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HISTORIA BOMBA

Una cinta de Roland Joffe recrea el camino de la bomba atómica.

2 de julio de 1990


"La puerta de la eternidad"
Dirigida por Roland Joffe
Con Paul Newman
De manera discreta e injusta ha sido estrenada la nueva película del realizador inglés Roland Joffe, el mismo de "Los gritos del silencio" y "La misión", el mismo de esa crónica lacerante sobre el genocidio de Camboya presenciado por dos periodistas quienes siguen trabajando en el New York Times, y la reconstrucción lírica a la manera del escritor Robert Bolt sobre otro genocidio, el de los indígenas que vivían en las misiones jesuitas en la selva del Paraguay.
Mientras permanecía varios meses en Colombia filmando su película con Robert de Niro, ganadora de la Palma de Oro en Cannes, Joffe tuvo oportunidad de explicar su fascinación con los personajes históricos que de una u otra manera, ha provocado conflictos y cómo éstos generan circunstancias agresivas, aniquiladoras. Entendiendo la fascinación que siempre ha sentido Joffe por las relaciones que existen entre los hombres y las fuerzas que mueven la historia, se comprende porqué un tema aparentemente antipático como la construcción de la primera bomba atómica por parte del general Groves y el científico Oppenheimer, podía ser convertido en película sólo por un director como éste.
"La puerta de la eternidad" está narrada como un extenso reportaje. La bomba atómica, ese paso para la destrucción del ser humano que algunos analistas han querido mirar como algo inevitable, como una fatalidad, es encarada por Joffe como la suma de una serie de actitudes políticas, económicas, religiosas y morales. La excitación y el desafío encerrados en el hallazgo de ese instrumento aterrador por parte del militar y el científico, enfrentados a distancia, mirandose como animales de pelea cobijados por un mismo destino, son analizados con calidez y humor por un director que se toma todo su tiempo hasta cuando el espectador ha sentido plenamente la atmósfera que está viviendo o, al menos, compartiendo.
El personaje de Oppenheimer, el científico que creía en la libertad y la Justicia, con una amante que era comunista y con claras simpatías por la izquierda, es fascinante. Oppenheimer sabe que esta corrompiéndose al trabajar en ese proyecto "Manhattan".Sabe que está amarrandose, que está comprometiéndose y se siente tranquilo cuando llega a la conclusión equivocada de que el fin justifica los medios. Dominado por el militar, ese Groves interpretado con imaginación por Paul Newman, Oppenheimer será el instrumento de un gobierno que utiliza a los científicos para que los militares impongan su criterio.

"La diabla"
Dirigida por Susan Seidelman
Con Meryl Streep y Roseanne Barr.
Esta comedia es una curiosidad, es feminista hasta la última consecuencia, como son feministas la autora del texto original, la británica Fay Weldon, la directora Susan Seidelman (la misma de "Buscando desesperadamente a Susan", retrato angustioso y divertido de una muchacha perdida entre los hombres), y las dos protagonistas. Aunque el feminismo es un movimiento que en númerosos países ha dado paso a otras posturas, en este caso se justifica por la profunda carga de humor que contiene la venganza de esa esposa gorda, fea y desagradable contra ese marido infiel que prefiere la belleza rubia de la otra.
La exageración es el elemento clave de está comedia. El contraste injusto entre las dos mujeres, la obsesión sexual del marido por esa amante que es escritora y famosa y sensual y desprecia su pasado pobre, representado en esa madre anciana que será sacada sin piedad del asilo donde descansa. La exageración en la venganza por parte de la esposa, cuando destruye la casa, atenta contra el trabajo del infiel, y envía los dos hijos a que vivan en la mansión de la otra. La exageración de la vulgaridad de las situaciones y en la sordidez de esas relaciones a tres bandas que convierten la película en una mirada cruel a ese mundo doméstico y popular de infidelidades y venganzas.
La tesis que comparten la autora y la realizadora es simple. Toda mujer que se sienta despreciada y relegada por el marido, toda mujer que sea reemplazada por otra más elegante, más hermosa, más sensual y más rica, tiene derecho a ejercer la venganza, utilizando todos los métodos, convirtiéndose en una diabla que destruye todo cuanto toca. Es su derecho y lo único que el marido y la amante pueden hacer es, simplemente, escapar de ese cerco infernal, corrosivo. Seidelman tiene un toque efectivo para el humor, para la comedia gruesa, antiintelectual y aquí lo prueba, aunque no necesitaba mostrar a la gorda Barr envuelta en llamas. Ya se sentían.