Home

Cultura

Artículo

‘Babel’ fue grabada entre México, Marruecos y Japón. En cada país, un fotografo fue encargado de capturar aquellas imágenes que complementaban esta película y que luego fueron recopiladas en este libro editado por Tashen

Libros

Historias sin movimiento

Cuatro importantes fotógrafos recrearon las historias que hay detrás de 'Babel', la última película del director mexicano Alejandro González Iñárritu.

Luis Fernando Afanador
6 de enero de 2007

Babel
Varios autores
Taschen, 2007
304 páginas
(Texto en cuatro idiomas: inglés, español, alemán y francés)

El aleteo de una mariposa en China puede producir un huracán en el Caribe, dice una vieja teoría conocida como "el efecto mariposa". Al director de Amores perros y 21 gramos, Alejandro González Iñárritu, le atraen poderosamente esas paradojas globales aplicadas en el terreno social: cómo una decisión tomada en un país lejano termina afectando las vidas de seres humanos que jamás se enterarán de su origen. De esta obsesión nació su último trabajo, Babel, donde un arma regalada por un japonés desencadena en Marruecos una tragedia que a su vez tendrá efectos en la frontera de México con Estados Unidos.

Babel es ya una hermosa y conmovedora película que empieza a hacer historia -obtuvo la Palma de Oro en el pasado festival de Cannes-, pero antes fue un tortuoso proyecto que implicó un acercamiento profundo a las cuatro culturas que se involucran en la historia: estadounidense, japonesa, mexicana y marroquí. El rodaje se hizo in situ, en escenarios naturales de cada uno de esos países, y dio cabida a personajes locales que actuaron sus propias vidas y se expresaron en sus lenguas nativas. En su largo recorrido, el equipo de filmación encontró una gran cantidad de imágenes, rostros, paisajes e historias que al final, por obvias razones de espacio y de tiempo -y para que no se convirtiera en un relato interminable-, fueron excluidos de la cinta. Pero, por fortuna, ese valioso material no se perdió. González Iñárritu y su esposa, María Eladia Hagerman, tuvieron la buena precaución de encargarle a un grupo de renombrados fotógrafos -Mary Ellen Mark, Patrick Bard, Graciela Iturbide y Miguel Río- que hicieran un testimonio gráfico de su experiencia. Y ellos hicieron su tarea muy bien: su trabajo es un extraordinario 'detrás de cámaras' que prolonga y enriquece el efecto de la película. Pero sería injusto decir que el libro es sólo eso. Como bien lo señala Eliseo Alberto en un texto allí incluido, estos "genios del arte contemporáneo" van más allá de la tarea encomendada y terminan proponiendo su propia versión de los hechos: "Reparen en el desierto de un rostro en medio del desierto mismo de Marruecos. O en la llanura de la mirada que vaga por las eternidades de Tijuana como un pájaro ciego que no encuentra nido en ninguna parte".

Estas son algunas de las imágenes e historias que no encontraron su lugar en la película y que fueron rescatadas del olvido: la del hombre bala que -en un performance- cruza por los aires la frontera encarnando el sueño colectivo de muchos mexicanos; la del hombre enamorado que en Tijuana, junto a la cerca de la infamia, le construyó a su novia una giganta de yeso para que pudiera mirar desde arriba "la tierra prometida" a la que nunca llegará; la del niño gordito de la comunidad del Carrizo, congelado frente a un televisor, y la de un Tokio enajenado y delirante de escenas kitsch.

Al igual que Babel, la película, el libro también busca, a su manera, el hilo secreto del mundo escondido tras un aparente abismo de diversidad cultural: la soledad, el dolor, la pérdida y una insaciable necesidad de ser amados.