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LA CACERIA DE LA PAZ

Los protagonistas, las contradicciones, los testimonios y los fantasmas de la violencia en el último libro de Arturo Alape.

9 de septiembre de 1985


ARTURO ALAPE. "La paz, la violencia: testigos de excepción".
Bogotá: Editorial Planeta, 1985. 640 págs.
Refiriéndose a los orígenes de la violencia en Colombia, el ex presidente Alfonso López Michelsen dice: "Inicialmente yo diría que fue una violencia de tipo político. Pero, la violencia de tipo político fue la racionalización de los fenómenos sociales subyacentes". El ex canciller Alfredo Vásquez Carrizosa comenta: "La violencia en Colombia es eminentemente estructural, pero se le ha aplicado una solución militar". El general retirado Alvaro Valencia Tovar dice: "La violencia ha sido una constante histórica en la vida colombiana, con períodos de calma que hubiesen podido conducir a su total extinción como fenómeno político, social y psicológico, si por parte de la clase dirigente en el poder hubiese existido conciencia del mal". El senador Luis Carlos Galán afirma que "la violencia comenzó por el sectarismo político, el espíritu hegemónico de los partidos y el fanatismo". El ex presidente Misael Pastrana apunta que "la verdad es que los dos partidos llegaron a una situación de insana política que precipitó esos niveles de lucha, al margen de todo lo que es una contienda democrática civilizada". Finalmente, el dirigente guerrillero Jacobo Arenas sobre este mismo tema afirma: "Uno sabe que toda confrontación social o política, así cualquiera de aquellas asuma dimensiones de guerra, tiene origen económico, y se dan en razón de la lucha de clases que expresa las contradicciones de la sociedad capitalista".
Cada personaje con su lenguaje característico, con su voz, reconocida por los colombianos, con sus intenciones políticas muy claras. Esta es una muestra muy pequeña de cómo opera el mecanismo interior de un libro que Arturo Alape ha construido pieza a pieza, alimentándolo con treinta grandes entrevistas, cincuenta testimonios, libros, revistas, apuntes, comentarios callejeros, antologías, discursos, periódicos y el olfato del investigador que antes ya había producido un libro que sirvió para alterar del todo el lenguaje, los parámetros y las intenciones de las búsquedas históricas por medio del género permeable del gran reportaje periodístico: "El Bogotazo".
Leyendo este voluminoso libra (dentro de la oleada de interés y curiosidad que sacude a los periodistas colombianos ante el fenómeno de la cacería de la paz puesto en marcha por el presidente Betancur, están próximos sendos libros de Olga Behar, Germán Castro Caycedo y Laura Restrepo), uno descubre en Arturo Alape un investigador maniático, incansable, disciplinado, que es capaz de poner en duda cualquier testimonio si no encuentra, al menos, otra persona que corrobore una fecha, un sitio, una interpretación, y uno piensa en otros grandes reporteros que han producido libros que en el fondo también eran esto, una cacería de gestos, una recopilación de sombras, una colección de voces analizando algo, interpretando una situación histórica, dándole al lector la múltiple posibilidad de comprender mejor algo tan maleable como la Historia. Uno piensa en rastreadores, cazadores, husmeadores como Larry Collins, Dominique Lapierre, Gay Talese, Bob Woodward, Carl Bernstein, Gabriel García Márquez, Norberto Fuentes, Ken Follet, José Oneto, entre otros.
¿Por qué Alape se interesa en el proceso de paz actual? El lo dice en el prólogo: "Al estudiar detenidamente la situación del país he concluido que esta historia reciente de buscar la paz, por cierto sembrada con tantos obstáculos de diversa índole, no podía entenderse sino rastreando meticulosamente su propia historia, aquella que venía detrás a pasos agigantados". Y agrega que "estas páginas comienzan en el año 50 y culminan en el año 84, dispuestas a afrontar el devenir que nos espera, siguiendo una línea estructural -temática de conflictos afines al origen de la violencia y al surgimiento de la guerrilla, de las distintas conversaciones en el tiempo y los acuerdos firmudos entre gobierno- alzados en armas, de las amnistías promulgadas y las pacificaciones decretadas, de las treguas o supuestas treguas, en fin, todo apuntalado al orden público como elemento esencial en el análisis final".
Alape habló, discutió, analizó, escuchó, grabó, transcribió, apuntó, miró, recorrió, decantó, borró, volvió a escribir, confrontó hasta con tres testigos para llegar a la veracidad de un hecho, pregunto respondió,y cuando tuvo miles y miles de páginas de un material que va siguiendo rastro a rastro todo el proceso político, económico, social y cultural de la violencia colombiana, pudo ordenarlo en capítulos que buscan las raíces históricas de una realidad cotidiana como la violencia, el primer periodo entre 1947 y 1953, el surgimiento de la guerrilla, las razones de una lucha, el golpe de Rojas, la entrega de los guerrilleros, las amnistías de Rojas, el segundo periodo de la violencia entre 1954 y 1957, las jornadas de mayo, la pacificación del Frente Nacional, el fenómeno de Marquetalia, las llamadas "Repúblicas Independientes", los movimientos armados, el hecho nacional de la guerrilla, las FARC, el ELN, el EPL, el M-19, el ADO, la muerte de Pardo Buelvas, la actitud de los gobiernos de Pastrana, López y Turbay ante el orden público, el papel del Ejército en todo este proceso y los actuales forcejeos por la paz.
En este libro están los protagonistas, los personajes secundarios y hasta algunos extras y dobles de la sangrienta película de la violencia, están sus voces, sus contradicciones sus dudas, sus fantásmas, sus recuerdos que son confrontados más de una vez, sus analisis: John Agudelo Rios, Jacobo Arenas, Belisario Betancur, militares como Guillermo Caicedo, Bernardo Lema, Fernando Landazábal, José Joaquin Matallana y Alvaro Valencia Tovar, William Calvo, Urbano Campo, Francisco Caraballo, Jaime Castro, Rodrigo Escobar, Alvaro Fayad, Luis Carlos Galán, Alvaro Gómez, Alfonso López Michelsen, Carlos Lleras, Lucio Pabón, Misael Pastrana, Socorro Ramirez, Ernesto Samper, Julio César Turbay, Gilberto Vieira, Germán Zea, Gabriel García Márquez, Juan Lozano y Lozano, Manuel Marulanda Vélez, Carlos Ossa Escobar, Eduardo Umaña Luna, Alfredo Vásquez Carrizosa, entre otros personajes, hablan, discuten, interpretan, son citados de otras fuentes, aportan sus voces a esta mirada que quiere totalizar un fenómeno que sigue vivo, latente,y por eso uno de los capítulos más interesantes del libro es el que está compuesto por las entrevistas a los fundadores y orientadores de los distintos grupos guerrilleros que operan en el país, porque así muchos entienden cómo funcionan, de dónde salieron, qué quieren y cómo pueden justificar su enfrentamiento con la fuerza pública. Quizás por primera vez se ofrece úna visión muy amplia de las estrategias y tácticas de combate utilizadas por estos grupos subversivos. Ayuda a conocerlos mejor.
Este no es un simple libro lleno de entrevistas, preguntas y respuestas, análisis fríos sobre algo tan doloroso y preocupante como la violencia. Ni un reportaje. Ni una acumulación de fechas y datos y nombres. El libro de Alape, que se lee como una buena novela (al autor le va mejor con estos libros que haciendo literatura), emociona, golpea, preocupa, hace pensar, ayuda a combatir la ceguera de algunos.

EL AUTOR
Durante la mayor parte de sus 47 años de vida, Arturo Alape ha sabido combinar su triple oficio de escritor, periodista y activista político. Sus cuentos, que han ganado numerosos concursos nacionales reflejan la preocupación del autor por una realidad mezquina, tortuosa, violenta e inexcusable, ante la que se alza con rabia y protesta. "La paz, la violencia: testigos de excepción" viene a convertirse en su cuarto libro de testimonios, un género que maneja mejor que nadie, después de publicar "El diario de un guerrillero", "Un día de septiembre", sobre el paro cívico de 1977 y "El Bogotazo, memorias del olvido". También tiene los cuentos de "Las muertes de Tirofijo", "El cadáver de los hombres invisibles", el relato "Noche de pájaros" y es coautor de la obra de teatro "Guadalupe años sin cuenta", ganadora del premio Casa de las Américas y una de las piezas más representadas en este país. Es uno de los mejores reporteros que tienen los colombianos y todavía se recuerda el estupendo reportaje que le hiciera a Fidel Castro, con el pretexto de su libro sobre el Bogotazo. Callado, sobrio, tímido, delgado, con la típica apariencia de un maestro, Alape ha sido también uno de los nervios del ente gremial que reúne a los escritores colombianos. Alguna vez le preguntaron en un programa radial cuál era su mayor virtud y respondió enseguida: la paciencia. Su nuevo libro, que tiene una carátula que recuerda las películas de Gustavo Nieto Roa, es una prueba de esa paciencia.