Home

Cultura

Artículo

Los pavos de Vaisman

El artista venezolano Meyer Vaisman se burla de la sociedad moderna en la muestra que se presenta en la biblioteca Luis Angel Arango, de Bogotá.

2 de agosto de 1993

HACE ALGUNOS años Meyer Vaisman se encontró frente a frente con una caricatura suya, elaborada por un dibujante neoyorquino.
Su imagen sobre el papel era tan grotesca que decidió utilizarla para su propio beneficio. Se pintó así mismo con un tabaco explotado y adoptó esta idea para aplicarla sucesivamente a su obra. La figura fue evolucionando y se convirtió en un mono vestido de frac. Por fin, la imagen progresó de tal manera que llegó a ajustarse a la forma de un pavo disecado, que Vaisman se encargó de disfrazar unas veces de viuda, otras de piñata, otras de zorro, hasta lograr su más reciente creación artística: la serie de "pavos metamorfosecados", que se presenta por estos días en la Casa Luis López de Mesa, de Bogotá, y en la cual el se burla de sí mismo.
Vaisman, un venezolano hijo de inmigrantes judios, residente en Nueva York, pertenece a esa corriente de artistas irreverentcs surgida a mitad de los años 80, que rompió los esquemas comerciales que hahían adoptado algunos galeristas a comienzos de la década.
Graduado de ingeniero sin haber querido serlo nunca y dedicado en primera instancia a promover a sus jóvenes amigos artistas, pronto Vaisman quiso también enfrentarse a la creación. Al fin y al cabo poseía un bagaje cultural -fruto de ser un judío en tierras católicas y de haber llegado muy joven a esa otra cultura extraña, Estados Unidos- que le ofrecía una enorme apertura de pensamiento para lo que quería hacer: plasmar en sus escultóricos pavos, y también en sus gobelinos y sus pendones (que acompañan a los pavos en la muestra), su propia visión del mundo moderno. La intención es elocuente por sí sola: romper el significado para entenderlo mejor. Lo que en otras palabras quiere decir que Vaisman pretende, ante todo, que su obra carezca de un significado específico, que escape de la terrible objetividad de los críticos y se hunda en la subjetividad de cada uno de los espectadores.
Tal vez por esa razón su obra es inútil clasificarla, aunque algunos especialistas lo intenten asociándolo al movimiento Neo Geo o al Post Pop. Para Vaisman estas clasificaciones son simples nombres. Lo importante es el efecto que sus obras puedan causar en el público que las mira y se siente reflejado.
Sus pavos son burlescos, tanto que el espectador no puede escapar a la sensación de que sólo se trata de una broma pesada. En este sentido, su obra puede resultar agresiva, pero terriblemente graciosa al mismo tiempo. Su irreverencia es comparable con la de Woody Allen o Federico Fellini en el cine: el espectador se ríe pero se siente penosamente reflejado.