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Superando las lluvias y el insufrible tráfico que acompañaron sin tregua los 14 días de evento, 433.000 personas asistieron a Corferias.

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Lo bueno y lo malo de la Feria del Libro

Un balance después de dos semanas de Feria del Libro de Bogotá 2013. Lo bueno y lo malo del evento.

2 de mayo de 2013

Lo alentador


La asistencia masiva de público. Superando las lluvias y el insufrible tráfico que acompañaron sin tregua los 14 días de evento, 433.000 personas asistieron a Corferias. Compradores, curiosos, colegios y familias enteras, hicieron de la visita a la Feria un programa de fin de semana y no sólo una exposición exclusiva para editores y especialistas. Esta vez asistieron 18.000 personas más que al mismo evento en el 2012.

El país invitado. Este año Portugal trajo una delegación de escritores, ilustradores y académicos que demostraron la gran vitalidad de las letras y de las artes de ese país. Miles de obras en portugués y traducidas al español, conciertos, conversatorios y muestras de artes gráficas fueron la demostración de la buena salud, culturalmente hablando, de la que goza esa nación.

La variedad de actividades. La presentación del escritor francés Jean Marie Gustave Le Clézio, premio nobel de literatura, fue una de las 1.200 actividades programadas en los pabellones de Corferias. Charlas con escritores, como la del holandés Cees Noteboom, homenajes, recitales musicales, conversatorios, exposiciones, hicieron parte de una muy amplia oferta que este evento tuvo para este año.

Las editoriales y las librerías independientes. Universidades, iglesias y cultos religiosos, centros de enseñanza sobre una gran cantidad de temas y grupos de amantes de la literatura cada año ganan más espacios en la Feria del Libro; además de proponer una gran variedad de opciones para comprender el mundo, algunos de ellos se empeñan en que sus libros sean verdaderos objetos de colección.

Lo desalentador

Los precios de los libros. Aunque algunos almacenes de cadena, editoriales independientes y distribuidores de libros hacen buenos descuentos, las editoriales más grandes y reconocidas, las que lanzan la mayor cantidad de títulos al año no realizan rebajas significativas en el precio de sus libros. 

El denominado “precio de feria”, se ha convertido en un chiste que hace la gente para dar a entender que el descuento sobre el valor de algún artículo es completamente insignificante.

La demora en la prestación de algunos servicios. Largas filas para comprar un café o un almuerzo, para retirar dinero de un cajero automático, para entrar al parqueadero o para pagar la entrada son la muestra de que la infraestructrura de Corferias es insuficiente, pese a las reformas realizadas en el último año, para atender a los miles de visitantes que llegan a la Feria durante un fin de semana.

Hay miles de visitantes y mucho entusiasmo en el cubrimiento diario que hace la prensa, la radio, la televisión y las redes sociales. Ruedas de negocios y una organización que garantiza que la mayoría de las actividades programadas se hagan a tiempo y que salgan bien.

Sin embargo ¿por qué los índices de lectura anual en Bogotá indican que cada vez se lee menos? Es claro que la Feria del Libro no es la culpable del progresivo abandono en el que tenemos a los libros, pero este espacio también debería servir para que la ciudadanía exija respuestas a los funcionarios de las instituciones que desarrollan y promueven, sin éxito, planes de lectura.