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LA CAJA EN EL PERIODO COLONIAL

Una exposición que enseña y deleita.

25 de noviembre de 1996

Tiene lugar en el Museo Nacional una completa exposición sobre los distintos tipos de caja utilizados en el país durante el período colonial, la cual resulta de especial interés no sólo por la delicada decoración de algunos de los ejemplos incluidos sino por la información visual que conlleva sobre distintos aspectos de la vida en el Nuevo Reino de Granada. La muestra, curada por María del Pilar López Pérez, explica con admirable precisión, tanto las técnicas aplicadas en la elaboración como la utilización de la gran variedad de cajas reunidas, entre las que se cuentan: arcas, arcaces, arquillas, arquetas, arcones, arquibancos, baúles, cajillas, cajones, cofres, petacas y escritorios. La exposición se titula 'En torno al estrado' en referencia a las tarimas que se emplearon desde el medioevo para llevar a cabo ceremonias públicas y privadas y que en las residencias santafereñas se constituyó en un espacio elevado dentro de la sala o la alcoba, o aledaño a ellas, donde se recibían visitas y se reunían las mujeres en intimidad. En la muestra se reproduce un estrado con la variedad de cajas que lo amoblaban y con las alfombras y cojines que se disponían para el descanso femenino, así como un biombo _cuya pintura de escenas cotidianas está atribuida a Feliciana, la hija de Vásquez y Ceballos_ elemento que con frecuencia separaba el estrado del ámbito de los hombres. La exposición se halla dividida en cuatro grupos de cajas de acuerdo con su función: las arcas empleadas para guardar utensilios de uso doméstico o usadas para el transporte de objetos finos; las cajas de seguridad y las arcas triclaves en las que se conservaban monedas y metales preciosos; los cofres y costureros en los cuales se atesoraban joyas y demás elementos valiosos de pequeño tamaño; y los 'escritorios', un exquisito conjunto de cajas de diversa índole, las cuales no se dedicaban a la escritura como podría pensarse sino a guardar documentos y correspondencia. Muchas de las arcas hacen gala de una decoración tallada con estilizaciones vegetales, imbricaciones y otros motivos abstractos, o de repujados en el cuero que las impermeabiliza; en las arcas triclaves sobresale el diseño de las cerraduras, aldabas y herrajes, pero la ornamentación más atractiva y delicada es la de los joyeros, cofres y escritorios, a base de taraceado con finas maderas y embutidos en hueso, marfil, ébano y carey, en ocasiones grabados con motivos que incluyen paisajes y escenas religiosas. Llama la atención un escritorio dorado del siglo XVI que ostenta en su decoración representaciones pictóricas de la granada, emblema del país, y también las arquillas engalanadas con barniz de Pasto, puesto que además de ejemplificar la adopción de una técnica aborigen en la realización de objetos de origen europeo, incluye entre sus motivos ornamentales frutos tropicales como papayas y guanábanas, una de las características más definitorias del arte del período barroco en el país. La exposición _que se complemente con una pintura anónima de San José en su taller acompañado por las herramientas que usaba un carpintero del siglo XVIII, así como con algunas figuras de pesebre que representan personajes populares cargando distintos modelos de caja_ es claramente el resultado de una seria y exhaustiva investigación que contrasta con las tergiversaciones, errores, elogios interesados y superficialidad a que nos tienen acostumbrados las realizaciones de la curaduría de arte e historia del Museo Nacional.