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LOS SUEÑOS POSIBLES

El cuento infantil, un problema ético más que estilístico o literario

23 de julio de 1984

Catalino Bocachica. Luis Darío Bernal. Ediciones Kendur-Canal Ramírez. 74 páginas. Bogotá. 1983.
Escribir cuentos para niños implica algo mas que escribir bien un buen cuento. Entraña tener muy claro el sentido que se quiere transmitir al pequeño lector. Entre la literatura y la literatura infantil debe existir, idealmente, una línea de demarcación que impida que ésta pueda ser juzgada con las categorías de aquélla. Si reconocemos que los cuentos infantiles tienen un valor y una función especial para el niño, en el desarrollo y la formación de su mundo interior, entonces aquella demarcación es completamente válida. Así lo han comprendido quienes han dedicado su vida a la observación y el estudio del comportamiento infantil. Así también es como la infantil es la iiteratura más delicada que un escritor pueda asumir, por el sentido que lleva implícito.
Brevemente, este sentido debe ayudar al niño a acumular confianza en sí mismo y a creer que los sueños que se va forjando son posibles y sin embargo ser dueño de su realidad. El cuento infantil jamás puede ser literal, aun cuando sea realista; debe además de alguna manera, apelar a lo imaginario que es el lugar donde el niño es dueño absoluto de sus ficciones, y a donde tiende a transformar los problemas que se le presentan, a veces abrumadoramente. El niño por lo general encuentra en el protagonista del cuento infantil alguien con quién identificarse momentáneamente. Así se proyecta sobre el protagonista y vive su historia, de donde uno puede concluir que el escritor que conduce al niño con su literatura, si no posee suficiente sensibilidad --y habilidad-- no es que sea un escritor fracasado, esto sería lo de menos; es un escritor nefasto para la mentalidad infantil. Piense en la importancia de lo que Kipling dijo en sus notas autobiográficas: "Dadme los siete primeros años de la vida de un hombre y os dejo todo lo demás".
Es reconfortante comprobar cómo en el país hay un puñado de escritores de literatura infantil que estando a la altura de su delicada empresa tienen en la responsabilidad que su oficio implica una exigencia ética, antes que estilística o literaria. Y eso merece el respeto y el elogio del mundo literario, si es que existe entre nosotros. Uno de estos escritores es Luis Darío Bernal Pinilla quien publicó un hermoso libro "Catalino Bocachica", ganador, en 1979, del primer premio en un concurso nacional de novela infantil. El lenguaje del libro infantil debe parecer que brota espontáneamente de una fuente natural; Luis Darío Bernal logra esta magia, le da los doce pequeños capítulos de su libro una cadencia y una fluidez que transporta al pequeño lector al mundo de un niño moreno, que desde e día en que perdió de vista a su madre, se ha hecho la promesa de encontrarla y por eso anda buscándola por todas partes y para mejor hacerlo decide que quiere ser boxeador y luego campeón. Las aventuras del pequeño Catalino Bocachica aunque tienen todos los trazos de la realidad de los lugares y de los hechos naturales, llevan también el gérmen de la fantasía, y su sentido va haciendo parte de un lenguaje de símbolos que pone al niño en contacto con la fuente de lo que puede llamarse su realización convertida en fábula.
El cuento --o la novela corta-- de Bernal es un relato clásico; formalmente está realizado en forma impecable y en su contenido guarda las variadas facetas --esperanza, lucha, sueño, realidad-- de ese prisma que como una joya mágica guarda el niño en su imaginación, como una aventura y como un estímulo.-- Enrique Pulecio Mariño