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La palma de la discordia

El polémico cineasta Michael Moore ganó el premio mayor del Festival de Cannes por un documental dedicado a desprestigiar al presidente George W. Bush. ¿Una decisión política?

30 de mayo de 2004

La primera secuencia de Fahrenheit 9/11, el documental que acaba de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, es impactante. Mientras que una voz repite varias veces la misma pregunta, "¿Es todo esto un sueño?", en la pantalla se muestran imágenes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2000, los atentados del 11 de septiembre, los bombardeos en Afganistán, la guerra en Irak y las caras de George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, John Ashcroft y Paul Wolfowitz. Después de esto vienen dos horas de película en las que el director estadounidense Michael Moore se dedica a demostrar que no es un sueño sino una pesadilla que, según él, su país ha vivido en los últimos cuatro años.

Esta no es la primera vez que Moore da de qué hablar. En 2002 había presentado Bowling for Columbine, el documental con el que ganó el Óscar y en el que también analizaba la violencia en su país. Desde entonces se convirtió en uno de los cineastas más respetados del mundo y en uno de los principales enemigos del gobierno de Bush. Con estos antecedentes era obvio que su nuevo trabajo fuera uno de los más esperados en esta edición del festival de cine de Cannes. Y sin duda Moore no decepcionó a nadie: desde el día en que se estrenó, Fahrenheit 9/11 tuvo una excelente recepción. La noche de su estreno el público le dio a Moore lo que muchos han considerado el aplauso más largo en la historia de Cannes: la ovación duró más de 15 minutos. El éxito se confirmó el sábado pasado, cuando el jurado de Cannes, presidido por el excéntrico Quentin Tarantino (el presidente de jurado más joven en la historia) le entregó a Moore la Palma de Oro.

Pero la polémica no se hizo esperar. A las pocas horas de que Moore recibiera la Palma, los medios dijeron que se trataba de una decisión política y que era una clara bofetada contra Bush. De inmediato Tarantino salió en defensa de Moore: "Sabíamos que toda esta basura política saldría a relucir. Pero nadie quiso hacer una declaración política. Simplemente todos en el jurado coincidimos en que era la mejor película de la muestra". Al recibir el premio, Moore no tuvo la misma reacción que cuando recibió el Óscar. En ese entonces el cineasta lanzó toda clase de acusaciones contra Bush y su política. Esta vez fue mucho más calmado y dijo poco: "En mi país hay gente que quiere mantener la verdad oculta en un armario, pero con este gesto del festival vamos a sacar la verdad a la luz pública". Pero es que incluso antes de comenzar a hacer la película, Moore ya había tenido problemas. En un principio el documental iba a ser financiado por Icon Films, la productora de Mel Gibson. Sin embargo, cuando el gobierno estadounidense se enteró de que Moore hablaría sobre Bush, llamaron al propio Gibson para que le dejara de dar dinero. "Yo no salgo a cenar con Gibson, pero sé de una fuente irrefutable que él recibió una llamada de un miembro prominente del Partido Republicano que le dijo que no esperara más invitaciones a la Casa Blanca si respaldaba esta película", comentó Moore. Sin embargo, Harvey Weinstein, productor de Miramax -que es propiedad de Disney- rescató el proyecto y le dio seis millones de dólares a Moore para que continuara. Una vez el documental estuvo terminado, el presidente de Disney, Michael Eisner, decidió que la película no sería estrenada porque era ofensiva. Hoy, Estados Unidos es el único país donde Fahrenheit 9/11 no tiene distribuidor.

Lo que más impresiona a los espectadores no son las revelaciones que hace el documental -ya que casi todas eran conocidas- sino la manera como Moore las articula y crea toda una teoría. La primera acusación que hace es que en 2000 la cadena de noticias Fox, manejada por gente muy cercana a la familia Bush, manipuló información sobre las elecciones presidenciales. El canal ocultó y cambió información sobre el resultado de las votaciones para favorecer al entonces candidato Bush.

Luego el filme presenta una serie de pruebas de las conexiones entre la familia Bush y la familia de Osama Ben Laden, cuando ambas comenzaron a negociar contratos petroleros. También muestra que dos días después de los atentados del 11 de septiembre, varios miembros de la familia Ben Laden fueron transportados por el gobierno stadounidense hacia Arabia Saudí. Mientras tanto, ciudadanos de origen musulmán que nada tenían que ver con los atentados eran violentamente interrogados. Además, Moore acusa a Bush de haber ignorado pruebas muy claras de que los atentados de las Torres Gemelas iban a suceder.

La investigación de Moore muestra las relaciones del vicepresidente de los Estados Unidos, Dick Cheney, con contratistas talibanes, con quienes construyó un oleoducto en Afganistán. También presenta testimonios según los cuales Ben Laden nunca fue buscado en Afganistán y que la administración Bush decidió desviar la atención hacia Saddam Hussein, para justificar la invasión a Irak. En este momento de la película, Moore muestra escenas nunca antes vistas sobre los abusos de los militares estadounidenses con los prisioneros de guerra en las cárceles. Todo esto, enfocado a demostrar que Bush no debe ser reelegido presidente de su país : "No creo que Bush no debe ser elegido. Y no digo reelegido porque nunca fue elegido realmente", dice.

Aunque los argumentos de Moore parecen demoledores, algunos sostienen que su discurso es paranoico y manipulador. Estos críticos dicen que como cineasta, Moore puede llegar a ser tan manipulador como sus adversarios. Sus ideas siempre van en una misma dirección y sólo muestran un lado posible de los problemas. Incluso algunos han llegado a insinuar que lo hace por sus propios intereses políticos. Moore se defiende y dice que su única motivación es la justicia. Su próximo paso también promete ser bastante controvertido: planea estrenar Fahrenheit 9/11 en los Estados Unidos el próximo 4 de julio, día de la fiesta nacional.