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Honor que cuesta

Claudio Abbado, contra todos los pronósticos, es el remplazo del gran Von Karajan en la Filarmónica de Berlín.

27 de noviembre de 1989

"Gallo tapado" resultó el nombramiento del italiano Claudio Abbado como nuevo director titular de la Orquesta Filarmónica de Berlín, en remplazo de Herbert von Karajan, fallecido recientemente.
Por espacio de semanas se barajaron nombres de posibles sucesores del director austríaco, entre ellos los de James Levine, director de la Metropolitan Opera House de Nueva York; Seiji Osawa, de la Orquesta de Boston; Lorin Maazel, Ricardo Muti, del teatro Alla Scala de Milán; Carlos Kleiber y otros más, varios de los cuales pusieron su cuota de intriga para hacerse a tan codiciada posición.
Para sorpresa de todos resultó al final de la contienda ser Abbado el director escogido, a pesar de que su nombre poco se había trajinado en los mentideros musicales berlineses. Este músico de 56 años es considerado por algunos como el nuevo Toscanini, y conocido no sólo el nombramiento sino su aceptación a la nueva responsabilidad, para muchos fue una elección sabia, ya que la hoja de vida y los trabajos que se conocen de este talentoso músico le permitirán continuar la carrera exitosa que hasta la fecha ha desarrollado la agrupación berlinesa.
Como muy pocas orquestas en el mundo, la Filarmónica de Berlín elige su director en forma totalmente democrática. En esta, como en anteriores oportunidades, se llevó a cabo una votación que duró seis horas en un lugar mantenido en secreto, y tras analizar los nombres que previamente habían sido inscritos por cada músico y depositados en un sobre lacrado ante un notario, el escrutinio arrojó el nombre del sucesor de Von Karajan.
Claudio Abbado, formado musicalmente en Milán, su ciudad natal, perfeccionó sus estudios de dirección posteriormente en Viena. Ha ocupado importantes posiciones, entre ellas la dirección del teatro Alla Scala de Milán. Es director musical de la Orquesta Filarmónica de Viena y desde su debut hace ya varios años, ha trabajado con las más importantes agrupaciones sinfónicas de Europa y Estados Unidos.
Despejado ya el panorama en la orquesta berlinesa que cumplió 107 años de actividades, puede afirmarse que es de las instituciones musicales que en tan larga historia menos directores titulares ha tenido. Entre ellos se citan Hans von Bulow, Richard Strauss, Arthur Nikish, Wilhelm Furtwangler -que ocupó en dos oportunidades el pódium-, y Herbert von Karajan.
La Orquesta Filarmónica de Berlín es una de las pocas agrupaciones musicales en el mundo cuyos miembros tienen total injerencia en los destinos de la institución. Eligen a su director así como a cada uno de los instrumentistas, y ni personalidades de la talla de Herbert von Karajan pudieron sustraerse a este método. Se recuerda que el músico intentó, hace algunos años, imponer a la joven clarinetista Sabine Meyer como nuevo atril en la orquesta, para lo cual anunció como amenaza que dimitiría si el nombre no era aceptado. A la postre, le tocó al gran director aceptar la decisión de los miembros de la agrupación que vetaron a la joven, por considerar que no reunía las características de calidad que la institución imponía.
El nombramiento de Abbado fue recibido con evidente entusiasmo en los círculos europeos, y al aceptar el músico la importante designación queda solucionado el problema para la orquesta de Berlín, pero llega el calvario para la Filarmónica de Viena. Abbado no sólo se desempeña como titular de esta agrupación, sino que es director artístico de la Opera de Viena y director musical general en la capital austriaca. Valga decir, sobre sus hombros ha descansado buena parte de la responsabilidad musical que vive la ciudad.
¿Le permitirá a Abbado esta nueva posición en Berlín hacerse cargo también de sus actividades en Viena? Bien se sabe que los directores de orquesta actuales dirigen en calidad de titulares muchas veces hasta tres orquestas. Sin embargo, en este caso parece improbable que tal cúmulo de compromisos en Berlín le permita seguir con el puesto de Viena. Por ahora sólo queda esperar. Lo que sí está claro es que ser nombrado como sucesor del gran Von Karajan es un honor, un honor que cuesta.
-María Teresa del Castillo