LA BUSQUEDA CONSTANTE

DE ALBERTO SOJO muchos coinciden en afirmar que es un pintor en permanente búsqueda, una búsqueda que ni él mismo sabe exactamente cuál es, pero que cada día adopta nuevos matices, nuevos ángulos de visión.
La exposición del artista barranquillero, radicado en París, que por estos días se presenta en la galería Garcés Velázquez, de Bogotá, no hace sino confirmar la teoría. A sus monumentales figuras humanas (muchas de ellas representan a un pintor en su estudio con sus propios fantasmas) que desde hace tiempo se las ve en sus cuadros solitarias y como en un estado meditativo, casi como de preocupada serenidad, Sojo ha empezado a retirarles la fuerza de gravedad: "Primero empezaron a flotar los pinceles y las brochas; llego las sillas; finalmente flotó también el óleo de la paleta del pintor", confiesa el artista.
Los personajes de su obra mas reciente, comprendida entre 1992 y lo que va de 1993, adoptan situaciones parecidas a las de su creador: todas en incertidumbre, como esperando respuesta a sus angustias, como a la expectativa por algún descubrimiento nuevo y atrayente. Incluso, sus íconos también están a punto de suspenderse en el espacio, pues de muchos de ellos ha comenzado a desprenderse la silueta de su cuerpo.
En total son 20 pinturas y 10 dibujos los que conforman la muestra, en la que persiste el gusto de Sojo por los colores acres y grises. Con una variante en los motivos: sus personajes han salido del estudio para enfrentarse con el mar, como un intento acertado del artista por acercarse a la naluraleza.