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LAS PREGUNTAS DE LA VIDA

En su más reciente libro Fernando Savater muestra cómo la filosofía puede ayudar a encontrar <BR>respuestas a los problemas del hombre

26 de julio de 1999

Fernando Savater 286 páginas $ 19.900 Vieja como la filosofía, cuenta Savater, es la
costumbre de reírse de los filósofos. Es famosa la anécdota de Tales de Mileto cayéndose en un pozo por ir
mirando el firmamento y las consabidas risas de dos mujeres que pasaban por allí. El satírico Luciano de
Samosata (s. II d. J.C.) escribió un diálogo llamado Subasta de filósofos: Zeus, ayudado por Hermes,
ofrece en remate a las principales lumbreras de la filosofía como si fueran esclavos o prostitutas. El precio
corresponde a la utilidad de sus doctrinas para la vida de los compradores. Sócrates y Platón son los más
cotizados. Aristóteles vale muy poco y Epicuro es una auténtica ganga. Heráclito y Demócrito son retirados
por falta de compradores. En la novela de Tibor Fischer, Filosofía a mano armada, protagonizada por el
profesor de filosofía Eddie Féretro, un borracho fracasado que se dedica a planear asaltos de bancos
siguiendo las pautas de los más conocidos sistemas de pensamiento. El filósofo gángster anota de vez en
cuando sus profundas reflexiones: "Avanzamos a través de preguntas y respuestas que nos llegan hasta la
cintura; han inundado al mundo, hay tantas que si logramos emparejar unas pocas es un buen avance".
Como método de atraco la filosofía resultará más útil que aplicada a otros asuntos Según Savater, la gente
tiene razón: los filósofos, en general, son pedantes, pomposos, inútiles, irreverentes, hipócritas y egocéntricos.
"Estudie usted Kant o Hegel y luego ya hablaremos". Pero Savater consigue demostrar en este
apasionante libro todo lo contrario. La filosofía no existe para que unos iluminados quisquillosos y con
una terminología desmesurada se encierren a discutir, sino para responder a las preguntas y las inquietudes
de los humanos de ahora, los que usan Internet y viven en un mundo globalizado y no en el siglo V a. d. J.C.
Para comenzar, se aclara: "La filosofía no brinda soluciones sino respuestas, las cuales no anulan las
preguntas pero nos permiten convivir racionalmente con ellas aunque sigamos planteándonoslas una y otra
vez: por muchas respuestas filosóficas que conozcamos a la pregunta que inquiere sobre qué es la justicia
o qué es el tiempo, nunca dejaremos de preguntarnos por el tiempo o la justicia ni descartaremos como
ociosas o superadas las respuestas dadas a esas cuestiones por filósofos anteriores. El libro se inicia con
una meditación sobre la muerte, porque la muerte obliga a filosofar, convierte a los hombres a la fuerza en
pensadores. Se estrellan contra la sin salida de la muerte y, necesariamente, terminan pensando en su
reverso: la vida. Y la vida es exaltación, alegría, porque no es la muerte, porque no es 'no' sino 'sí', porque es
todo frente a la nada. Querer saber significa estar verdaderamente vivo. Vivo frente a la muerte y no "atontado
y anestesiado esperándola". La conciencia de la muerte que lleva a la razón, abrirá el camino en los
siguientes capítulos, a otras reflexiones: el yo, el lenguaje, la libertad, la naturaleza, la cultura, la belleza
("el escalofrío de la belleza"), el tiempo. ¿Qué han dicho Epicuro, Kant, Spinoza, Aristóteles sobre estos
temas? Savater lo explica, llevando de la mano al lector, haciendo concreta y eficaz una sabiduría
milenaria que sería una estupidez imperdonable tirar a la basura. Desde luego, se puede vivir sin pensar.
Pero, como lo recuerda el filósofo renacentista Pico della Mirandola "la dignidad de nuestra condición" se
origina en el hecho de ser 'algo menos' que el resto de los seres de la creación. Todo lo que existe
_bestias, plantas, arcángeles_ tienen su lugar prefijado en el orden del universo. Las cosas de este mundo
tienen que ser lo que son, no tienen más remedio. "Todas las cosas, todos los seres están así prefijados de
antemano... menos el hombre". El hombre siempre podrá ser otra cosa y hay que agradecerle a la lotería
zoológica que no lo hizo microbios o elefantes. Porque puede pensar. n Según Savater los filósofos son
pedantes, pomposos y egocéntricos Novedades Pista de despegue Paul Auster Anagrama, 1998 232 Paginas
$ 13.000 Antes de llegar a ser el famoso novelista de La trilogía de Nueva York o La ciudad de cristal, Paul
Auster comenzó escribiendo poesía y ensayos sobre los autores que lo marcaban literariamente. Faulkner
decía que todo gran novelista comienza siendo un poeta fallido, luego es cuentista hasta que encuentra el
camino de la novela. No es el caso de Auster y precisamente este libro sirve para demostrarlo: es un buen
poeta que en algún momento se encontró con la prosa sin abandonar la poesía. Sin entrar en la discusión _
un poco estéril_ sobre los géneros literarios podemos afirmar que Pista de despegue es el libro que explica
ese tránsito hacia la novela. En él se encuentra el poema en prosa Espacios blancos que representa algo así
como el camino de Damasco de su vida como creador. Allí entendería todo: qué son las palabras y el mundo,
qué debe espera como escritor. Cuentos de los años felices Editorial Norma, 1999 219 Paginas $ 24. 900
Siempre será grato leer al estupendo narrador que es el escritor argentino Osvaldo Soriano, fallecido _no
es fácil resignarse_ el año antepasado. Esta vez con relatos sobre su padre, la historia argentina _la otra_
y, desde luego, el fútbol. Y al fondo, siempre, como un decorado de cine latinoamericano con escasos
recursos, esos pueblos solitarios de la pampa con carreteras que no van a ninguna parte. En apariencia
varios temas pero en realidad su único y obsesivo tema recurrente: los marginados, los que pierden pero
son inmensos en su derrota porque siempre conservan alguna secreta esperanza de, al final, poder engañar
la realidad. Pequeños héroes anónimos como su padre o aquel Míster Peregrino Fernández, entrenador de
fútbol. Y ese estilo entrañable de Soriano (sería un lugar común decir 'inconfundible' pero lo es); veloz;
nostálgico (sería otro lugar común imperdonable compararlo con el tango pero qué hacer: nos hace recordar
las letras de los mejores tangos). Cómo no querer a un escritor que se atreve a describir un gol aun a riesgo
de desprestigiarse 'en la alta torre de los escritores'.