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La nueva época dorada

El debut de la Opera de Viena, el regreso de los técnicos alemanes y los subtítulos en castellano son apenas parte del menú lírico de esta temporada.

2 de agosto de 1993

TODO ESTA LISTO para que este viernes en el teatro Colón, de Bogotá, se inicia la que puede ser la mejor temporada de ópera en mucho tiempo. Este año existe una gran expectativa generada fundamentalmente por el regreso, luego de siete años de ausencia, de los técnicos alemanes del Teatro de la Opera de Colonia y el anunciado debut de la Compañía de Opera de Viena. Para la afición, la Nueva Opera de Colombia revive por fin los buenos tiempos del estreno de Turandot, de Puccini; Bodas de Fígaro, de Mozart, y Fidelio, de Beethoven, es decir, los años de las grandes temporadas. Para la directora general, Gloria Zea, este es un paso lógico dentro de un proceso que era necesario consolidar poco a poco a partir, entre muchas cosas, de la recuperación de una nueva generación de cantantes nacionales, que son la materia prima fundamental del espectáculo, además del regreso de los colombianos que hacen carrera en el exterior.
Después de muchas deliberaciones se llegó a la determinación de hacer tres títulos, todos del repertorio del siglo XIX, siguiendo una especie de crescendo: Si en la primera temporada, en 1991, se presentó una sola obra, Don Juan; y en la segunda, en 1992, se montaron dos, Carmen y Barbero de Sevilla, para esta temporada se han preparado tres.
Dos provienen del repertorio italiano: La Bohemia, de Puccini, y Elíxir de amor, de Donizetti. La tercera es la obra maestra de la opereta vienesa: El Murcielago, de Johann Strauss II, el Rey del Vals.
Las primeras son las ópera de los tenores. Para Bohemia regresa al país el tenor Alejandro Ramirez, doctor en medicina, con una carrera internacional dc primera línea: Scala de Milán, Covent Garden de Londres, Opera de Viena. de Berlín, Teatro Nacional de Munich, grabacioles con la Orquesta Filarmónica de Viena. Ramírez prácticamente no ha cantado ópera en Colombia. El tenor de Elíxir, por una especie de casualidad, también es médico y su talento ya fue reconocido en el Teatro Nacional de Munich, de cuyo taller de elenco forma hoy parte. En estas óperas italianas, solistas españoles alternan con los colombianos. En El Murciélago el grupo vocal es completamente austriaco, pues el estilo así lo exige. La obra se realiza en coproducción de los vieneses con la compañía colombiana.
Director y diseñador de la Boheme, Peter Rasky y Roland Wolff. respectivamente han trasladado los acontecimientos que deben ocurrir hacia 1948- al París de 1920: una época que hizo coincidir allí a buena parte de los más grandes artistas e intelectuales de este siglo. Jutta Gleue y Michael Zimmermann, quienes firman la puesta en escena de Elíxir, han preferido seguir las indicaciones de Romani, el libretista de Donizetti. La producción de El Murciélago se ubica a finales del siglo XIX, siguiendo la tradición vienesa.
En la parte orquestal participa la Sinfónica de Colombia bajo tres directores: Francisco Rettig, en Puccini; Rudolf Gerstenbauer, en Strauss y Dimitar Manolov, para Donizetti. También intervienen el Coro Infantil de Colcultura y el de la Nueva Opera.
Debuta en el Colón este año la tecnología de la proyección de subtítulos con la traducción al castellano sobre la parte alta de la boca del escenario. La modalidad, ya del todo impuesta en los grandes teatros de Europa, permite seguir paso a paso el desarrollo del argumento, salvando la barrera que impone la lengua original, en el caso de la Temporada 93, el italiano y el alemán.
Para Gloria Zea, además de la participación de Colcultura, la vinulación de la emresa privada es el punto central de la temporada, pues asegura defiitivamente la solidez de la empresa y su proyección hacia el futuro.
Lo básico dice está siempre: el talento nacional y la fidelidad del público.
Con toda esta parafernalia, es de esperar que 1993 marque el despegue para la ópera de una nueva época dorada.