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Foto Danilo Canguçu / SEMANA

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Por primera vez la magia del cine llegó a Juanchaco y Ladrilleros

En dos lugares recónditos de Colombia, cientos de personas experimentaron la maravilla de la pantalla grande. SEMANA estuvo allí.

31 de agosto de 2017

Mientras los niños de Juanchaco y Ladrilleros, en Buenaventura, imaginan cómo será ver una película en pantalla grande, entre asombro y admiración, observan un buque de la Armada Nacional, que desembarcó en su playa, y que trae abordo un camión que dice Ruta 90. Aun sin ser testigos de la función, ya se evidencia en ellos ilusión, alegría y curiosidad. Y no se despegan del barco que hizo posible el traslado de la sala de cine donde se proyectará Jefe en pañales y Piratas del Caribe.

Cine Colombia, con motivo de su aniversario número 90, quiso llevar el séptimo arte a los lugares más apartados de la geografía colombiana. Los lugares escogidos son municipios que, según las estadísticas del DANE, tienen un alto índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI).

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Llevar el cine a esos lugares fue una idea que nació hace 10 años, pero en ese entonces, no se logró realizar por la magnitud de la inversión. El proyecto Ruta 90 se materializó en enero de este año, con el objetivo de conectar a todo el país con el cine. “Esta iniciativa es un granito de arena que fomentará la unión familiar, la alegría en los niños y en el pueblo en general”, dice Munir Falah, presidente de Cine Colombia.

Al principio se acordaron dos rutas: una que comenzó en San José del Guaviare, que va por todo el oriente del país, y otra que empezó en Icononzo, Tolima, que va por el occidente; son destinos a los que se puede llegar por vía terrestre. Pero en julio, luego de la alianza con la Armada Nacional, la ruta cambió un poco, pues ahora, Ruta 90 llegará a los lugares más recónditos del país: la costa pacífica, La Guajira y el sur colombiano por el río Putumayo.

El camión de Cine Colombia transporta una sala cinematográfica a gran escala: pantalla inflable de nueve metros de ancho por siete de alto, proyector de alta tecnología, 200 sillas plegables, seis parlantes con sonido digital y cuerpo técnico. Por ahora, ya ha recorrido 60 municipios en San José del Guaviare, Huila, Boyacá, Norte de Santander y Antioquia, pero luego, gracias a la Armada Nacional, ha recorrido ocho lugares más a bordo de un buque.

Siguiendo la ruta, la siguiente parada fue en Juanchaco y Ladrilleros, una zona del pacífico que se caracteriza por el folclor propio, la chirimía, la danza, el turismo, los manglares, las ballenas jorobadas, la gastronomía, los cuenteros y la sazón de sus mujeres.

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Para sus 3.700 habitantes el único lugar para ver una película en pantalla gigante está a una hora en lancha, en Buenaventura, donde solo hay una sala de cine. A la que, por cuestiones de transporte, es difícil llegar.

Por lo general, el buque de la Armada Nacional debe arribar mínimo un día antes al municipio donde se realizará la proyección, pues el trabajo de descargue es laborioso: en ocasiones hay que esperar seis horas o más para que la marea ayude a desembarcar el camión.


Foto Danilo Canguçu

En ocasiones el camión queda enterrado, como sucedió en Docordó, un lugar muy vulnerable ubicado al norte del Chocó. Pero esa adversidad no fue un impedimento: “en ese lugar la proyección se realizó dentro del buque: fue una función para unas 250 personas y, aunque fue complicada la labor, el objetivo se logró gracias al equipamiento del buque y a las personas que se encargan de la logística”, comenta Daniel Montes, gerente de mercadeo de Cine Colombia.

Una vez que el buque llegó a Juanchaco, un día antes de la función, los contratiempos eran de esperarse; el camión se enterró y la maniobra para sacarlo tardó unas horas. Pero esto tiene recompensa, para todas las personas que están detrás de este proyecto: la oportunidad de llevar algo nuevo para la comunidad y la ilusión de que esta experiencia nunca se esfume de sus recuerdos es gratificante.

Se acerca la hora de la función y los habitantes de Juanchaco y Ladrilleros van ingresando a la sala de cine, para ellos no se trata solo de ver una película; significa que cuentan y que son importantes.

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La noche cae y resalta la lúcida pantalla. Todos los asistentes no quieren esperar más, se acomodan en las sillas, en el pasto, en las piernas de otros, incluso, se quedan de pie: no quieren perder la oportunidad de ver cine por primera vez. Y mientras sus ojos se iluminan de diversos colores y personajes infantiles enormes, niños, jóvenes y adultos sonríen, disfrutan y festejan que por fin el cine llegó a sus cálidas playas.

Selene, una mujer caleña que llegó a este lugar hace 22 años, compara este acontecimiento con un milagro, pues el máximo espectáculo que ella recuerda fue un show de salsa en vivo que donó Martha Isabel Córdoba, una psicóloga y bailarina profesional, quien desarrolla proyectos sociales con los niños del Pacífico.

Luego de ver Jefe en pañales todos comentan, entre risas y gestos, la moraleja de la película y ansiosos esperan la siguiente función. Al finalizar, coinciden en que el cine será un espacio que ayudará a acabar la brecha de la desigualdad y la falta de atención que hay entre los lugares más apartados del país. Gracias a Ruta 90 sienten que ya están empezando a figurar en el mapa. Y solo esperan que esta no sea la última vez que la magia del cine llegue a un lugar que merece ser reconocido por toda Colombia.