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LOS HOOLIGANS DE LA OPERA

Un grupo de aficionados del Alla Scala de Milán siembra el pánico entre los cantantes.

28 de agosto de 1989

El teatro Alla Scala de Milán sanctasanctórum de los escenarios líricos del mundo, es lugar, por igual, deseado y temido por los cantantes. No sólo por lo que representa en su historia y lo consagratorio que puede ser para un artista obtener un triunfo allí, sino por la implacable "claque" (público pagado para aplaudir o chiflar a un artista), que ha arruinado a más de una promisoria carrera.
Una de las cantantes más famosas de la historia,la inmortal María Callas, vivió momentos aciagos cuando en su rivalidad artística con la soprano Renata Tebaldi, una noche en que interpretaba el papel de Magdalena de Coigny de la ópera Andre Chenier, de Giordano, debió soportar tremenda chiflatina. Una nota en falso bastó para que la galería no la dejara continuar el aria. Gritos y abucheos, que el parecer habían sido orquestados por los seguidores de la Tebaldi, arruinaron la presentación de la diva. Y no fue esta la única. Tuvo Maria Callas que sufrir en este escenario otras noches igualmente hostiles.
Ahora la historia se repite (como ha ocurrido millares de veces), pero en esta ocasión el turno le llegó a una cantante también consagrada: la soprano veneciana Katia Ricciarelli, quien debio sobreponerse a la temida "claque" hace unas semanas, cuando interpretaba el rol protagónico de la ópera Luisa Miller, de Giuseppe Verdi.
El grupo de "chifladores" del teatro, desde la salida de la cantante al escenario decidió boicotear su presentación, asunto que terminó en una especie de batalla campal.
Si orquesta, director y coros, habituados a esta clase de desmanes, no concedieron mayor importancia al hecho, el marido de la soprano, el popular presentador de televisión italiano Pipo Baudo, en un arranque de ira la emprendió a puntapiés contra varios de los gritones fanáticos, mientras la galaría arreciaba sus chiflidos y abucheos,al extremo de no dejar oír la orquesta.
Controlado Pipo Baudo y calmados los ánimos de la cantante, esta, a pedido de una parte del público, aceptó no sólo continuar la función, sino respetar el contrato para cantar las siguientes funciones. Pero en la segunda representación la alharaca se hizo tan insoportable, que la soprano no sólo decidió retirarse de la sala, si no jurar públicamente que jamás volvería a pisar ese escenario. Dijo la Ricciarelli:" Milán hiere lo que más ama. No volveré, pues nada más podrá aportar a mi carrera presentarme en este lugar". Mientras tanto, los organizadores tuvieron que sacar de carrera a la soprano norteamericana Kallen Esperian, para que continuara la función. Gracias a los ánimos alterados de la concurrencia, la Esperian fue recibida con evidente frialdad.
Culpó la Ricciarelli a la administración del teatro de mostrarse incapaz de controlar la "claque", a lo cual los directivos manifestaron no tener derecho a inmiscuirse en las decisiones del público, que al fin de cuentas ha pagado por ver la función y está en todo su derecho de expresar inconformidad cuando la presentación no se acomoda a sus gustos.
Katia Ricciarelli es, sin duda, una de las más notables cantantes del momento. Los grandes escenarios del mundo reclaman permanentemente su presencia,a tiempo que su discografía crece. Su consagración a nivel mundial llegó con la película "Otelo", fílmada por Franco Zeffirelli, sobre la ópera verdiana del mismo nombre.
No se sabe, y quizás nunca se sabrá, qué mortificó a la "claque" para realizar tal algarabía, aunque algunos observadores comentaron que el divismo de la soprano podría haber exacerbado los ánimos de algunos, que decidieron bajarle los humos por la vía de la chiflatina.
El suceso, coma es apenas natural dada la importancia de la artista y la popularidad de su marido, salió de la comidilla del teatro para ingresar en los diarios milaneses. Pero bien saben los asiduos asistentes al célebre teatro que la "claque" de la Scala tiene tanta tradición como el escenario mismo.
¿ Volverá la Ricciarelli a cantar a la Scala? Juramento de cantante, político o torero, de hacer de lado una plaza, hay que tomarlo con prudentes dosis de escepticismo. No en vano el teatro Alla Scala de Milán, con o sin "claque", es uno de los más importantes escenarios líricos del mundo, a tal punto que posiblemente ningun cantante pueda darse el lujo de hacerlo a un lado. Ahora, si la Callas regresó después del abucheo,¿ por qué no ha de hacerlo la Ricciarelli?