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MACONDO EN MOMPOS

Bajo la dirección de Bernardo Romero Pereiro, la semana pasada se estrenó 'Momposina', la serie más costosa de la televisión colombiana.

26 de septiembre de 1994

CON INODOROS bautizados con rosas rojas, mariposas amarillas nacidas del computador Alias 5, la meticulosa reproducción de un avión Junker de los utilizados en la guerra de Perú, 2.500 extras, Momposina entró con paso firme a refrescar la pantalla nacional.

Y no sólo por ser la producción más costosa que se ha hecho en Colombia (1.400 millones de pesos para 18 capítulos), sino por su acertada propuesta de involucrar en el melodrama las imágenes disparatadas del realismo mágico con la historia, la memoria flexible de las leyendas, el humor negro, el aliento costumbrista y las composiciones de José Barros.

Aunque la espectacular serie de RCN se empezó a rodar hace apenas tres meses, es una idea que tiene dos años, cuando se compraron los derechos de los temas de Barros, una rica veta para situaciones y personajes.

Los argumentos de Romero Pereiro y Daniel Samper se basaron en estas canciones, y aunque recrearon situaciones y personajes (El patuleco, La llorona loca, Las pilanderas), hicieron una versión libre en la que hay espacio para alusiones a Aureliano Buendía y el Libertador.

Rosa y Alejandro son hijos de dos enemigos de pueblos que rivalizan por alcanzar las delicias del progreso. Aunque se aman con locura el destino les separará por medio de Coralina y el Patuleco. Solo después de 30 años se reencontrarán para saber que su amor sigue intacto... e imposible.

Del peligroso reto de mezclar citas literales, históricas de García Márquez (cada mariposa amarilla tuvo la aprobación del escritor), genealogías fantásticas y la luz única de Mompós surgió esta serie con la que RCN insiste en sus grandes producciones, después del descalabro de La otra raya del tigre.

Momposina sedujo a Bernardo Romero Pereiro que decidió fuera la última dirección de su carrera. Por esto la programadora se dispuso a tirar la casa por la ventana y no descuidó ningún detalle para pasar a la realidad los monstruos, las damiselas, los colores y las exageraciones, nacidos de su imaginación.

Las pilanderas se encarnaron con la ex reina de belleza Magaly Caicedo a la cabeza. El patuleco tomó la pulcritud de los gestos del cubano Alberto Pujol, el protagonista de Los pájaros tirándoles a las escopetas, una de las principales películas del cine de Cuba. Pujol había llegado a Colombia al pasado Festival de Cine de Cartagena y 'flechó' a Romero Pereiro, hasta el punto de que después de ver un video suyo lo contrató sin hacerle ninguna prueba especial cara la serie.

El Bunker se hizo a escala natural y aunque casi naufraga en la corriente de un río, estuvo listo para las escenas que necesitaba. Para La Momposina se encontró el molde perfecto en la interesante mezcla de facciones ingenuas y fuerza interpretativa de Carolina Sabino, en su primer papel protagónico.

Cien sombreros para ella, 250 pares de sandalias para el elenco, un camión de vestidos con moda de los años 20, un pueblo que aparece y desaparece a capricho, una búsqueda minuciosa de pescaditos de oro por los talleres de orfebrería de Mompós, una hamaca para procrear héroes, explosiones que suceden al contacto de los labios de los amantes, centenares de extras trabajando al mediodía (42 grados de temperatura) en las escenas del puerto, para todo hubo un ejército de 50 técnicos y una solución visual, con tintes cinematográficos.

Vale la pena, además, destacar la acertada dirección artística (una categoría que en contadas excepciones se tiene en cuenta en la TV colombiana) a cargo de Víctor Sánchez, quien había tenido una experiencia anterior en la realización de Escalona.

Aunque en televisión nada se puede predecir, la serie parece curada en salud por el respaldo del director, el gancho de sus dos jóvenes y talentosos protagonistas y lo comercial de la música de uno de los compositores folclóricos más populares de Colombia.