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Héctor Orrego y Alejandra Montoya, los protagonistas de Leidi.

GALARDÓN

La historia detrás de Leidi

Este cortometraje, dirigido por Simón Mesa, ya es un hito en la historia del cine colombiano: recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes, el máximo galardón en la categoría. Así se construyó la historia.

31 de mayo de 2014

Leidi es una adolescente, madre de una bebé y vive con su mamá. Lleva varios días sin conocer noticias de su novio, Alexis, el papá de la niña. Una mañana soleada, la mamá de Leidi la manda a comprar unos plátanos. Ella sale a cumplir la labor y en el camino se encuentra con un vecino que le dice que vio a Alexis con otra muchacha. Leidi se da a la tarea de encontrarlo. Recorre las calles del barrio buscándolo, preguntando por él, incluso a gritos.

Esa es la historia que cuenta en 16 minutos el cortometraje Leidi, del antioqueño Simón Mesa, que acaba de ser galardonado con la Palma de Oro en la categoría cortometraje de la edición 67 del Festival de Cannes. Nacido en Medellín en 1986, Mesa estudió Comunicación Audiovisual y Multimedial en la Universidad de Antioquia. Tras graduarse, viajó al Reino Unido a continuar sus estudios en la Escuela de Cine de Londres, donde surgió la idea del cortometraje Leidi, para su tesis de maestría.

Una vez escrito el guion, recibió aportes económicos de la Escuela de Cine y se ganó una beca del Instituto Distrital de Artes de Bogotá. Con los recursos asegurados, en octubre de 2013 Mesa empezó la colosal tarea de poner en imágenes lo que había imaginado. “Quería contar simplemente la historia de una mujer que busca a su novio. A veces algunos directores quieren poner muchas cosas dentro de los cortometrajes, pero quise concentrarme en la historia de la chica. A pesar de que hay elementos muy locales, no quise hacer referencias específicas al país. Por eso necesitábamos un entorno que impidiera identificar en qué ciudad se grabó y que reflejara cualquier escenario latinoamericano”, dijo Mesa a SEMANA.

La tarea no fue fácil. Desde las laderas de Medellín suelen identificarse edificios emblemáticos y los característicos teleféricos del Metrocable que transportan a los habitantes de las periferias más altas. Por eso Mesa, con su equipo de producción, recorrió los lugares. Visitaron barrios en las partes altas de las montañas que rodean la ciudad. Finalmente, eligieron sitios específicos en los barrios Doce de Octubre y Picacho, de la comuna seis, quizás unos de los pocos que cumplían las características que buscaban.

Una vez detectaron el lugar vino una tarea no menos compleja: buscar los actores naturales. En esta labor fue clave Alba Rosa Manco, una líder de la organización Mujeres Unidas, que ayuda a madres adolescentes. Ella los puso en contacto con representantes del programa Buen Comienzo, de la Alcaldía de Medellín, que atiende a madres menores de edad y a sus bebés. Ellos permitieron a Mesa y su equipo entrar a las reuniones con las jóvenes madres en barrios de varias zonas de Medellín. Les explicaron la idea y las que querían, se inscribían para ser, de muchas, la que iba a representar a Leidi en el cortometraje. En esos encuentros, “nos dimos cuenta de que había muchas jóvenes en situaciones muy similares a las de Leidi, nuestra protagonista”, comentó Diana Patiño, productora del corto.

Alejandra Montoya, una joven de 17 años, morena y menuda, decidió participar. “Tenía una timidez muy bonita, pero ningún miedo a la cámara. Y su vida se acercaba tanto a la historia que nosotros nos adaptamos a ella”, contó Mesa. Alejandra se presentó a dos pruebas en cámara y quedó seleccionada. Le dijeron que si podía invitar a su novio, el padre de su bebé, pero en ese momento el muchacho no podía porque estaba trabajando en un lavadero de buses, como el novio de Leidi que aparecía en el guion.

Cuando le dijeron que el papel era suyo, se fue feliz para su casa y le contó a Ramón, su papá, que iba a salir en una película y él respondió con una carcajada. “Yo qué me iba a imaginar que era verdad. Después vino el director del corto para pedirme autorización para que ella saliera en la película y a los días Alejandra llegó con el guion y la vi estudiando como nunca. Se la pasaba leyendo”, cuenta el hombre. Alejandra habla poco, pero dejó saber que para ella fue fácil actuar. Está validando el bachillerato los domingos y el resto de la semana se dedica a cuidar al bebé, a ayudar en las labores de la casa y a su papá en el trabajo. Vive con su padre y su hermana. Su madre se fue cuando ella apenas aprendía a caminar y su padre quedó solo cuidando las dos hijas. Mientras él trabajaba, Alejandra se quedaba con sus abuelos, hasta hace dos años, cuando ambos murieron.

El novio de Alejandra no sirvió para caracterizar a Alexis, el de Leidi, porque era muy alto y el director quería un hombre menudito, igual que ella. En la búsqueda encontraron un muchacho que se acomodaba bien al papel. Se llama Héctor Orrego y, para ese entonces, también trabajaba en un lavadero de carros. Y el bebé de Alejandra, con 18 meses, era ya muy grande para el papel que se describía en el guion. Entonces tuvieron que buscar por el barrio un bebé más pequeño para el papel de hijo de Leidi. 

Encontraron en una casa del barrio Doce de Octubre una familia que acababa de tener un par de gemelas que tenían todas las condiciones. Y como son dos bebés iguales, podían turnarlas para dejarlas descansar en las jornadas de grabación. Incluso, el equipo tuvo la precaución de tener disponibles dos bebés más, en caso de que en algún momento ninguna de las gemelas se sintiera cómoda. Y en una ocasión sucedió. Las gemelas estaban inquietas en una escena en la que Leidi amamantaba a su bebé y los realizadores tuvieron que acudir a una tercera pequeña y todo salió bien.

Ellos, sin embargo, no son los únicos personajes. En total unos 25 actores y otra veintena de personas están detrás de la producción, algunos incluso viajaron desde Bogotá para aportar su experiencia. Finalmente, rodaron la película el pasado enero, en cuatro días de arduo trabajo. Simón Mesa se fue con los videos para hacer la edición en Londres y Berlín. El trabajo fue un éxito y los actores, todos naturales, dieron la talla. “Alejandra hizo un trabajo muy serio y comprometido y estamos felices con su actuación y lo que transmite”, comentó Diana Patiño, la productora. Después de aquel capítulo que la sacó de la rutina, Alejandra volvió a su vida, idéntica a la de Leidi. La vida copia al arte.

Una película con fondo
El director aborda el drama de los bebés de madres adolescentes, nacidos en la violencia y el desamor, que son el futuro del país.

La película ofrece una reflexión de fondo. Simón Mesa dice que de una madre adolescente se desprenden muchos elementos que hablan de una sociedad entera. “Esos bebes que nacen por montones en los barrios son el futuro de nuestro país. Un bebé que no tiene una buena alimentación y cuidado en sus primeros años muy probablemente tendrá problemas cognitivos por el resto de su vida.  ¿Qué será de todos esos muchachos en 15 años? Hace ya 20 esas madres adolescentes a finales de los noventa formaron o intentaron formar a los jóvenes que hoy están en los barrios buscando oportunidades y son muchas veces estigmatizados. Esa población es el más claro ejemplo de la desprotección, la vulnerabilidad y el olvido”.