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Leonard Cohen nació el 21 de septiembre de 1934 en Montreal, Canadá, y murió el pasado jueves, 10 de noviembre, en Los Ángeles, Estados Unidos. | Foto: A.F.P.

OBITUARIO

Leonard Cohen anunció su muerte

En su último álbum, que lanzó hace dos semanas, el artista ya anunciaba que sus días estaban contados.

12 de noviembre de 2016

"Estoy preparado, mi Señor”. La frase, reveladora y triste, se oye en la canción You Want It Darker, nombre que también tiene el álbum número 14 de Leonard Cohen. Muchos sospecharon, como ocurrió con el disco Blackstar de David Bowie, que el poeta y músico canadiense estaba dejando su testamento y que su fin estaba cerca. La conjetura quedó confirmada el pasado jueves en la noche.

“Con profundo dolor reportamos que el legendario poeta, compositor y artista Leonard Cohen ha fallecido. Perdimos a uno de los más reverenciados y prolíficos visionarios de la música”, decía un comunicado que su publicista puso en la página en Facebook del artista.

A sus 82 años se iba uno de los compositores más generosos e ingeniosos de los últimos tiempos, un artista con tal poder de seducción, que quien una vez oía su melancólico vozarrón y su inigualable música se quedaba con él para siempre.

Sus letras eran poderosas. Cohen siempre será considerado como uno de los grandes poetas canadienses. “Supo conjugar –dice Jacobo Celnik, crítico musical– la profundidad de la formación espiritual del judaísmo con toda la influencia de la poesía anglosajona. Siempre, en su música y en su literatura, tuvo una mirada muy profunda del Antiguo Testamento”.

Cohen no solo habló de espiritualidad en su música, también de depresión, de injusticias sociales, de sexo y de política.

El poder de sus letras, entre las que se incluyen sus no muy conocidas novelas Beautiful Losers (1966) y El juego favorito (1963), le mereció ganar en 2011 el Premio Príncipe de Asturias: el jurado consideró que sus poemas y canciones exploran con profundidad y belleza las grandes cuestiones del ser humano.

Su discurso al recibir esta distinción fue memorable. Aquel día exaltó la influencia española en la forma de tocar la guitarra (gracias a un muchacho que le enseñó y que al poco tiempo se suicidó) y al poeta Federico García Lorca, al que descubrió cuando tenía 15 años. Cohen dijo alguna vez que “fue el poeta que más influyó en mi juventud. Fue el primer poeta que me invitó a vivir en su mundo”. A su hija la bautizó Lorca.

Vivió otro momento determinante de su vida en la isla griega Hidra, donde conoció en los años sesenta a Marianne Ilhen, su gran acompañante, quien murió en julio de este año. Ella inspiraría la canción So Long Marianne, tal vez junto a Hallelujah, Suzanne o I’m Your Man, sus canciones más reconocidas.

Esta relación fue tan fundamental, que cuando supo que murió escribió una carta premonitoria: “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía. Ya sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría, pero no necesito extenderme sobre eso ya que tú lo sabes todo. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Todo el amor, te veré por el camino”.

Cohen tenía cáncer aunque no hablaba públicamente de su enfermedad. La muerte venía y él lo anunciaba: a su último álbum, a la carta a Marianne, se suma una entrevista en la revista New Yorker con el periodista David Remnick, donde dice que sigue trabajando en canciones y poemas, pero no cree que pueda terminarlas: “O quizás sí, ¿quién sabe? Y de pronto tenga un segundo aire, no lo sé. Pero no me apego a ninguna estrategia espiritual. Tengo mucho trabajo que hacer, ocuparme de cosas. Estoy listo para morir. Espero que no sea demasiado incómodo”.