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MUSICA

Los inmortales

Las voces de Caruso, Gigli, la Callas y Carlos Julio Ramírez en su mítico 'Barbero de Sevilla'.

Emilio Sanmiguel
13 de abril de 2003

En asuntos de canto no es lo mismo ser 'leyenda' que alcanzar la 'inmortalidad'. Legendarios son Farinelli -que fue la primera gran estrella de la música- y legendaria fue la Pasta, que protagonizó el estreno de Norma, de Bellini. Cosa muy diferente es la inmortalidad. El castrato Farinelli es leyenda y Caruso inmortal. Legendaria es la Pasta mientras la Callas, de quien se dijo era su reencarnación, es inmortal. Así de sencillo.

Fue el fonógrafo el encargado en 1902 de inmortalizar a Caruso. Gracias a los discos de 78 revoluciones, que se vendieron por millones, el mundo se enteró de la belleza infinita de su voz. No mucho después del final de la Segunda Guerra Mundial, el larga duración llevó a todos los rincones del mundo a la Callas. Comprobó que su voz no era perfecta pero poseía lo que no sus sucesoras: magia.

Un poco de todo esto lo recoge la colección Serie inmortales del sello colombiano Yoyo Music, que pone al alcance del público la voz de algunas de esas leyendas inmortales del canto lírico. Pero con un detalle adicional: que los registros originales, que adolecen de toda suerte de ruidos, fueron sometidos al llamado proceso de 'remasterización', que limpia imperfecciones hasta donde resulta posible, y el resultado es altamente satisfactorio.

El primer compacto trae al tenor napolitano Enrico Caruso, de quien se dice que el micrófono amaba su voz. Por suerte Caruso amaba también al micrófono y eso lo prueba esta recopilación de fragmentos verdianos, con la previsible Donna è mobile de Rigoletto y Pira del Trovatore, ambas con el esperado do de pecho del tenor de tenores, al lado de cosas menos previsibles: un fragmento de I lombardi con Frances Alda, el Juramento de Otello con Titta Rufo, el Dúo de Forza del destino con Antonio Scotti y el Cuarteto de Rigoletto con participación de otro mito del canto: Luisa Tetrazzini.

Están dos de los sucesores del trono de Caruso, italianos y tenores como él. Por una parte Beniamino Gigli, a quien sus admiradores, aún hoy en día, proclaman como la más bella voz de todos los tiempos, en canciones napolitanas su repertorio cubre desde Anima e core de D'Esposito, Funiculi, Funicula de Denza & Turco, Core ingrato de Cardillo & Cordiferro, hasta las dos piedras de toque del género: Santa Lucia de Cotrau y, claro, O sole mio de Di Capua. El otro es Tito Schipa, que adelantó la parte más sustancial de su esplendorosa carrera en la Opera de Chicago y la Metropolitan de Nueva York. Schipa fue proverbial Duque de Mantua de Rigoletto de Verdi y de ello hay testimonio en su disco. Pero además interpretó, con música del italiano Sindici y textos del poeta Núñez, el Himno de Colombia, que cierra la selección de 15 números que contiene la grabación.

El cuarto compacto reúne, como si de un mundial de fútbol se tratara, a Caruso, Gigli y Schipa en fragmentos de Verdi, Rossini, Puccini, Meyerber, Bizet... los 3 tenores de la historia.

Naturalmente está la Callas, en trozos que van desde el canto profusamente ornamentado del aria de Constance de El rapto en el serrallo de Mozart y el Rondó de Cenerentola de Rossini hasta el drama intenso de escenas de Norma de Bellini, Lucia de Donizetti, Trovatore de Verdi y Carmen de Bizet. Lo interesante es que se trata de registros de actuaciones en conciertos realizados en Turín (1952), París (1958 y 1963) y Hamburgo (1962).

Ahora bien, por lo que a nosotros respecta, la maravilla es la selección de grandes escenas provenientes de una de las óperas más populares y queridas de todos los tiempos: Barbero de Sevilla. Este registro del año 1949 ostenta el récord de ser la primera grabación, llamemos "moderna" de la popular ópera de Gioachino Rossini. Giuseppe Bamboscheck dirigió la prestigiosa orquesta de la RCA Victor: Hilda Reggiani fue una brillante Rosina, Bruno Landi cantó un elaborado de Conde de Almaviva y Lorenzo Alvary hizo un cómico Basilio. La estrella del elenco fue -o es, porque de inmortalidad veníamos hablando- el barítono colombiano Carlos Julio Ramírez en la más lograda interpretación de su fulgurante, y de paso fugaz carrera, que le llevó incluso a los estudios de Hollywood. Este disco es el testimonio objetivo y emocionante de su voz. También aquí el proceso de 'remasterización' mejora la calidad del sonido y enmarca mejor lo que de por sí es inmejorable: la suntuosa voz de Ramírez. Para el caso, ¡la prueba!