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La vitrina del año

Colombia fue invitada por el Instituto Smithsonian de Estados Unidos para mostrar este verano oficios y saberes desconocidos de un valor incalculable. Tres años duraron los preparativos.

11 de junio de 2011

Cada verano el Instituto Smithsonian pone en vitrina en el corazón de Washington -en pleno National Mall- a un país o a una comunidad en su Folklife Festival. Este año Colombia es la invitada. "La naturaleza de la cultura colombiana" se llama la muestra que llevará el país, que busca ser un espacio que presente, con el menor maquillaje posible, oficios y saberes vivos vigentes hoy, desde el joropo llanero y el queso de capa de Mompox hasta la venta de minutos de celular en las ciudades. El festival, al que se calcula que asistirá más de un millón de personas, comenzará el 30 de junio e irá hasta el 11 de julio.

De entrada hay que tener claro el espíritu del evento, que ya completa 44 ediciones. La ministra de Cultura, Mariana Garcés, lo sabe. "Es un festival de tradiciones populares donde la manera de exhibir es distinta: no hay cuadros, no hay instalaciones, se ve a los hacedores en lo suyo. Se presentan las cadenas productivas. ¿Qué pasa con el oro cuando lo sacan del río y cómo se trabaja para llegar a la filigrana de Mompox?".

Para cumplir con este compromiso -que adquirió la ministra anterior- el Ministerio tuvo que gestionar 6.500 millones de pesos con entidades como el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la Cancillería. "Ellos ponen las reglas del juego, mientras que el país invitado se compromete a desarrollar la investigación y la curaduría de lo que se va a mostrar", explica Garcés. Esta tarea se le encargó a la Fundación Erigae, dirigida por la antropóloga Monika Therrien. Se le apuntó a una propuesta museográfica de gran calidad, que superara los estándares fijados por el Smithsonian.

"No queríamos carpas de bazar y adentro gente exhibida como algo exótico. Proponemos un relato de viaje por Colombia", aclara Germán Ferro, antropólogo que coordinó el equipo durante más de tres años y adelantó una juiciosa investigación que quedará como gran base de datos del patrimonio inmaterial colombiano. Y complementa: "Llevamos un concepto curatorial, un concepto de país; una Colombia real. Queremos mostrar cómo un grupo humano recrea y transforma los recursos naturales. Por supuesto que es un proyecto de Estado, pero hemos tenido la autonomía absoluta. La idea es pensar el país desde una dinámica más integral. No por departamentos, ni por regiones". Esto para introducir el concepto que será el eje de la muestra: el de los ecosistemas culturales que incluyen también actividades económicas. "Es una forma de entender nuestra riqueza, nuestra complejidad; también es una mirada hacia dentro para ver nuestra complejidad como país".

Serán seis los ecosistemas: altiplano andino, Eje Cafetero, Depresión Momposina, bosque húmedo pacífico, llanura suroriental y selva húmeda tropical. En estructuras construidas con guadua y lona costeña, diseñadas por el arquitecto Simón Hosie, habrá, entre otros, música carranguera, cestería del Eje Cafetero, chirimías del Chocó, cantadoras del Pacífico, un arriero de Concordia (Antioquia) y un yipao de la zona cafetera. "Escogimos el yipao, no como algo típico y folclórico, sino como símbolo de una forma de transporte recursiva, versátil en una zona montañosa. Tendrá un trasteo, expresión de cualquier hombre colombiano que sale a la ciudad, desplazado por la razón que sea. Es la Colombia que se mueve permanentemente, más de siete millones de personas", concluye Ferro.

El ícono de la muestra será una estructura de 13 metros de altura en guadua que simboliza el crecimiento irregular de las ciudades. Tendrá paneles con frases que recopiló Hosie en talleres en Ciudad Bolívar. Ferro se refiere a ella como "un ejercicio de memoria, de cómo es la lucha de muchos colombianos por habitar la ciudad. Queremos mostrar procesos que se viven hoy en las ciudades, otras formas de sobrevivir en ellas". En esta línea, también se incluyó en la delegación a Hernando Ruiz, artista que desde su Fundación Reciclarte transforma desechos en propuestas plásticas. Con él viajarán bailarines de salsa de Cali y de tango de Medellín. De Bogotá irán actores del colectivo Circo Ciudad, expertos en clown y en dramaturgia en el espacio público. Ellos representarán prácticas comunes hoy en las ciudades, entre ellas, la venta de minutos de celular.

Aun así ha habido críticas. Se habla, por ejemplo, de que persisten los estereotipos. Ferro responde: "Si se quiere, se puede hacer del arriero un estereotipo, pero el objetivo es ver más allá y para eso está la investigación" . En el esfuerzo para que el visitante tenga un contexto mínimo, para no aislar lo que se muestra de su contexto, se hizo un mapa de Colombia gigante, de cuatro metros en altorrelieve. Por otro lado, se dice también que el conflicto pasa de agache. Aquí responde la ministra: "Nuestra intención no es tener el conflicto como primera prioridad. Es un festival que está por fuera de las connotaciones de orden político, es de tradiciones y saberes populares. Lo que hay es una reivindicación de la cultura campesina víctima de la violencia".

Y para lograrla, no faltaron los obstáculos. Entre ellos, convencer al Smithsonian, que no acepta marcas, de que Juan Valdez y su mula Conchita eran ante todo un símbolo. Fue imposible también llevar desde Colombia la mula del arriero, lo que obligó a buscar una allá capaz de soportar 120 kilos de carga. Difícil también fue conseguir la leche cruda -su venta está prohibida en Estados Unidos- que se necesita para preparar el queso de capa y la gasolina que demanda el fuelle del joyero de Mompox. Todo para no truncar un esfuerzo en el que la improvisación es, por fin, la gran ausente.