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Nación Underwood: House of Cards en la era Trump

Con un presidente de la vida real tan estrambótico como el polémico magnate, ¿la nueva temporada de la serie será un espejo de la Casa Blanca modelo 2017 o caerá en la caricatura?

Francisco Miranda Hamburger*
30 de mayo de 2017

Este 30 de mayo a medianoche la plataforma Netflix lanzó la quinta temporada de House of Cards. Famosa por los increíbles giros dramáticos en la carrera de los esposos Underwood por el poder en Washington, la serie enfrenta un gran desafío: sus primeros 13 episodios bajo Donald Trump. Con un presidente de la vida real tan estrambótico como el polémico magnate, ¿las maquinaciones de Francis Underwood- y su fórmula vicepresidencial y esposa Claire- podrán superarlo? En otras palabras, ¿House of Cards en la era Trump será un espejo de la Casa Blanca modelo 2017 o caerá en la caricatura?

Mucha agua ha corrido debajo del puente desde el 4 de marzo del año pasado cuando el servicio de streaming subió la totalidad de la cuarta temporada. Especialmente en la política interna de Estados Unidos que inspira la serie. No hay que ser un profundo conocedor para ver en el matrimonio Underwood, una réplica de ficción de la dinastía más influyente de Washington en los últimos 30 años: Bill y Hillary Clinton. Francis Underwood comparte con el popular exmandatario más de un aspecto: ambos de origen sureño y humilde, del Partido Demócrata, con sesgos populistas, de discursos emocionales y con un carisma y encanto con los votantes.

Consulte: Pistas para tener en cuenta en la nueva temporada de House of Cards

Tanto opositores como seguidores de los Clinton en el mundo entero han seguido los odios, las traiciones, las humillaciones públicas, las derrotas y el poder que estos dos abogados de Yale han anhelado, perseguido disfrutado y perdido por más de una generación. La cuarta temporada de House of Cards- que incluye una traición de Claire Underwood a su esposo y finaliza con una doble fórmula presidencial de los esposos- buscaba con claridad replicar el eventual- y en ese momento imparable- ascenso de Hillary Clinton al poder. Hace 14 meses todas las esperanzas de muchos republicanos estaban depositadas en que el senador Ted Cruz derrotara en las primarias a un contendor rebelde que había llegado muy lejos: la celebridad de reality show Donald Trump.

La victoria de Hillary era la victoria de Claire Underwood. Para muchos estadounidenses la ex primera dama y senadora es vista como una mujer competente y estudiosa, pero a la vez fría, calculadora y capaz de aguantar cualquier cosa con tal de mantener el poder. De hecho, el libro Shattered, una autopsia de la derrota de la candidata demócrata escrita por los periodistas Jonathan Allen y Amie Parnes, señala que una causa principal de su derrota fue desplegar una campaña desconectada de las realidades locales, en especial de la clase obrera blanca.

Apostarle a una realidad con Hillary en la Casa Blanca no era una premisa descabellada ni exclusiva de Beau Willimon, el creador de la versión norteamericana de House of Cards quien trabajó en la campaña de Hillary al Senado en 2000. Otra serie estadounidense premiada, Homeland, también cayó en ese error en su más reciente temporada. La inesperada victoria de Donald Trump tomó al universo de los Underwood por sorpresa. En vez de una trama en la cual una réplica de los Clinton se atrevería al homicidio, la traición, la corrupción y los tríos sexuales por ganar y mantener el poder en Washington, la serie tiene hoy en la administración Trump un espejo en la vida real mucho más difícil de replicar, escandalizar o incluso superar.

Lea: Un día en la vida del presidente Underwood

Pionera en la TV por internet

A pesar de lo anterior, en solo cuatro años de vida House of Cards se ha convertido en mucho más que entretenimiento. A la par del ascenso vertiginoso de Francis Underwood, ha crecido Netflix, la empresa detrás de la plataforma digital por subscripción que emite la serie. Fue la punta de lanza de la estrategia de Netflix de crear contenido original de calidad capaz de aumentar las subscripciones y de competir con contenido de altísima calidad.

El crecimiento de Netflix, por un lado, y los premios y reconocimientos de House of Cards, por el otro, muestran que la estrategia ha sido exitosa. La primera temporada de la serie, lanzada el 1 de febrero de 2013, se estrenó en su totalidad en la plataforma creando inmediatamente el fenómeno de las maratones o el binge-watching como se llama en inglés. House of Cards fue la primera serie de internet en la historia de la televisión estadounidense en ser nominada a los Premios Emmy. En sus cuatro temporadas ha recibido 46 nominaciones a los Emmy y ha ganado seis. También cuenta con ocho nominaciones a los Globos de Oro y ha ganado dos para sus protagonistas principales, Kevin Spacey y Robin Wright. En 2014 Wright se convirtió en la primera actriz en ganar un Globo de Oro a mejor actriz en una serie digital.

House of Cards saltó rápidamente del mundo ficticio de los Underwood a la política real. El 13 de febrero de 2014, un día antes del estreno de la segunda temporada, el presidente de Estados Unidos Barack Obama escribió en su cuenta de Twitter: “Mañana, @HouseofCards. Sin adelantos. Por Favor”.

Los productores de la serie han convertido a Francis Underwood en un personaje activo en las redes sociales. La cuenta de Twitter @HouseOfCards responde en vivo y en directo a crisis y momentos políticos reales en diferentes partes del mundo. En marzo del año pasado, un trino celebra una decisión del primer ministro australiano Malcolm Turnbull: “Admiro su metodología, Primer Ministro. Si no le gusta cómo esta puesta la mesa, dispone una nueva mesa”:

“@HouseofCards reaccionó al llamado a elecciones anticipadas de la primera ministro del Reino Unido Theresa May en abril pasado con una famosa línea de la serie: “No sé si estar orgulloso o aterrado. O ambos.”

El éxito de House of Cards impulsó como un cohete el modelo de negocios de Netflix que hoy sube anualmente a su plataforma centenares de horas de contenido original y creó una dura competencia para los canales por cable como HBO. La plataforma de streaming está hoy disponible en unos 190 países que prácticamente cubren todo el planeta, menos China, Siria y Corea del Norte. Unas 126 series y películas son producidas hoy con el sello de Netflix con soporte en 20 idiomas. La primera imagen de todo este imperio es la de Kevin Spacey, en su papel de Francis Underwood, abriendo la puerta de su casa. Sin House of Cards no existiría Netflix como hoy lo conocemos. (Vea artículo de The New York Times)

Puede ver: "La diplomacia es una cosa very, very berraca": House Of Cards

Trump versus Underwood

Buena parte del éxito de las series políticas de la televisión anglosajona ha provenido del contraste entre el mundo real y el universo de ficción que han creado. Una de las más laureadas, The West Wing (El ala Oeste) del ganador del Oscar Aaron Sorkin, creó el presidente Jed Bartlet, un brillante economista ganador del Nobel y liberal progresista, mientras la Casa Blanca era ocupada por el conservador George W. Bush, famoso por su simplicidad y falta de curiosidad intelectual.

House of Cards aprovechó también esas diferencias entre la ficción y la realidad. El fenómeno Underwood, caracterizado por la falta de moral, la corrupción y el pragmatismo, creció mientras en Estados Unidos gobernaba un mandatario, Barack Obama, quien protagonizó muy pocos o casi ningún escándalo y cuyos discursos estaban impregnados de una brújula ética. La llegada de Trump al poder acerca ambos universos y los productores de la serie son tan conscientes de esa inevitable lectura que la han usado para promocionarla.

Si bien la cuarta temporada le apostó al ascenso de Hillary reflejado en Claire Underwood, la quinta temporada que hoy se estrenó será leída en clave Trump. La pregunta a responder es sencilla: ¿Quién es peor: Underwood o Trump? Esa competencia entre Francis y Donald ya empezó. En una entrevista en el Late Show de Stephen Colbert, el actor Kevin Spacey se compara con el actual gobierno Trump y dice: “Nosotros lo hicimos primero”.

La riqueza de un personaje como Francis Underwood es tanta que su visión cínica de la política se compagina con un político insurgente como Trump que ganó derrotando al Establecimiento. Hay frases en las que no se podría diferenciar si las dijo Underwood o Trump. Un ejemplo: “Algunas veces al perder una batalla encuentras una nueva forma de ganar la guerra”. Otra: “Es sentido común intentar una cosa. Y si falla, admitirlo e intentar otra. Pero sobretodo, intentar algo”. La primera es de Trump, la segunda de Underwood. El diario inglés The Guardian hizo un interesante test.

Si bien la trama de House of Cards ha intentado incluir discusiones serias- por ejemplo, la irrupción del periodismo digital en su primera temporada- al final todo se reduce al drama shakespeariano de Francis y Claire Underwood: Ricardo III y Lady Macbeth. En su carrera por el poder esta pareja de ficción tiene el desafío de crear sorpresa en una realidad de Washington donde ya todo es posible. La administración Trump ya tiene lo que escandalizaba del mundo Underwood: el nepotismo con Ivanka y su esposo Jared, las acusaciones de una campaña influida por potencias extranjeras, la intromisión criminal de Rusia, el impacto de la tecnología como arma de vigilancia y el deterioro y manipulación de los medios y el periodismo.

En conclusión: los 13 episodios de la primera temporada de House of Cards en la era Trump deben responder a un simple cuestionamiento: ¿qué Washington prefieren los fanáticos de la serie en Estados Unidos y en el resto de mundo: el de los Underwood o el de los Trump?

*Politógo y consultor en comunicaciones
@pachomiranda