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LA OBRA RECORDADA

La aparición de nuevos manuscritos obliga a cambios en las ediciones de Marcel Proust.

5 de septiembre de 1988

Como si se tratara de un patio antiguo, expuesto a la curiosidad de los arqueologos, la obra narrativa de Marcel Proust sigue siendo escarbada y, con una frecuencia asombrosa, va entregando nuevas facetas, nuevas pistas, nuevas claves del trabajo creador de quien sigue siendo considerado uno de los autores más importantes del presente siglo. Su importancia radica no solo en los libros que componen "En busca del tiempo perdido", quizás el titulo más citada a la hora de hacer balances y uno de los más eludidos por quienes se desalientan ante la magnitud de los volúmenes, sino en lo frondoso de su prosa y en los numerosos personajes, que inútilmente han sido llevados al cine en algunas ocasiones.
La reciente recuperación de manuscritos inéditos, el hallazgo de una colección de cartas dejada por el autor a un amigo cercano y el descubrimiento de borradores, esbozos y correcciones de libros ya publicados, han provocado como con ningún otra autor, una auténtica histeria entre sus lectores y fanáticos. Estos ya no se sienten seguros con las ediciones que compraron y quieren ir actualizando lo que parece ser una auténtica obra en marcha.
En Francia, por ejemplo, en un tiempo muy breve han aparecido tres nuevas ediciones de "En busca del tiempo perdido": una en la colección Garnier-Flammarion, en volúmenes independientes y de bolsillo, con revisiones del texto y, lo que los críticos consideran más importante en el caso de Proust, corrección de algunas puntuaciones. Otra edición apareció en tres volúmenes en la colección Bouquins, de Robert Laffont, que contiene, de enorme utilidad para quienes apenas están iniciándose en los laberintos proustianos, un cuadro muy completo en el cual aparecen las raices de sus personajes y temas, relacionándolas con momentos históricos y personales del autor: describe en qué circunstancias escribió Proust determinados capítulos, cómo supo de determinados personajes, cómo algunos amigos -cuando el escritor no tenía acceso a ciertos salones- le describían después los trajes, las comidas, la música y hasta los perfumes que hombres y mujeres llevaban. Ese cuadro es útil, aun para quienes se proclaman autoridades en Proust porque ha sido diseñado de tal forma que, por fechas, va remitiendo al mundo real y al universo literario del escritor. La tercera edición reciente de "En busca del tiempo perdido" forma parte de la legendaria Biblioteca de la Pléyade, de la editorial Gallimard, bajo la dirección y corrección de Jean-Yves Tadié. Son cuatro tomos, de los cuales sólo están en circulación los dos primeros. Gallimard, en una entrega reciente de la revista Lire, explicaba cómo esta edición de Tadié, uno de los más reconocidos estudiosos de Proust, aparece en remplazo de la que circulaba desde 1954, preparada por Pierre Clarac y André Ferré, edición que se había convertido en la más analizada y buscada por todos.
Proust está muy de moda actualmente y la edición preparada por
Jean-Yves Tadié contiene material inedito, apuntes, borradores, citas, cartas y otros materiales que la convierten en un elemento insustituible en este campo. Para algunos críticos, esta puede convertirse en la edición definitiva aunque con Proust nunca se sabe. Están en el mercado Du coté de chez Swann, A l'ombre des jeunes filles en fleurs y Le coté des gobermantes. Se calcula que en un año o más, saldrán a la venta Sodome et Gomorrhe, La prisionniere, Albertine disparue y Le temps retrouvé.
Esos tres últimos títulos, publicados después de la muerte de Proust, siempre han provocado polémicas entre los entendidos quienes han llegado a asegurar, en medio de agrias discusiones, que Proust no alcanzó a corregir esos tres libros, que ese no era su trabajo definitivo, que son imperfectos y que los editores iniciales se atrevieron a meter mano en la redacción.
En lo que tiene que ver con Albertine disparue, concretamente, hay serias dudas sobre las ediciones en el mercado. La causa consiste en que fue encontrado un manuscrito, pasado a máquina y corregido por Proust que a finales de 1987 apareció en la editorial Grasset, la misma que en 1913 sorprendió a todos con "Por el camino de Swann".
Por ejemplo: entre esta versión y la que se conocía de Albertine disparue, hay 200 páginas de diferencia, que no existen, que el autor ubicó en otro libro y la muerte de Albertine también cambia: en las dos versiones muere al caerse de un caballo pero, mientras en el libro anterior eso sucedía en Turena, ahora resulta que ocurre a orillas del Vivonne, estableciendo nuevos lazos entre los personajes de Swann y Germantes. Las 200 páginas suprimidas hacían relación a los amores de Gilberte Swann o señorita de Forcheville y Robert de SaintLoup, quien se convertirá después en homosexual. Dicen los expertos que Proust, seguramente buscaba colocar ese fragmento suprimido en "La prisionera" o en el último volumen de "El tiempo recuperado".
De todos estos descubrimientos que tienen mucho de arqueológico, se deduce algo importante: no puede hablarse aún de textos definitivos en la obra de Proust, quien dejó tantos papeles, cartas, manuscritos, recortes, apuntes y esbozos, que dentro de algunos meses se estará registrando de nuevo el hallazgo de otras claves para ser añadidas a ese mundo decadente, cínico, elegante y hermoso que sólo Marcel Proust fue capaz de reconstruir, en ocasiones apoyado en los comentarios de sus amigos, los nobles que después se verían retratados ácida y perfectamente.