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LA INCONCLUSA

Más de 60 años después de la muerte de Antonio Gaudí, se intenta terminar la iglesia de la Sagrada Familia.

18 de febrero de 1991

Una gran controversia se ha desatado en Barcelona en tomo de uno de sus mayores emblemas: la iglesia de la Sagrada Familia, obra que dejó inconclusa el arquitecto español Antonio Gauds, desde cuando un tranvía segó su vida en 1926.
La piedra del escándalo ha sido la iniciativa del arquitecto Jordi Bonet de culminar una obra que, según muchos, ha debido conservarse intacta. Las críticas han llegado a tal punto, que hace pocos meses se llevó a cabo una manifestación de protesta por los trabajos que hasta ahora se han adelantado.
En realidad, no es la primera vez que la iglesia de la Sagrada Familia suscita controversia. Luego de la muerte de Gaudí, sus asistentes tuvieron que soportar las críticas de quienes querían conservar la iglesia como un monumento.
cuando se inició la construcción de las agujas de la fachada de la Pasión-que comenzó en 1950 y culminó en 1976-, varios artistas firmaron un manifiesto mediante el cual solicitaron la suspensión del proyecto.
Ahora, cinco años después de que Bonet retomó la idea de culminar la obra, la pelea sigue en pie. Muchos de los criticos sostienen que es imposible reproducir el espiritu de Gaudí. Y respaldan su posición afirmando que el artista estaba acostumbrado a resolver sobre la marcha las posibles variantes de su obra y que sus decisiones eran del todo imprevisibles, como para intentar interpretarlo.
No obstante, y a pesar de los desacuerdos, la obra continúa. Entre otras cosas, porque el mismo Gaudf manifestó alguna vez que su proyecto podía demorar siglos, y que esperaba que sus sucesores interpretaran su gusto. Y además porque la iglesia de la Sagrada Familia ha sido considerada por muchos de los que favorecen su conclusión, como un resurgimiento del nacionalismo catalán y un lugar para la expresión de los artesanos de la región. Prueba de ello son los donativos que ha recibido la Junta Secular que administra su construcción, que llegaron a tres millones de dólares el año pasado.
Con todo, el mismo Bonet ha afirmado que él tampoco verá la iglesia terminada: