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MENTIRAS TUYAS

Un sofisticado aparato promete acabar con el negocio de las falsificaciones de obras de arte.

26 de diciembre de 1988


Tamaña frustración se llevarán los comerciantes y falsificadores de obras de arte, que en lo sucesivo intenten meterle al museo del Louvre, en París, "gato por liebre".

El gran museo dispone en la actualidad de un sofisticado acelerador de protones, que permitirá obtener, según fuentes noticiosas, "la impronta digital química" de los objetos, para descubrir la autenticidad de los mismos .

El mundo del arte ha vivido tantos golpes como el santoral católico. Muchos de los que eran, después ya no lo fueron, y el Louvre, como tantos otros museos del mundo, no se ha escapado de recibir falsificaciones por originales.

Se recuerda cuando el museo parisiense adquirió la "Tiara de Saitafernes", pieza de oro que llevaba una inscripción grabada, en la cual se leía que había sido regalada el año 200 antes de Cristo al jefe Saitafernes, y su hallazgo, según el avivato vendedor, se había producido en 1895 entre las ruinas de la ciudad de Olbia, a orillas del Mar Negro.

Tras minuciosos estudios y el pago de una buena suma de dinero, el Louvre la adquirió. La frustración llegó tiempo después, cuando los expertos descubrieron que la pieza había sido fabricada por el orfebre ruso Israel Rouchomovsky. Sin embargo, la obra tenía tal perfección de líneas, que no obstante su falsedad fue adquirida por el Museo de Artes Decorativas de París. Y este caso es apenas uno entre millones.

Pero, de ahora en adelante, los mercaderes de falsificaciones deberán buscar mercados diferentes al Louvre, pues el museo con esta nueva máquina que bautizó "Aglae" (Acelerador Gran Louvre de Análisis Elemental), podrá obtener con exactitud, en pocas horas, la composición de los pigmentos de las pinturas, composición de los cristales, presencia de impurezas en objetos cocidos, al igual que conocer técnicas utilizadas en su elaboración. Esto permitirá identificar con precisión épocas, lugares y autores, y determinar la autenticidad de cada pieza.

La moderna máquina, ubicada en el subsuelo del museo (a 12 metros bajo tierra), cuenta con seis líneas de investigación diferentes, y funciona de la siguiente manera: al "bombardear" un objeto, sea pintura, cerámica, vidrio, madera, piedra o metal, con partículas de alta energía--en este caso protones--, éstas desordenarán la distribución electrónica de las capas profundas de los átomos, que al volver a su estado inicial, emitirán por espacio de segundos el excedente de energía recibida en rayos X. Del análisis del espectro de esta radiación, se obtendrá la composición básica del objeto, que traducido a cristiano revelará el origen de la materia.

Este acelerador de partículas, que despejará más de una incognita y revelará quizás más de una falsificación, fue construido tomando como referencia los que se utilizan en física nuclear para penetrar el núcleo del átomo y determinar su estructura interna y las fuerzas que lo configuran.

El asunto no es de poca monta, especialmente si se tiene en cuenta que en la actualidad, y para citar sólo un caso, se ha descubierto que cerca de la mitad de lo que se creían Rembrandts originales, fueron pintados por sus alumnos. El acelerador de protones permitirá al museo analizar, con gran seguridad, las obras que lleguen a sus manos y dictaminar sobre su autenticidad. Esto, sin duda alguna, afectará a museos y coleccionistas del mundo entero, que han sido timados por todo tipo de falsificadores y que tienen avaluadas en cientos de miles de dólares, obras que no tienen ningún valor.

Hasta la fecha, el museo del Louvre es el único que posee este complejo detector de mentiras artísticas, y centenares de obras de su vastísima colección serán sometidas a análisis, no sólo con la intención de comprobar su autenticidad sino para determinar con exactitud los componentes de muchos objetos, pues en materia de arte no en todos los terrenos se ha dicho la última palabra. Además, los expertos en falsificar a los grandes maestros, por culpa de este nuevo aparato, deberán cambiar de profesión. -