"HAGO TEATRO POR IMPULSO EROTICO"
Juan Monsalve director del grupo de teatro Acto Latino, habla con SEMANA sobre su trabajo impresiona a los visitantes
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"Si a todos nos importa comer inmediatamente, mucho más nos importa no malgastar en la sola preocupación de comer inmediatamente nuestra simple fuerza de tener hambre". Llenando de glóbulos rojos la anterior sentencia de Artaud, el grupo de teatro Acto Latino sostuvo con innumerables e importantísimas actividades teatrales, durante nueve de los doce meses del año pasado, una casa que en 1984 no volverá a abrir sus puertas. A raíz de esta circunstancia, Juan Monsalve, su director, expuso para SEMANA sus conceptos, inquietantes y de seguro polémicos, sobre su trabajo en 1983 y sobre la situación actual del teatro colombiano.
SEMANA: ¿Personalmente, cómo concibe la trascendencia que puede tener el teatro?
JUAN MONSALVE: Para mi la forma mas alta del teatro es el teatro sagrado. No es un asunto mistico, ni de moda orientalista. Creo que el teatro, en el más alto sentido de la palabra, sólo es producto de desarrollo de una civilización y mientras en América Latina siga reinando el caos en que estamos, que es, a la vez, nuestra materia prima, es imposible exigirle al teatro un sentido diferente. Sin embargo, se notan algunos cambios en nuestra recientísima historia teatral porque si hay alguna revolución que se pone al orden del día, a mi modo de ver, es una revolución del espíritu. Yo creo que allí se puede ubicar la fuente de este pensamiento donde el arte no se ocupe ya de las instancias materiales más inmediatas del hombre, sino de unas instancias más profundas que puedan dar principio a toda una serie de cambios. El arte que hacemos intenta dar una respuesta a ese impulso vital.
S.: Sus últimas obras están propuestas como teatro no verbal. ¿Qué relación tiene esta forma teatral con esta posición que ha asumido?
J.M.: Toda nuestra historia anterior es de teatro verbal y si hemos hecho dos obras de teatro no verbal no quiere decir que nos hayamos inscrito en ese tipo de teatro. Se trata fundamentalmente de un proceso que nos llevó a hacer una crítica radical de la retórica para reencontrar el cuerpo. El caso de "Historias del silencio" fue ese. Al cortar con el texto verbal nos vimos en la obligación de crear textos gestuales en rigor, de crear con el cuerpo una gramática con unas leyes propias y eso fue un principio de descubrimiento del cuerpo y de un lenguaje, que es lo más difícil de lograr. Por otra parte, hemos aprendido en los ultimos años a distinguir dos cosas: unas técnicas cotidianas y otras extracotidianas. Esto para nosotros es una clave porque la reproducción de las técnicas cotidianas lo que hace es embaucarnos nuevamente en la retórica, o en la demagogia, o en la enajenación. Por lo tanto, el rompimiento de lo cotidiano nos parece una de las claves para el tratamiento del cuerpo y del texto.
S.: ¿Cómo se traduce teatralmente ese rompimiento? Con respecto al cuerpo, por ejemplo.
J.M.: Octavio Paz plantea que esta época no tiene una imagen del cuerpo. Pienso que ese problema es esencial porque no tener una imagen del cuerpo equivale a no tener cuerpo y si el teatro no contribuye a develar esa imagen yo no sé qué más pueda hacer hoy día. Porque el teatro que se fundó sobre la psicología parece ser que ha cumplido ya su ciclo histórico y el teatro que se fundó sobre la política también. Hoy aparecen nuevos teatros fundados sobre la Antropología, como el de Eugenio Barba, que se abocan a la búsqueda de esa imagen del cuerpo. Por eso mismo, para nosotros lo que hay hoy día en Colombia, para utilizar la categoria de Brook, es teatro tosco, hecho con intenciones inmediatas, políticas o culturales, o teatro mortal, comercial, lo malo. Un teatro que se plantee el problema de la géstica, o el problema de la acción misma, no existe y ese es el campo de investigación que estamos abordando a través de nuestros espectáculos.
S.: Este año usted va a llevar a escena "Edipo Rey", con el patrocinio de Colcultura. ¿Cómo va a enfrentar el montaje con actores que no forman propiamente un grupo homogéneo?
J.M.: Precisamente lo que estoy haciendo de un tiempo para acá es no contar con la experiencia de la gente porque, para decirlo rigurosamente, esa experiencia para mi no es teatro Para mi el teatro es algo muy particular que se escribe bajo unas leyes muy estrictas y rigidas y uno como director escoge su propia gramática: donde no hay gramática no hay lenguaje, y donde no hay lenguaje no hay arte, asi, de sencillo.
S.: ¿Bueno, y del patrocinio de Colcultura qué puede decir? Esto podría llevarnos a hablar de la participación del Estado en el arte.
J.M.: El problema de los presupuestos se está discutiendo y las obras se presentarán en octubre. Sobre el patrocinio, en general, el Acto Latino tiene un auxilio que ahora van a aumentar, pero sigue siendo insuficiente.
S.: ¿Cree usted que Colcultura tiene una política clara respecto del quehacer teatral en el país?
J.M.: No, no la tiene a nivel del teatro. Eso ha causado un vacío que llenan los propios grupos. Entre los años 70 y 80 lo llenó el movimiento del llamado nuevo teatro y se creó la Corporación Colombiana de Teatro, pero a mi me parece que las condiciones de aquella época han cambiado sustancialmente. La mayor parte de los teatros que están funcionando hoy en el país son independientes, pertenecieron a la CCT en un tiempo y se han retirado por problemas ideológicos, por sectarismos y por la manipulación que ejerce la CCT. El movimiento del nuevo teatro ha cumplido su ciclo histórico y aun que produjo obras importantes, hoy no tiene nada que proponer.
S.: Y a su modo de ver, ¿en ese movimiento hay conciencia de esa situación?
J.M.: No. Lo que pienso es que esos grupos están luchando en este momento por su hegemonía. Por eso creo que hoy lo importante es abrir nuevos espacios, no crear corrientes nuevas o instituciones. Existe una posibilidad para hacer arte que es la poesía entendida como la libertad de pensamiento y de imaginación. El verdadero poeta puede escribir sobre política y sobre cualquier tema, pero tiene la facultad de mantenerse libre.
S.: En su caso, ¿por qué hace teatro?
J.M. Lo que me motiva a hacer teatro, a asociarme, es un impulso fanático o erótico; o sea que me asocio, me protejo, para destruir algo o para amar algo. Hoy en día puedo decir que me asocio, que hago teatro por amor. Lo demás me importa un pepino.