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"LA HISTORIA DEL PAIS ADMITE UNA LECTURA FEMENINA"

RAFAEL HUMBERTO MORENO DURAN

7 de noviembre de 1988

RAFAEL HUMBERTO MORENO DURAN
Poco conocido en Colombia, Rafael Humberto Moreno Duran es considerado en España y Estados Unidos como el escritor colombiano más importante de su qeneración. Por su parte, Angel Rama, en su libro "Novísimos narradores hispanoamericanos en marcha", lo señala como el escritor más destacado de la generacion post-boom y lo coloca, con Manuel Puig, Eduardo Galeano, Reynaldo Arenas y Antonio Skarmeta-entre otros-, en un exigente grupo. A raíz de la publicación de su trilogía Femina Suite, conformada por las novelas "Jueqo de Damas", "Toque de Diana" y "Finale caprissioso con Madona", Enrique Pulecio lo entrevistó para SEMANA. Moreno Duran, quien distará una serie de conferencias en 17 universidades norteamericanas, habló sobre el papel de la mujer, de la frivolidad y de lo femenino en su trilogía, de los motivos que lo llevan a escribir y dejo en claro el papel que el humor juega en su obra.

SEMANA: En síntesis, ¿"qué sería "Juego de Damas "?
MORENO DURAN: Los años sesenta, la Universidad Nacional y la irrupción de la clase media ilustrada vista a través de la mujer, culta, bella, inteligente, sin escrúpulos morales ni sexuales, políticamente comprometida, Mandarina. Veinte años después, se confirma que las mandarinas existían: en el organigrama cultural del país no hay un solo cargo directivo o de importancia que no esté regentado por una dama culta, bella, o presuntamente independiente. Lo mismo puede decirse de ciertos medios de comunicación. Lo sintomático es que estas damas crean una jerarquía que perpetúa sus intereses y hasta sus hijas. Es decir, las Mandarinas que le trazan la senda a las nuevas meninas.
Es un olimpo femenino, con lo fascinante, perturbador y pernicioso que semejante manejo del poder conlleva.

S.: Hablemos de "Toque de Diana".
M.D.: Aquí está la equiparación de dos tipos de poder en sociedades machistas como la hispánica. La seducción del poder femenino frente al poder militar, pero en una faceta poco tratada hasta ahora: el militar de carrera, culto, refinado, formado en West Point, profesor en la academia de historia y geoestrategia militar. Lo que este militar no advierte es que su más difícil batalla será librada en el seno de su propio hogar y donde la hermosa y culta mujer se le revela como una especialista en guerra psicológica. Una vez más, el poder femenino se convierte en titular de la Fuerzas Vivas del país.

S.: ¿ Y "Finale... "?
M.D.: Lo femenino como espíritu de cuerpo: cuerpo de presión social, élite o camarilla, pero también cuerpo erótico. En el primer caso ese cuerpo de presión es una logia masónica autodenominada El Surco Avido, que por lo general monopoliza los medios de comunicación a través de la publicidad. La propia protagonista (la Madona de la historia) no solamente es la estrella indiscutible de momento, sino también La poseedora de un cuerpo extraordinariamente bello y en el que une las dos acepciones del término, los dos sentidos del cuerpo. Es la suma de las mujeres de las anteriores novelas.

S.: Libro de ficción, pero basado en la observación de la realidad.Escrito en España...
M.D.: Resulta cierto aquí visualizado desde allá, lo que significa que por lo menos en el campo de la frivolidad, somos contemporáneos de todos los hombres (perdón, de todas las mujeres) .

S.: ¿Cuál sería la semilla germinal de esta trilogía?
M.D.: Obedece a que desde muy niño intuyo que, pese al oprobioso machismo, nuestro país es un matriarcado. La historia del país admite una lectura femenina.

S.: En las novelas puede percibirse una serie de sentimientos encontrados.
M.D.: La historia llega a ser el reconocimiento y la sublimación de lo femenino. En la trilogía sólo hay un triunfo indiscutible y es el que protagoniza la mujer contra la timidez, la hipocresía y la doble moral de los varones con los que tienen que alternar, sean esposos, hijos o políticos.

S.: Pareciera que las novelas estuvieran jalonadas por la competencia que en un momento se establece.
M.D.: La ruptura de la sensibilidad vivida en la década de los 60 (época en que transcurren los hechos de las novelas y las vivencias del propio autor) sugiere el papel emancipador de la mujer, esencial para una liberación que abarque todos los estratos de nuestra sociedad. En este sentido, la trilogía tiene algo de sentido premonitorio.

S.: Se puede señalar cierta misoginia...
M.D.: Es un triunfo, una apoteosis de lo femenino en los albores del año 2000.

S.: ¿Escribirá otra novela acerca de lo femenino?
M.D.: Lo femenino será materia nutricia de mis futuros proyectos, mientras continúe sintiéndome fascinado por la doble alianza de la mujer y la cultura. Me reservo el derecho de sobrevivir gracias a la libertad que ante tan peligrosa fascinación me brindan el humor y la ironía.

S.: Aparte de eso, la trilogía tiene una peculiaridad de la que se ha ocupado la crítica: es el aspecto formal, el vasto repertorio de técnicas experimentales, la búsqueda de un nuevo estilo, la exploración de las posibilidades semánticas del lenguaje, la ironíá, el humor y la crítica a la noción convencional de la cultura. Pero, ¿qué es lo que más le interesa como novelista? ¿El tema?
M.D.: Como novelista, más que el tema o la anécdota en si, me interesa la definición de un estilo, es decir la relación antropológica entre mi sensibilidad, la tradición cultural a la que pertenezco y la página en blanco que va a trazar mis señas de identidad ante el lector. En otras palabras, el estilo es lo único que traduce mis compulsiones y alegrías a una dimensión estética que espero encuentre eco en mis semejantes, ese baudeleriano "hipócrita lector, mi igual, hermano mío..." --