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LA CONCIENCIA DEL FIN

LA MUERTE FUE IMPULSO Y CONTENIDO EN LOS ULTIMOS TRABAJOS DE LUIS FERNANDO ZAPATA.

24 de junio de 1996

Luis Fernando Zapata se le terminó la vida cuando su obra se encontraba en el mejor momento, cuando los aciertos de su producción y la claridad de sus objetivos permitían presagiar un desarrollo tanto consistente como explícito acerca de la aptitud del arte para expresar nociones imponderables y eternas. Después de una primera etapa formativa que lo acercó a la temática urbana y el color plano característicos del arte pop, su trabajo se internó en la abstracción pura (aquella que no se apoya en formas naturales), en pos de la particularidad del color y de la expresividad de las texturas. Pinturas monocromáticas intensas, resultado de la unión de dos o más tonalidades superpuestas, le concedieron la primera de estas metas, mientras que la segunda la aportó el polvo de mármol adherido al lienzo provocando una superficie áspera, casi pétrea. Pero Zapata fue un artista sinceramente involucrado con la problemática pictórica de su época, y una vez conquistados estos primeros objetivos, la idea de la abstracción pura comenzó a perder interés en su argumentación, al tiempo que empezó a ganarlo la intención de cargar lo tangible con intangible, es decir, el propósito de aprovechar la realidad enfática de las texturas para expresar los dominios del espíritu. Cambió entonces su paleta dirigiéndola hacia tonalidades naturales especialmente en la gama de los colores ocre, o tierra, y dio rienda suelta a su creciente inclinación por lo primitivo, por la sabiduría ancestral de culturas diferentes a la occidental, y también por las enseñanzas que pueden extraerse de su modo de existencia. En coherencia con esta inclinación despojó las obras del bastidor y del lienzo, recurrió a la pasta de papel (proceso que involucra reciclaje), y se orientó hacia formas y soportes ralacionados con objetos ceremoniales evocativos de religiones primarias, en cuya realización la manualidad, la intervención física del artista, se convirtió así mismo en una especie de ritual. Poco después supo que se aproximaba la muerte y aunque su primera reacción fue de defensa (realizó una serie de Escudos), no tardó en confrontar conscientemente su destino ni en expresar a través de su trabajo reflexiones sobre el fin de la vida. A partir de esa valiente decisión su obra se convirtió en una especie de memento mori, en elocuentes Vánitas que combinan la estética de la vida con la angustia de la muerte y que conjugan la resignación con la esperanza. El montaje de la completa retrospectiva de su producción que tiene lugar en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, habría sido del agrado de Zapata. En su recorrido las Tumbas y Sarcófagos conducen a las Barcas Funerarias, y éstas, en diversas culturas primitivas, son símbolo de vehículo de viaje hacia una dimensión inmaterial, como la que Zapata se dedicó a expresar durante la mayor parte de su vida artística.