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A R T E S    <NOBR>P L A S T I C A S</NOBR>

La Habana en ruinas

El cubano Carlos Garaicoa recrea un nuevo mundo a partir de la arquitectura de su ciudad.

Fernando GomezFernando Gómez
7 de agosto de 2000

Hay citas que se quedan sin dueño: “La buena arquitectura está condenada a ser una ruina cargada de gloria”. Los ejemplos sobran: el Parthenon griego, el Circo romano, las pirámides de Tikal. La exposición de Carlos Garaicoa en la Casa de la Moneda, La ruina; la utopía, es un recorrido por los restos de la capital cubana y la cita sin dueño, obligatoriamente, sale a colación con una pequeña variante: no se trata de ruinas cargadas de gloria sino de pobreza. Garaicoa tiene ese asunto claro. La muestra empieza con el registro fotográfico de sus primeras intervenciones en La Habana, donde aparecen varios transeúntes desprevenidos rodeando un letrero escrito por él en la fachada de un edificio: “Este domingo próximo tu edificio se convertirá en otro, tu vida también cambiará”.

El preámbulo no puede ser mejor. La obra de Garaicoa gira alrededor de la arquitectura y de las relaciones que la gente establece con ella; estas primeras fotos están fechadas en 1991 y después, a medida que se avanza por las salas, empieza a venir lo mejor. El cubano, que como cosa rara no ha salido corriendo ni remando de La Habana luego de los primeros silbatos del éxito, no se ha desviado de su centro de gravedad, y lo que se ve en esta exposición es la evolución de una idea y una obra. Desde Sloppy Joe’s bar dream hasta el Jardín japonés y los proyectos en que transforma esa realidad bizarra de la capital cubana en un delirio futurista, Garaicoa le da la cientos de vueltas de tuerca a su proyecto sin que se debilite.

Sloppy Joe’s bar dream es una instalación que tiene como protagonista un viejo y reconocido bar que no tuvo la misma suerte del mítico Floridita de Hemingway pero el eco de su gloria quedó flotando en la memoria colectiva. Garaicoa construye un ambiente que mezcla ese esplendor con la nostalgia de lo que fue y ya no es. Reconstruye la barra del bar, le da vida con una rockola de época con música de Chuk Berry y Louis Armstrong, en las botellas de vino que hay en los estantes pone el rostro del dueño, una de las paredes queda llena con las fotos de los mejores días del bar, en los que decenas de personajes famosos posaban con sonrisas de oreja a oreja, pero el golpe de gracia son las tres fotos del dichoso Sloppy Joe’s bar en la actualidad: una ruina que, de gloriosa, poco, y sus espejos rotos apenas reflejan polvo y vigas caídas. Pero no todo es nostálgico, en esta muestra hay mucho humor y, porqué no, algo de optimismo empapado de ironía. En su sala de proyectos Garaicoa utiliza fotos de edificios destruidos y, al lado, metamorfosea la realidad de esas imágenes con dibujos, textos y sueños arquitectónicos.

Uno de los mejores ejemplos es el Proyecto para mirar al cielo y tratarlo de ver azul y transparente. La foto muestra un callejón del centro de La Habana en la que los techos de las casas se unen por encima de la calle a través de unas vigas de madera para evitar que las fachadas se vengan abajo. Al lado de esta foto Garaicoa presenta un dibujo esquemático de la misma imagen en el que reemplaza las viejas vigas por una espectacular cubierta de cristal. Los ingredientes, según Garaicoa, para hacerlo realidad son:

Techo de cristal metal esperanzas

Y habría que añadir: muchas esperanzas.