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LOS FILOSOFOS DE SANTO TOMAS

Un congreso internacional de filosofía bajo el manto de las ideas de la religión .

Los filósofos, esos personajes barbados, que parecen cada vez más relegados por el tecnicismo de los tiempos, reunieron la semana pasada a más de medio millar de personas en los claustros de la universidad más antigua de Colombia. Se trataba del Tercer Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana nueva edición de un certamen convocado cada dos años desde 1980 por la cuatro veces centenaria universidad Santo Tomás de Bogotá. En esta ocasión el tema era la filosofía frente a la cultura propia del continente.
El congreso se dividió en dos partes claramente diferenciables. Por la mañana, en sesiones generales, ponentes de renombre internacional, como Francisco Miró Quesada o Enrique Dussel, y profesores de universidades preferentemente católicas, presentaron sus ideas sobre la cultura latinoamericana, en una perspectiva religiosa, que parecía extraña en una convocatoria para filósofos, pero que era fácilmente previsible por tratarse de un congreso organizado por sacerdotes dominicos, herederos espirituales del fundador de la filosofia Escolástica.
Por las tardes, en contraste, los asistentes se distribuyeron en siete seminarios sobre distinttos tópicos, donde tuvieron cabida disertaciones sobre Neruda y Vallejo, sobre el carnaval de Barranquilla y la música vallenata, sobre narrativa latinoamericana, sobre medios de comunicación, sobre el pensamiento de los obreros de la sabana de Bogotá.
MARX Y FREUD A LA LATINOAMERICANA
Sin duda el personaje más destacado del congreso fue el filósofo argentino Enrique Dussel, exiliado en México desde que, en octubre de 1973, una bomba destruyó su residencia. A sus atacantes no les gustó su discurso sobre una tal "Filosofía de la Liberación", que planteaba, desde el helado lenguaje de las abstracciones, la necesidad de que los pueblos latinoamericanos lucharan por deshacerse de la dominación y de la dependencia política, económica y cultural.
Esta nueva corriente filosófica, que tiene hoy en Dussel a su más importante autor, fue la predominante en el congreso de la semana pasada y prácticamente se le asimiló a lo que en él se presentó como Filosofía Latinoamericana.
El origen más remoto de esta Filosofia de la Liberación se ubica en 1968 en el Perú nacionalista de Velasco Alvarado. Un autor ya desaparecido, Salazar Bondi, planteó en ese momento la posibilidad de que existiera una filosofía de nuestra América y ubicó esta posibilidad en lo que llamó "la cultura de la dominación". Sus ideas fueron la plataforma ideológica del nacionalismo de los militares peruanos y sirvieron para que tres años más tarde, un congreso filosófico en Córdoba, Argentina, consagrara el término de Filosofía de la Liberación, como hoy se le conoce.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, esta nueva corriente no se detiene en el campo de lo político y social, sino que aborda la temática de la relación varón-mujer, es decir la de lo erótico, y la de la relación padres-hijos o maestros-discípulos, es decir, la de lo pedagógico. "Es que Marx dice poco o nada acerca del orgasmo", explicó Dussel a SEMANA para justificar el amplio campo de mira de sus investigaciones.
Los filósofos de la liberación se basan, obviamente, en los descubrimientos de Marx y de Freud para sus respectivos campos. "Pero--aclara Dussel--no podemos ser simplemente Marx repetido o Freud repetido en lo erótico. Tenemos una tarea mucho más difícil, la de reconstituir a todos estos clásicos, desde América Latina, la de desplegarlos. En esta tarea aun los mismos marxistas y los sicoanalistas son enemigos nuestros, porque creen que la tarea es repetir a Marx o a Freud".
EL MANTO DE LA RELIGION
En contraste con esta visión civil de la filosofía, otros de los ponentes, encabezados por el jesuita, también argentino, Juan Carlos Scannone, planteó su propósito de "poner la filosofía al servicio de la teología" y en declaraciones a SEMANA reconoció que su quehacer filosófico era hecho "en el horizonte de la fe". Para esta singular visión, entre la filosofía y la teología, debe haber "un diálogo interdisciplinario, como lo hay entre las matemáticas y la física".
Dussel el polémico, el irreverente, el perseguido y Scannone, el lógico, el frío, marcaron los dos platos de la balanza de este congreso, que más que de Filosofía Latinoamericana, se hubiera podido llamar de Filosofía Cristiana Latinoamericana. -
Arturo Guerrero -