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HUELLAS INDELEBLES

En la obra de Guillermo Londoño, la Galería Diners evoca la pintura primitiva y el arte bizantino.

23 de septiembre de 1991

UN AMBIENTE mistico rodea la sala de la Galeria Diners. La obra reciente de Guillermo Londoño, que alli se expone por estos dias, evoca al mismo tiempo la pintura primitiva y el arte bizantino. Sobre un lienzo que ofrece la apariencia de madera, delgadas capas de color se yuxtaponen como si se tratara de laminas descascaradas por el tiempo. Los colores recurrentes son el bronce, el oro y el cobre. De esta trilogia se desprende una pauta cromatica encargada de convertir cada motivo en la imagen de un ritual legendario.
Y sirve el color empleado, asi mismo, para dar esa idea de deterioro, a la cual colabora de manera excepcional el efecto óxido.

Los motivos en si mismos no son religiosos, ni míticos. De hecho, el autor confiesa no estar interesado en transmitir un mensaje específico con sus cuadros. Sólo quiere representar el paso del hombre por la vida. Y para lograr su propósito no ha tomado al hombre. Ha preferido recurrir a las imagenes que lo rodean: desde lo cotidiano, hasta el paisaje por el cual alguna vez ha deambulado. Asi, el contorno de una posible tetera -convertida por el artista en simbolo de epocas pasadas sirve a su objetivo en la medida en que se convierte en un receptaculo donde sólo habitan, ahora, los recuerdos.
El mismo tratamiento se le ha dado a entornos naturales como el mar Caribe.
Una zona delgada de azul marino queda aprisionada entre franjas resueltas de dorados y ocres: cada vez que las olas llegan a la orilla encuentran nuevos motivos para teñir sus aguas.

A traves de esta exposición, Londoño se proyecta con un llamativo tratamiento plastico. El espectador comprende que el hombre actual no es fruto del azar, sino de un complejo proceso historico que ha ido dejando huellas indelebles en el espiritu de las nuevas generaciones.