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Bella Swan (Kristen Stewart) y el vampiro Edward Cullen (Robert Pattinson) continúan su romance en contra de los designios del destino

CINE

Luna nueva

La segunda entrega de 'Crepúsculo' es una historia de despecho que encanta a las seguidoras de la saga pero aburre infinitamente a los demás.

Ricardo Silva Romero
5 de diciembre de 2009

Título original: New Moon.
Año de estreno: 2009.
Género: Romance.
Dirección: Chris Weitz.
Guión: Melissa Rosenberg, basado en la novela de Stephanie Meyer.
Actores: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner, Anna Kendrick, Ashley Greene, Billy Burke, Michael Sheen, Dakota Fanning.

Ya veo venir las quejas: ¿para qué criticar un fenómeno sociológico como si fuera cualquier película de cartelera?, ¿para qué decir Luna nueva es un largometraje muy mal escrito y muy mal actuado, y además es eterno? cuando sus seguidoras, que son las que importan, lo consideran lo más hermoso que han visto en la vida?, ¿no es como criticarle la casa a alguien que ni siquiera nos había invitado a entrar en ella? Creo que vale la pena hacerlo, creo que es importante decir que Luna nueva es una comedia involuntaria, con serios problemas narrativos, que sólo disfrutarán las fanáticas de los libros de Stephanie Meyer, porque ni siquiera a la producción más taquillera se le puede perdonar la mediocridad.

Sí, esta segunda parte de Crepúsculo ha recaudado un poco menos de 500 millones de dólares, en el mundo, en 10 días de exhibición: todo un fenómeno. Sólo el primer día, en Colombia, entraron 89.000 personas: todo un récord. Y la reacción de los aficionados a la serie, la turbulenta historia de amor entre un vampiro llamado Edward Cullen y una quinceañera atormentada que responde al nombre de Bella Swan, ha sido más que positiva. Pero lo más probable es que los demás espectadores, los desprejuiciados, los que no pertenecen al club, padezcan las dos horas de proyección de Luna nueva, porque se trata de una película sin sentido del humor que no avanza, que no logra mantener ningún suspenso, que se llena de escenas enfáticas que sólo consiguen conmover a quien ya ha entrado conmovido a la sala de cine.

La primera parte, titulada Crepúsculo, era mucho más interesante: estaba mejor contada, conseguía más de los personajes, iba mucho más al punto. Esta segunda entrega, que en pocas palabras es el intento de Edward, el joven vampiro de 109 años, de proteger a la voluntariosa Bella de un amor que se les puede convertir en una tragedia tipo Romeo y Julieta (la obra de Shakespeare es citada, de hecho, en una de las peores escenas), desdibuja todo lo que se había conseguido hasta el momento. Se le nota, en exceso, que es un capítulo de transición. Se le nota, demasiado, el esfuerzo por complacer a un público compuesto por adolescentes que sueñan con que un vampiro las rescate de la cotidianidad: ¿era necesario que estos personajes medio malvados, que se convierten en lobos cada vez que quieren, anduvieran por ahí en calzoncillos de jean?
¿Por qué, si Luna nueva es tan mala, va camino a convertirse en una de las más taquilleras del año? Porque el poderoso mundo construido por Stephanie Meyer, que recicla los mitos de siempre y los traduce al lenguaje de nuestra época, aguanta largometrajes de quinta.

Luna nueva es, además, una obra hecha sobre medidas. A usted le puede dar risa todo lo que pasa. A usted le puede parecer absurdo todo lo que dicen. Pero a su lado, en el teatro, hay una quinceañera que asiente incluso en las escenas más cursis.