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Mientras en ‘Universo ao meu redor’ Marisa Monte hace un homenaje a la samba tradicional, en ‘Infinito particular’ hace que su maravillosa voz navegue sobre sonidos electrónicos

Música

Marisa por dos

Luego de su paso por el grupo Tribalistas, la brasileña Marisa Monte sorprende con la publicación simultánea de dos discos.

22 de julio de 2006

En uno de los momentos más difíciles que recuerda la industria discográfica, Marisa Monte decidió lanzar dos discos a la vez. La cantante brasileña tenía grabadas 27 canciones (una hora y media de música en total), así que en principio pensó publicar unas ahora y otras después. Pero luego se animó y nos regaló un par perfecto, asumiendo una perspectiva muy maternal: ¿Qué problema hay? Es como si hubiera parido mellizos.

La expectativa, de todos modos, era grande. Lo último que habíamos oído de Marisa fue su participación en el único álbum del grupo Tribalistas, en 2003. Solamente en Brasil, el álbum vendió tres millones de copias y de inmediato les llovieron las ofertas para grabar un segundo disco. Pero los Tribalistas, sorprendentemente, rechazaron toda propuesta porque su proyecto nunca había tenido intenciones comerciales. "Nos mantenemos en nuestros principios, declararía Marisa Monte unos años después. La continuación del grupo estará en nuestros discos solistas".

Los dos nuevos álbumes de Marisa no se grabaron simultáneamente, sino uno detrás de otro y con distintos productores para que terminaran diferenciándose en cuanto a sonido. Entre mayo y septiembre del año pasado se encerró a grabar Universo ao meu redor (universo a mi alrededor): un homenaje a la samba donde se entremezclan composiciones propias con canciones viejas (una de ellas tiene 60 años y nunca había sido grabada), pero gracias a una instrumentación uniforme, no se nota la diferencia.

Universo ao meu redor muestra a Marisa obsesionada con el folclor, componiendo en el estilo de las tradicionales escolas de samba y acompañada de instrumentos entrañables como esa diminuta guitarra de cuatro cuerdas llamada cavaquinho. Cuando se le pregunta por ese título tan cósmico, explica: "Alguien que toca una guitarra o canta no está solo; la música nos conecta con el universo".

Luego, entre octubre y febrero, grabó el otro álbum, Infinito particular. Se trata de lo más arriesgado que ha hecho Marisa Monte en materia electrónica. Con sutileza, pero también con ingenio, la voz de la cantante navega sobre bases computarizadas, sonidos procesados, ecos de tecnología de punta. Ese idioma moderno complementa maravillosamente lo abarcado en su disco folclórico, ya que, como explicó en una entrevista, "así como hay un universo alrededor, también hay una dimensión interna que es infinita".

De modo que sí, son discos mellizos. Uno mira hacia fuera y otro hacia adentro, uno abarca el espacio y otro explora el alma. Pero ambos, al final, descubren inmensidades proporcionales.