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HISTORIA CON FUTURO

Con una serie de ambiciosos proyectos de recuperación del sector, el barrio La Candelaria de Bogotá se prepara para recibir el siglo XXI.

11 de noviembre de 1996


Basta asomarse desde la plaza del barrio Egipto hacia el occidente para observar la maravilla, la memoria común de más de 450 años de historia capitalina reflejada en los techos, las fachadas, las ventanas, las calles, las esquinas del barrio La Candelaria en Bogotá. La memoria sigue viva, pero imperceptible para el transeúnte común: el estudiante que mira al suelo pensando en el examen del día, el oficinista que corre a cumplir la cita, el vendedor ambulante que vocea sus productos. Diariamente frecuentan el sector más de 15.000 estudiantes y otro tanto de trabajadores. Pero los bogotanos, en mitad de una congestión de tránsito vehicular y peatonal abrumadora, se han acostumbrado más a rondar La Candelaria que a vivirla. Es por eso que la Corporación La Candelaria, en comunión con la Alcaldía Mayor, viene trabajando en el tema desde hace varios años, con el ánimo de hacer del patrimonio urbano capitalino un barrio para disfrutar en toda su dimensión. En virtud de ello, la corporación ha trazado diferentes campos de reacomodación del sector. El primero de ellos ha sido hacer de La Candelaria una zona principalmente peatonal en la zona alta, donde funcionan la mayoría de las universidades, y habitacional en la zona baja, donde se han acordonado cinturones de miseria. "Se trata, por un lado, de devolverle al peatón la posibilidad de caminar por el barrio sin el acoso de los vehículos, y por el otro, de repoblar un sector que ha sido abandonado a su suerte en manos de comerciantes que no sienten el sector como propio", comenta la directora de la corporación, Rosario Agudelo Restrepo. Y es que, precisamente, uno de los principales problemas del casco histórico es la carencia de un sentido de pertenencia de quienes conviven allí en su trabajo diario. Por tal motivo una de las prioridades de la corporación es la adecuación de la zona como barrio residencial. En la parte alta la subgerencia técnica trabaja en la recuperación de inmuebles para el diseño de viviendas destinadas a estudiantes o parejas jóvenes. En la zona baja, en las manzanas comprendidas entre las carreras séptima y décima y la calle séptima y la Avenida Jiménez, la idea es, además de la recuperación de inmuebles históricos en deterioro, proponer soluciones de vivienda social, por medio de una inversión que supera los 4.000 millones de pesos. Pero sin duda la mejor perspectiva para La Candelaria la constituye el Plan Maestro de recuperación de la zona. Se trata de un ambicioso proyecto que busca armonizar la conservación del barrio con su desarrollo en los próximos 10 años. La primera fase, destinada al diagnóstico sobre la situación actual del sector, ya se cumplió. La segunda estará lista a mediados del próximo año y tiene que ver con las propuestas específicas para la solución de problemas como la inseguridad, el aseo, el tráfico, el deterioro de viviendas y los inadecuados usos de los espacios privado y público, de manera que la conservación de La Candelaria cumpla con sus objetivos sin obstaculizar la evolución natural de la ciudad. "En aras de la conservación es imposible detener el desarrollo de la urbe, afirma la directora de la entidad. El plan maestro busca, entonces, proponer alternativas de acuerdo con los programas de crecimiento de Bogotá hacia el siglo XXI". Una tarea nada fácil si se tiene en cuenta que Bogotá, en su totalidad, no cuenta con un plan específico de desarrollo. Por lo pronto, la corporación La Candelaria adelanta programas como el de la rehabilitación y ensanchamiento de los andenes y la iluminación de las vías peatonales, los cuales aunque en primera instancia han suscitado protestas de los vecinos por la falta de información sobre los proyectos, poseen buenas perspectivas en el corto plazo. En cuanto al sentido de pertenencia, la corporación, en desarrollo del programa Formar Ciudad, ha desarrollado una campaña pedagógica con los colegios de la zona, de forma que los niños tomen conciencia del valor patrimonial que representa el centro de la capital. Por el momento la entidad ha repartido cartillas ilustradas con la historia de La Candelaria, pero la idea también contempla la organización de visitas guiadas tanto para los centros educacionales del sector como para los de los barrios aledaños. "Al fin y al cabo, concluye Rosario Agudelo, los niños son quienes se encargarán de defender el patrimonio cuando crezcan". Con la rehabilitación residencial del barrio, la recuperación de sus vías peatonales, los programas de restauración de viviendas en deterioro y el Plan Maestro, que pretende, entre otras cosas, crear incentivos tributarios y de otra índole entre los inversionistas para que la conservación del sector no sea un castigo, La Candelaria se prepara para recibir el siglo XXI. Será un intento colosal para que la capital vuelva sus ojos sobre su historia como base para construir su futuro.