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La sopa enlatada de museo

En 2003 se conmemoran 75 años del nacimiento de Andy Warhol, máximo exponente del 'pop-art' y quien hizo de su vida todo un espectáculo.

15 de septiembre de 2003

Andy Warhol, la superestrella del pop art, el que dijo que en un futuro todo el mundo sería famoso durante 15 minutos, el que hizo de su vida un espectáculo y el hombre que puso a temblar los cimientos del arte con sus planteamientos, habría cumplido 75 años. ¿Cuándo? No se sabe con exactitud. En su certificado de nacimiento dice que nació el 28 de octubre de 1930, en Forest City, Pennsylvania, pero Warhol aseguraba que este documento era una falsificación y lo más aceptado es que vino al mundo en 1928.

Andrew Warhola era hijo del minero y peón Ondrej Warhola y su esposa Julia, que habían emigrado a comienzos del siglo XX desde Checoslovaquia hasta Estados Unidos. En 1949, el joven, que ya se había teñido el pelo de color rubio pajizo, se mudó a Nueva York, acortó su nombre al de Andy Warhol, empezó a trabajar como dibujante publicitario para Vogue, Harper's Bazaar y Glamour, decoró escaparates para los grandes almacenes Bonwit Teller y realizó los primeros dibujos para la famosa empresa de calzado I. Miller.

A la directora artística de la revista Glamour le gustaron los dibujos publicitarios de Warhol, le dijo que eran buenos pero que por el momento sólo necesitaba dibujos de calzado. Al día siguiente, Warhol le llevó 50 dibujos de zapatos, todos muy originales. Y de ahí surgió su serie de Golden Shoes, creaciones libres dedicadas a estrellas del cine, tales como Judy Garland, Julie Andrews, James Dean y Elvis Presley. También hubo 'zapatos dorados' para Truman Capote y el travestido Christine Jorgensen.

Warhol siempre había admirado a las celebridades y quería codearse con ellas, e incluso, quizá como parte de sus tendencias fetichistas, pensó que "sería maravilloso si yo tuviera una tienda de ropa interior". "¿Qué quieres decir con eso de una tienda de ropa interior?", le preguntó su amigo, el guionista Emile de Antonio. "Bueno, venderíamos ropa interior de gente famosa: Cary Grant, Tab Hunter...", le respondió Warhol y propuso que la ropa interior podría venderse a 10 dólares si estaba lavada y a 25 en caso contrario.

La obsesión por la fama

"Tuvo que ser a finales de los 40 o quizás en 1950 -narra el escritor Truman Capote-- empecé a recibir cartas de alguien que firmaba Andy Warhol. Eran las típicas cartas de un fan. Me convertí en la Shirley Temple de Andy. También empezó a mandarme esos dibujos. No eran como sus trabajos posteriores, eran más bien ilustraciones literales de historias mías". Añade que "le dio por apostarse frente al edificio donde vivo, a esperar verme entrar o salir" hasta que un día trabó conversación con la madre de Capote y ella le invitó a subir al apartamento de su hijo. Cuando éste llegó, se sentó a hablar con él. "Me contó toda su vida y que vivía en algún lugar con su madre y 25 gatos. Parecía uno de esos desesperados a los que sabes que nunca les pasará nada. Era un perdedor sin esperanza. De todas maneras, era amistoso y agradable". Entonces empezó a llamarle cada día hasta que la madre de Capote, que estaba borracha, le dijo que no volviera a llamar más. "No volví a saber nada de él hasta que un día D.D. Ryan compró en una exposición un zapato dorado que Andy me había dedicado y me lo mandó como regalo de Navidad (...). Después me lo encontré en la calle. Cuando lo conocí en su encarnación anterior, me había parecido la persona más solitaria y sin amigos que había visto en toda mi vida. Ahora iba rodeado de siete u ocho personas, toda una comitiva para alguien a quien yo consideraba tan digno de piedad (...). Pensándolo ahora, creo que desde muy joven él ya había decidido lo que quería: la fama... es decir, ser famoso". Capote opinaba que Warhol no era un artista muy talentoso. "Soy incapaz de decir exactamente en qué tiene talento, excepto en que es un genio para autopromocionarse".

En 1960, al mismo tiempo que Roy Lichtenstein, Warhol creó sus primeras obras basadas en historietas de cómic y sus dos primeros cuadros con botellas de Coca-Cola. Dos años después, surgieron sus primeros lienzos en el estilo tradicional de las latas de sopa Campbell y elaboró, con base en procedimientos serigráficos, los primeros cuadros de superestrellas de Hollywood, entre los que se destacan los que dedicó a Marilyn Monroe y a Mick Jagger. Asimismo, realizó obras inspiradas en lo que más le gustaba: el dinero, los billetes de dólares. "Comprar es más americano que pensar y yo soy más americano que ningún otro", decía.

The Factory y el sofá

Para fines de 1962, el pop art se había convertido en un tema polémico, y la revista Time publicó un artículo en el que se desacreditaba a ese movimiento artístico. Mucha gente creía que se trataba de una burla y de la exaltación de la vulgaridad norteamericana. Muchos artistas, en especial los que pertenecían al expresionismo abstracto, se sintieron eclipsados por el pop art y no pudieron evitar la animosidad en contra de Andy Warhol, un "simple dibujante de zapatos".

En esa misma época, al tiempo que comenzaba con su serie de catástrofes: Car Crash, Suicide y Electric Chair, un desván alquilado se convertía en su estudio. La gente terminó por bautizarle como "The Factory", un sitio abierto donde cualquiera podía entrar, una especie de club social, y que se caracterizaba por el papel de aluminio que cubría las paredes y un mullido sofá en donde se rodaron muchas de las escenas eróticas de las películas de Warhol. Junto con sus colaboradores realizó, entre 1962 y 1964, más de 2.000 cuadros con base en un dibujo original que se podía imprimir varias veces, desvalorizando así la idea de la 'obra original e irrepetible', uno de los conceptos sagrados en la historia del arte.

"Uno no creería cuánta gente tiene en su casa el cuadro de la silla eléctrica, todo cuando el color del cuadro hace juego con las cortinas", solía decir.

En la Factory se entremezclaba toda clase de gente: homosexuales, lesbianas, modelos, artistas, actores, y se consumían drogas estimulantes y alucinógenas, pero Warhol no lo hacía y tampoco sostenía relaciones sexuales con nadie. Parecía indiferente ante el sexo, pero sobre todo frente a las mujeres. El trabajo, la fama y el dinero eran sus pasiones, no el amor. Para entonces, Warhol, a menudo oculto tras sus gafas de sol, se había hecho una cirugía estética en la nariz, había intentado por diferentes medios curar la enfermedad que manchaba su piel y había empezado a usar pelucas para disimular la caída del pelo.

Ante todo, a Warhol le gustaba mirar, observar, era un voyeur con plenos derechos para fisgonear. Tenía un cuaderno lleno con fotos de pies y penes de todos sus amigos. Para no desperdiciar posibles temas, acostumbraba llevar consigo una cámara y una grabadora. Comentaba que su mente era hueca y que la nutría tomando las ideas de otras personas.

Gracias a él, la cultura popular, los objetos ordinarios y las celebridades cotidianas se habían transformado en un arte vibrante y llamativo, propio de una nación próspera y consumista de la posguerra. "Lo hermoso de este país es que América ha fundado una tradición, según la cual los consumidores más ricos compran, en esencia, las mismas cosas que los pobres. Uno se sienta delante de la televisión y bebe Coca Cola; y sabe que el presidente bebe Coca, Liz Taylor bebe Coca; y piensa para sí, tú también te puedes permitir beber una Coca".

Warhol le temía a la soledad y ante los medios era muy reservado y monosílabo. En una entrevista por radio optó por llevar a un amigo, conservador del Museo Metropolitano de Nueva York; cuando le hacían alguna pregunta no respondía nada y dejaba que su acompañante lo hiciera. Al final, el entrevistador dijo: "Quisiera agradecerle al señor Geldzahler del Metropolitan Museum su presencia hoy entre nosotros, y también al señor Andy Warhol." Este cogió el micrófono para hablar por primera vez en toda la entrevista, y aclaró: "La señorita Warhol".

El hombre enigmático que siempre se mostraba ansioso por salir en los periódicos, acostumbraba enviar dobles, como quien se multiplica a sí mismo a la manera de la etiqueta de algún producto, a las presentaciones a las que era invitado y en las que se proyectaba alguna de sus películas. No era difícil: rociar el pelo con un aerosol plateado y polvos de talco, maquillaje blanco en cara y manos, unas gafas de sol, una chaqueta de cuero negro, mascar chicle y responder las preguntas como lo haría él: "sí", "no", "quizá", "no lo sé", "de acuerdo", "francamente, no me he puesto a pensarlo".

Los homosexuales cow boys

En 1963, al conocer al poeta Gerard Malanga, quien sería su asistente, comenzó con la producción del cine "underground", haciendo películas como Sleep (seis horas filmando a un amigo dormido), Empire (ocho horas filmando el Empire State), y Kiss (una pareja besándose durante horas), cuyo objetivo era conseguir que las actividades más mundanas se hicieran interesantes. "Películas estúpidas e ilógicas", se quejaron algunos críticos. A Warhol esto no le inquietaba; lo único que le interesaba era que sus filmes no se parecieran en nada a los de Hollywood y por eso no se preocupaba por enfocar, ni por la edición, ni por los ensayos y tampoco por los diálogos o los guiones. Warhol era una especie de genio catalizador que hacía que la gente hiciera escenas de fuerte contenido sexual para él delante de la cámara. En los años siguientes realizaron más de 75 películas. Su primer éxito comercial vino con The Chelsea Girls (1966), un semidocumental de siete horas cuyo escenario principal era el Hotel Chelsea, frecuentado por artistas, literatos y música. Mujeres como la modelo Edie Sedgwick tuvieron su momento de mayor fama trabajando en películas como Ciao, Manhattan y The Hustler, en las que gran parte de los diálogos eran improvisados por los actores.

Para la realización de la película Horse, Warhol pidió un pony en una agencia pero le llevaron un enorme semental que se notaba muy intranquilo. En un decorado del Oeste, a los actores vestidos de cowboys, que ignoraban el guión, se les avisaba por medio de cartelones lo que tenían que hacer. Nerviosos, sentados debajo del caballo, vieron aparecer una pancarta que decía: "Atacad al caballo sexualmente". De inmediato, todos se pusieron de pie para asaltar al animal, que se defendió dándole una coz en la cabeza al actor Tosh Carrillo. El tema subyacente del filme era la extraña relación amorosa de los solitarios vaqueros con sus caballos, la masturbación, la homosexualidad entre ellos y la asexualidad implícita en el Far West, en donde apenas había mujeres. Y como Tosh parecía chicano, aprovecharon para hacer una crítica contra los prejuicios raciales mostrando otra pancarta: "Ahora atacad a Tosh", ¡y vaya paliza la que le dieron!

Al borde de la muerte

En 1966 el grupo de rock Velvet Underground comenzó haciendo música en directo en un espectáculo multimedia de Warhol, quien introdujo a la modelo y actriz alemana Nico, la chica de moda, como cantante. Al igual que ella, mucha gente que deambulaba por la Factory soñaba con ser protagonista de una película o modelo para un cuadro.

Poco tiempo después de haberse instalado en la nueva Factory, Valerie Solanis, una lesbiana jefa de la Society to Cut Up Men, Scum, (Sociedad para Castrar a los Hombres), ingresó al lugar, vio a Andy Warhol de pie junto a las ventanas, se le acercó y le apuntó con una pistola. "¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Valerie, oh, no!", gritó Warhol. Al instante, estaba tendido en el suelo, malherido y víctima de un ataque de risa histérica, mientras ella huía por el ascensor. "No me hagan reír que me duele mucho", les advirtió a los que se habían acercado para ayudarle. Cuando llegó la ambulancia, Warhol ya había perdido mucha sangre. Mientras se debatía entre la vida y la muerte en el hospital, la agresora se había entregado a la policía en Times Square y confesó estar dolida porque Warhol le había prometido el papel principal de su próxima película y no había cumplido. Warhol y Mario Amaya, el crítico que estaba por casualidad allí y que recibió un disparo en la cadera, solían decir después que ellos habían sido las primeras víctimas del feminismo.

Los dos balazos le habían traspasado el pulmón, el vientre, el bazo y el esófago, y alcanzó a ser declarado clínicamente muerto. Tras salir del hospital, dos meses más tarde, tuvo que usar un corsé por el resto de sus días.

En 1969, lanzó el primer número de Inter/view, una revista con artículos ilustrados sobre las celebridades del momento. En los años siguientes realizó sólo algunas obras por encargo: retratos de artistas amigos suyos y galeristas. En ese entonces llegaba a cobrar unos 25.000 dólares por un retrato. "Ganar dinero es un arte, y trabajar es un arte, y hacer buenos negocios es el arte más elevado", dijo alguna vez.

En la década de los 80 se dedicó a trabajar series de cuadros con base en obras de arte famosas: El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli; La Anunciación y la Última Cena, de Leonardo Da Vinci, y San Jorge y el dragón, de Paolo Uccello.

En febrero de 1987, luego de haber sido sometido a una operación de la vesícula, falleció. "Lo más hermoso de Tokio es McDonald's. Lo más hermoso de Estocolmo es McDonald's. Lo más hermoso de Florencia es McDonald's. Pekín y Moscú no tienen todavía nada hermoso", dijo en alguna ocasión, como si estuviese avizorando el destino capitalista y globalizado del mundo actual.