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LA GRAN MANZANA

Nueva vida a alrededores de Biblioteca Nacional

16 de mayo de 1988

Hace ya seis meses se celebró en Colombia, al igual que en el resto del mundo, el primer centenario del nacimiento del arquitecto suizo Charles Edouard Jean neret, conocido universalmente como Le Corbusier. Como una extensión importante de esa celebración, la Sociedad Colombiana de Arquitectos presidida a nivel nacional por Alejandro Sokoloff, y asesorada por los arquitectos Germán Samper, Hernando Vargas Rubiano y Hernando Vargas C. convocó a un concurso internacional de ideas arquitectónicas para un sitio en Bogotá, como homenaje a la memoria del ilustre maestro.
Este primer concurso internacional convocado desde Bogotá, cuyos resultados se dieron a conocer el miércoles 12 de abril, se vinculó también a otra importante celebración, la de los 450 años de la fundación de Bogotá.
La Embajada de Suiza a través de su agregado cultural patrocinó el evento, junto con la Alcaldía Mayor de la ciudad, el Banco Central Hipotecario y la Embajada de Francia. La oficina del Plan Centro de Bogotá preparó las bases y en conjunto con la Alcaldía ofreció el primer premio.
El concurso se enfocó sobre un sitio bastante importante del centro de Bogotá, la manzana comprendida entre las calles 24 y 26 y las carreras 5a. y 7a., donde se localizan tres importantes obras arquitectónicas: la Biblioteca Nacional, obra de Alberto Wills Ferro construida en 1937, el Museo de Arte Moderno, obra de Rogelio Salmona inaugurado en 1986 y el edificio Embajador, obra de los arquitectos Guillermo Bermúdez y Pablo Lanzetta de los años 60. No se suministró a los concursantes indicaciones exactas acerca del posible contenido de las propuestas, sólo se les ofreció a consideración el conjunto de ideas que configuran el Plan Centro. Se abrió de esa manera un amplio campo de análisis y de imagináción para acercarse a este singular problema. De este modo, cada con cursante pudo proponer libremente ideas referentes al uso público y privado de los espacios disponibles así como a las formas arquitectónicas de los mismos.
La respuesta a la convocatoria fue entusiasta. Se recibieron 124 proyectos de los cuales 30 provenían de participantes extranjeros y 50 de estudiantes de diversas facultades de arquitectura, quienes contaron con especial atención de parte de la S.C.A.
la que brindó amplias facilidades para su participación. La coordinación del concurso por parte de la Sociedad corrió a cargo del arquitecto Eric Halliday, quien asesoró también al jurado internacional compuesto por Jorge Glusberg, crítico argentino de arte y Mario Botta, arquitecto suizo por parte de la Embajada de ese país, los arquitectos Hernán Vieco en representación de la S.C.A., Aníbal Moreno en representación de la Asociación Colombiana de Facultades de Arquitectura y Juan Manuel Salazar a nombre de la Alcaldía Mayor.
Los proyectos participantes en este concurso muestran, antes que nada, un espíritu "joven" que se refleja en la imaginación con la cual fue enfocado el problema. Esto da a entender que el concurso atrajo principalmente a profesionales jóvenes y estudiantes que están motivados hacia los problemas de la ciudad y de su espacio público. Hay una diversidad asombrosa de propuestas que señala un desbordamiento imaginativo interesante.
Existen, incluso, algunas propuestas inusitadas: un edificiopuente que atraviesa la calle 26, una torre de 400 metros de altura, otra de 60 pisos y una "máquina para emocionar".
El primer premio fue otorgado al proyecto presentado por los arquitectos Juan Manuel Gutiérrez, Guillermo Rodríguez y Sergio Trujillo. Los dos premios restantes correspondieron a los arquitectos Francisco López y Alejandro Garzón. Dos menciones fueron otorgadas a los proyectos presentados por Mauricio Pinilla y el grupo STOA y por el arquitecto Alvaro Rivera Realpe y una mención especial fue otorgada al estudiante Giancarlo Mazzanti.
El jurado favoreció claramente aquellos proyectos en los que el espacio público fue el objeto de la mayor atención. El proyecto ganador combina, en un trazado extremadamente cuidadoso, la arquitectura edificada y el espacio abierto, integrando espacialmente el sitio con sus alrededores. En contraste, el proyecto acreedor de la primera mención rinde el homenaje más explícito a Le Corbusier, planteando edificios en los que los principios corbusianos se expresan con fina sensibilidad.
Los resultados de este concurso prueban que, al unir los esfuerzos de diferentes entidades y al abrir la opción de libre participación en los asuntos de la ciudad, los arquitectos pueden responder con ideas generosas e inteligentes que en la práctica convencional monetarizada se reprimen o desconocen. Cabe esperar que la Administración de la ciudad apoye la realización del proyecto ganador y regale a Bogotá un lugar cuya calidad puede servir de ejemplo del buen trabajo profesional.--