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La edad de oro

‘Arquitectura Moderna en Colombia’ es un libro que rescata la obra de una generación prodigiosa.

13 de noviembre de 2000

Por alguna razón, que en realidad son 100 razones juntas, entre 1940 y 1970 la arquitectura colombiana vivió un auge que, salvo los especialistas en el tema, poco le ha interesado valorar y preservar a la sociedad colombiana. Salvo el de Rogelio Salmona, que goza de cierto reconocimiento por fuera del cerrado círculo de los arquitectos, poco o nada le dicen a un colombiano de la calle los nombres de Guillermo Bermúdez, Fernando Martínez, Nel Rodríguez, Germán Samper Gnecco y Arturo Robledo, por citar algunos. Sin embargo ellos, al igual que Botero, Obregón, Grau, Negret o Ramírez Villamizar, son pilares fundamentales del arte colombiano del siglo XX.

Por ese motivo el libro Arquitectura Moderna en Colombia – Epoca de oro, escrito e investigado por Eduardo Samper Martínez y con ensayos de Jorge Martínez Nieto, no sólo es un homenaje a la obra de un puñado de arquitectos y constructores sino también un llamado de atención al país, pues varias de las edificaciones que marcaron esa época destacada de la arquitectura colombiana ya han sido demolidas. Edificios que el común de la gente no considera importantes por el sólo hecho de no ser ‘coloniales’.

En las páginas del libro se muestra cómo fueron llegando al país los fundamentos de la arquitectura moderna que se generó a comienzos del siglo XX en Estados Unidos y Europa, cómo un puñado de maestros que llegaron de otras latitudes impulsaron la creatividad y el rigor de esta generación de entusiastas diseñadores, de qué manera el antagonismo entre la arquitectura funcional y la orgánica se fue diluyendo en Colombia, y cómo Fernando Martínez y Rogelio Salmona “se convirtieron en los protagonistas de un rompimiento con los fundamentos para encaminarla a lo que se ha comenzado a llamar arquitectura de lugar”, como señala Eduardo Samper en la introducción.

Pedro Mejía, en el prólogo, se pregunta por qué, de pronto, este impulso creativo se detuvo y por qué razón las siguientes generaciones de arquitectos, moldeadas por estos maestros, no continuaron la tarea que ellos empezaron. Una posible respuesta la tienen Lorenzo Fonseca y Carlos Niño (ver SEMANA #941), quienes afirman que la era del Upac trajo como resultado un crecimiento desordenado de las ciudades y el triunfo de la especulación inmobiliaria sobre la calidad del diseño, y por el otro la aparición de construcciones ostentosas impulsadas por el auge del narcotráfico. Las fotografías recopiladas, muchas de ellas de la época, son un testimonio mudo de una era inigualable en la historia de la arquitectura colombiana.