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LOS HOMBRES DE MONICA

CON HOMBRES, MONICA AGUDELO SE REAFIRMA COMO LA NUEVA DOCTORA CORAZON DE LOS TIEMPOS MODERNOS

3 de junio de 1996

Aunque el público del melodrama está compuesto en su mayoría por mujeres, en Colombia la escritura de los asuntos del corazón ha sido desde siempre cuestión de hombres. Al contrario de países como Venezuela o España, que cuentan con sacerdotisas de la palabra amorosa al estilo de esa rubia tremendista llamada Delia Fiallo o de Corín Tellado, la maestra de las pasiones con cinturón de castidad, en Colombia los secretos del alma se han quedado preferiblemente en los cofres de contadísimos sacerdotes. Bernardo Romero, Julio Jiménez y últimamente Fernando Gaitán, entre otros, han fundado ese exclusivo clan de los seductores de cabecera del alma femenina, paradójicamente cerrado a las plumas de las mujeres . Por esta tradición masculina tal vez se ha extendido la teoría de que, como sucede con los grandes cheffs, ciertos asuntos supuestamente femeninos alcanzan una esquisitez particular en las manos de los hombres. Con excepciones honrosas, como la de Martha Bossio, quien le ha abierto el camino a las libretistas a través de su original mitología de héroes y heroínas que saben reírse de sí mismos. Pero si Bossio fue la pionera, sin duda la joven más talentosa de los últimos tiempos es la intelectual Mónica Agudelo. Esta filósofa recatada y observadora ha demostrado que tiene agallas, lenguaje, humor y algo que decir en medio del gran barullo de insensateces que llenan la televisión nacional. Y, sobre todo, ha dejado claro que puede marcar un estilo. Este lo ha venido desarrollando poco a poco desde la polémica Sangre de lobos , pasando por la sofisticada Maldición del paraíso y desembocando en un clásico como Señora Isabel. Aunque en muchos de estos casos Agudelo trabajó a cuatro manos con Romero Pereiro, para los televidentes su toque es inconfundible. Reflexiones sobre la vida cotidiana con personajes atípicos, como mujeres cincuentonas torpemente enamoradas, tartamudos románticos o secretarias insignificantes en historias de amor condimentadas por diálogos poéticos y reflejos de la realidad nacional, son algunas de las constantes de un trabajo por el que muchos críticos la han considerado una escritora intelectual más allá del bien y del mal de los fáciles vicios de la televisión. Esta fama la reafirmó con Sueños y espejos, una serie sobre una revista que algunos consideraron modelo de acercamiento al caos actual pero que para otros sólo fue una historia pedante con personajes que en vez de hablar recitaban editoriales moralistas en un clima sensiblero. Precedida de estos antecedentes, está al aire desde hace algunas semanas Hombres, una historia ambientada en la Bolsa de Bogotá. Con el plato fuerte de la reaparición de Margarita Rosa de Francisco, esta es una historia perfecta para la paleta de Agudelo, de esas que le sirven para hablar de la sensibilidad de la clase alta, para describir los fantasmas de la vanidad, las obsesiones de las señoras bien, de los hombres in y para echar a rodar chistes divertidos sobre un zoológico que ella maneja al dedillo y que ha cuadriculado en discutibles casillas. Pero este romance tórrido entre la independiente Antonia y el inestable Julián, vigilados por el 'Pulpo Miranda' y las risas histéricas de un gay atractivo y una ninfómana sin remedio, reafirman el original universo de Agudelo, repetido de serie en serie. Este, aunque para muchos es un símbolo de la trascendencia del melodrama, parece al contrario demostrar una mirada esencialmente instaurada dentro de las reglas del género, sólo que visto con los ojos y las antenas de una mujer moderna, para la que indudablemente Agudelo se está convirtiendo, con todos los méritos, en su nueva sacerdotisa.