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HEROINA ANTINUCLEAR

"Silkwood", sinónimo de entereza en la lucha contra las plantas nucleares, es ahora un éxito cinematográfico que mezcla la fuerza con un triángulo amoroso.

5 de mayo de 1986

Doce años después de haber perecido en un presunto accidente automovilístico, cuando se dirigía a una cita con un reportero del New York Times para entregarle pruebas terribles sobre el descuido criminal de quienes manejaban una planta de plutonio en la localidad de Cimarrón, Oklahoma, una muchacha llamada Karen Silkwood es recordada todavía por los grupos de feministas, defensores de los derechos humanos y ciudadanos preocupados por la amenaza constante de tales plantas, como la heroína que no tuvo miedo en denunciar todos esos atropellos que provocaron la contaminación y luego el cáncer a centenares de obreros y habitantes de la región. Denuncias que poco después de su muerte, producirían el cierre definitivo de esa planta nuclear.
Pero, en la película "Silkwood" dirigida por Mike Nichols sobre un guión escrito por Nora Ephron (cuya autobiografía veremos pronto convertida en película y protagonizada,coincidencialmente, por la misma Meryl Streep: ella es la ex esposa del periodista Bob Woodward, uno de los investigadores de Watergate), y Alice Arlen, y con la actuación de Meryl Streep, Cher y Kurt Russell, la muchacha no es una heroína sino una mujer común y corriente, una obrera rasa que convive con un hombre y otra mujer en un triángulo erótico y amoroso que la película insinúa con mucha delicadeza, aunque los personajes de la vida real, los que sobrevivieron a la muerte violenta de su amiga, han sabido rechazar en todos los tonos tales insinuaciones perversas. Karen Silkwood vive estrechamente. Varios años atrás abandonó al marido y tres hijos para vivir con este muchacho con quien apenas cruza palabra antes de hacer el amor mientras la amiga lesbiana vaga por la casa en camiseta y pantaloncitos, mordiendo la comida y dejándola descomponer en el refrigerador y llevando de vez en cuando amistades que le calmarán su soledad y su hastío. Los tres trabajan como animales, se agotan, se divierten poco, beben cerveza, miran television hacen el amar y poco a poco como en cualquier historia de suspenso, el espectador siente que la amenaza toma cuerpo, cobra consistencia cuando los primeros casos de contaminación con plutonio se presentan. El plutonio produce cáncer. La planta y sus directivos y sus expertos en seguridad no lo informan a los operarios. Cuando suena la alarma roja algunos sonríen burlonamente y hacen bromas pero, cuando esta muchacha por simple terquedad, por simple impulso comienza a investigar, a quejarse, a buscar pruebas, a descubrir que los negativos de las pruebas realizadas a los silos nucleares están siendo adulterados, a reunirse con líderes sindicales, a aportar pruebas para una investigación más amplia, entonces, esa muchacha que es agresiva y loca y masca chicle y sostiene relaciones con un hombre y otra mujer, se convierte en enemigo, no sólo de la planta sino también de sus compañeros quienes ven amenazado su empleo, aunque se estén contaminando.
Sin maniqueísmo politico, con un tono menos elocuente que "El sindrome de China" (la cual se anticipó por varias semanas al caso de la planta de Three Miles Island), "Silkwood" va siguiendo la brutal descomposición física, anímica y laboral de esta muchacha quien se contamina y es sometida a salvajes tratamientos, y vuelve a contaminarse mientras insiste en entregar nuevas pruebas a los investigadores sindicales y federales que averiguan sobre la falta absoluta de normas de seguridad para los operarios que manejan ese plutonio. Y el espectador como en las mejores historias de terror comprende que hay una amenaza y una victima y que el peligro cada vez está más cerca y que la casa y las pertenencias escasas de ellos tres son contaminadas criminalmente y la muchacha es acusada de provocarse ella misma esa situación con el fin de comprometer a la planta. Franca, alegre, despreocupada, coqueta, agresiva, Karen irá convirtiéndose en una mujer llena de miedo, que desconfía de todos, que es abandonada injustamente por su amante, que contempla cómo su casa es destrozada, que viaja a Washington a prestar testimonio ante una comision de energía atómica y cuando vuelve, como en los mejores cuentos de suspenso, sabe que pronto le llegará su fin. Sus padres, que la sobreviven, así lo confirman cada vez que les tocan el tema: pocos días antes de morir en esa autopista, los llamó y les dijo que estaba preocupada, que su vida peligraba. Basados en tales circunstancias varios años después de su muerte, demandarían por varios millones a la empresa y ganarían el pleito, en un antecedente judicial que fue una lección para muchos .
Bien dirigida, con actuaciones soberbias y contenidas, con una atmósfera tensa que irá creciendo, desarrollando estos personajes comunes y corrientes, "Silkwood" es una excelente película que sabe mezclar la ficción con la realidad, una realidad más amenazante que el miedo del cine mismo.