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HUMOR EN EL MENU

En la cartelera, películas de humor compiten con las de acción

21 de septiembre de 1987

El humor está otra vez de moda en Hollywood. Tres comedias norteamericanas en cartelera así lo prueban, compitiendo con otro género en auge, el de los detectives y policías que son traicionados por sus jefes. Atrás han quedado las películas de desastres colectivos, animales peligrosos, marcianos que hacen de las suyas, espíritus malignos y carreras de automóviles. El humor se impone, un humor ácido, burlón, que no perdona.
"Dos rivales tras un canalla", dirigida por Arthur Hiller y protagonizada por Bette Midler, Peter Coyote y Sheelley Long, es una burla a las historias de amor y de paso a las crónicas de espionaje. La imposible relación de las dos protagonistas, enamoradas del mismo hombre sin saberlo, es la materia prima para una serie de situaciones ridículas, sentimentales y divertidas sobre todo, por el notable contraste entre las dos mujeres. La una es vulgar, exuberante, ambiciosa y nada sutil, elude las deudas y cuando se siente acorralada, chilla como una gata. La otra es delicada, educada y con una familia que le arroja cheques de miles de dólares por la ventana con tal de no verla durante otras semanas. Se conocen cuando la segunda quiere inscribirse en una academia de actuación y la otra entra en busca de un teléfono y por simple desafío, también se inscribe. De ahí en adelante, cuando el amante de ambas desaparece y deciden buscarlo por encima de toda sospecha, cuando se sienten perseguidas y castigadas por la CIA, cuando descubren que tendrán que sobrevivir apelando a sus instintos animales, la película se convierte en una sangrienta parodia de las mejores historias de amor. Atrás han quedado las caricias y los suspiros, ahora se trata de una guerra sostenida por dos mujeres rubias, alegres, sensuales y dispuestas a todo.
"La Ladrona", dirigida por Hugh Wilson, es la nueva oportunidad de contemplar el espectáculo de una comedianta en pleno furor, Whoopi Goldberg, después de sus personajes en "El color púrpura" (una chica explotada por el marido), y "Sálvese quien pueda" (la muchacha que usa el computador para salvarle la vida a un espía acorralado por los comunistas). Ella es estupenda y las primeras escenas de esta comedia así lo comprueban: una anciana camina desgarbadamente hacia una enorme mansión. El dueño sale a correr al parque. La anciana, gorda y de pelo blanco, entra a la casa, recorre escaleras y habitaciones y va guardándose lo mejor que encuentra. Pero, el dueño regresa antes de lo previsto y ella se siente acorralada y aparece un automóvil y entonces, hace lo único que debe hacer, lo único que haría una anciana en su caso, gritar, decir que dentro de la casa hay un ladrón, que lo atrapen y se marcha tranquila con su botín. Es una ladrona disfrazada y acaba de propinar uno de sus mejores golpes. Más tarde, por ser testigo involuntario de un crimen, será perseguida por hampones, policías y curiosos. Esta es una burla contra las películas policíacas, sus métodos, su forma de indagar los crímenes y sobre todo, la ocasión feliz de contemplar cómo va creciendo en su papel una actriz tan completa como esta. Además su lado se halla Bob Golthwait, un comediante a quien difícilmente se le entiende lo que dice.
"La guerra de los vendedores", dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Richard Dreyfuss, Danny DeVito y Barbara Hershey es otra sátira pero esta vez, dirigida contra la ambición, las ansias de poder y riquezas que sacuden a la clase media norteamericana, la cacería de ese sueño que desde la escuela les inculcan a estos hombre quienes, ya maduros y convertidos en vendedores, apelarán a todos los métodos, aun los más inescrupulosos para vender más, sacar más comisiones y sobre todo, aplastar a la competencia. Dreyfuss (ganador del Oscar por "La chica del adiós") y DeVito (el marido que quería matar a la mujer como fuera en "Por fin me la quité de encima"), inician su sangrienta batalla cuando el uno le daña el automóvil al otro.
No son automóviles en realidad, sino largos tiburones metálicos de colores chillones, aparcados en zonas que parecen acuarios. Un automóvil reluciente, fuerte, atronador y veloz es el máximo orgullo de un vendedor. Y cuando el uno roza el del otro, la chispa salta y de ahí en adelante se dedicarán, no a vender más que la competencia, no a pulverizarla con cifras sino a hacerle daño a las pertenencias del enemigo, incluyendo la mujer porque, por puro despecho, por simple maldad, Dreyfuss seducirá a la esposa de DeVito, los hará separar, los humillará y degradará sólo para sentir una satisfacción morbosa. Pocas veces la clase media norteamericana había aparecido en forma tan desnuda y feroz como aquí. Levinson, el realizador de Diner y "El mejor", apela a todas las extravagancias posibles para contar su historia de dos hombres que obedecen instintos primarios. La comedia, el humor están de moda otra vez y estas tres películas en cartelera así lo prueban.