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KOLTES, BIENVENIDO

La presentación en sociedad de Koltés, un desconocido clásico contemporáneo, es uno de los eventos teatrales más fructiferos del año.

18 de septiembre de 1995

BERNARD MArie Koltés, con su leyenda de ángel caído en los escombros de la sociedad industrial, de invicto en los combates con el lenguaje, de cazador de tics culturales y coleccionista de mitologías, sólo había tenido presencia en Colombia en dudosas traducciones de algunos de sus dramas .
Sin embargo, gracias aun proyecto dirigido por la Academia Experimental de Teatros de Francia, el desaparecido autor se tomó el centro de Bogotá en una convención de jóvenes y veteranos dramaturgos. Y por primera vez 'la palabra dada' de Koltés, esa que revolucionó el teatro contemporáneo, que sedujo a directores de la talla de Patrice Chereau y Peter Stein con sus silencios arcaicos y su balacera de palabras lúcidas, salió a la escena nacional en el montaje colectivo de siete escuelas.
La expedición por los territorios de Koltés, desérticos, urbanos, vacíos, y abismales, se inició hace seis meses con un seminario dictado por los franceses a jóvenes directores colombianos sobre una geografía que exploró con igual sensibilidad tanto el hambre de comunicación en sórdidos puertos como las espirales ciegas del lenguaje.
Los montajes se concretaron la semana pasada en una puesta en escena colectiva que reunió en el edificio republicano de la Academia Superior de Artes de Bogotá -Asab- a estas escuelas y a profesionales como Santiago García, Rolf Abderhalden, Ricardo Sarmiento y Víctor Viviescas, entre otros.
El viaje empezó con la soledad alucinada de El regreso al desierto -Asab- en el que una madre, su hija, las luces de una ciudad fantasmagórica, el deseo y un monólogo planetario invaden un espacio vacío y austero en el que los personajes nunca se podrán tocar. De allí, la Escuela Popular de Artes de Medellín saltó al combate de Perros y negros, una noche africana rota por el vestido rojo de una mujer rubia y sus palabras de un tono aún más subido que pelean como un cuchillo afilado sobre la superficie impenetrable de la piel negra de su interlocutor. Dos mundos tan incomunicados como la sombrilla sobre la mesa de disección de la que hablaban los surrealistas, a los que para encontrarse solo les quedaba hacer el amor o matarse.
El muelle del Oeste fue la siguiente estación (laboratorios de la Universidad Nacional y de la Escuela del Teatro Libre de Bogotá), en la que se insistió en el no lugar del extranjero, del negro, del desarraigado. De allí se pasó al regodeo sobre la lógica del consumo, la abstracción del dinero, -entre un mercader y un cliente en una espiral insaciable de deseos en La soledad en los campos de algodón (Escuela Nacional de Arte Dramático Universidad de Antioquia). Y se llegó a tierra firme con varios esbozos (Universidad del Valle y Asab) de Roberto Zucco, un canto a la amoralidad pura de un criminal que mató a su padre y luego se suicidó, en el estilo de la tragedia griega.
Esta experiencia pedagógica que confrontó distintas propuestas dramáticas, que reunió a veteranos y principiantes, que le dio vida a un edificio, que descubrió la palabra desbordante, la dramaturgia asceta, la coreografía llena de sentido y de pensamiento de un autor hasta ahora inédito en el país, tuvo un balance altamente positivo que concluirá en posteriores montajes profesionales de estas obras, que algunos directores están interesados en realizar.