión sí importa". Y la verdad es que, superado el deslumbramiento por los efectos especiales, Godzilla es fácilmente la película de acción más aburrida en muchas décadas.
El público suele ser condescendiente con este tipo de películas, pues al fin y al cabo quien va a ver Godzilla sólo puede tener el propósito de divertirse. Pero aun así la cinta de Emmerick es toda una decepción, pues en medio de tanta pirotecnia tecnológica dedicada a la destrucción de Nueva York por un monstruo generado a raíz de los ensayos atómicos en el atolón de Mururoa (¡qué argumento!), Godzilla no es capaz de ofrecer una sola secuencia emocionante. Un verdadero desperdicio de presupuesto.