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MI ULTIMA BODA

Esta comedia romántica es al mismo tiempo todo un homenaje a los años 80.

27 de julio de 1998

Puede que esta película no sea sino un lugar común en la antología de comedias románticas estadounidenses, basada en los libretos típicos del género en los cuales las dos medias naranjas de ocasión viven cualquier cantidad de situaciones confusas antes de encontrarse en la última escena, casi siempre para consumar el tan esquivo matrimonio. No obstante el rasgo característico de Mi última boda reside en su pequeño retroceso en el tiempo, suficiente para ubicar al espectador en los particularísimos años 80 con todo su despliegue discotequero reflejado en una moda rechinante y luminosa. La película cuenta la historia de un frustrado compositor de rock que termina resignado a su condición de cantante de bodas en una pequeña ciudad estadounidense. Para comenzar, no se trata de un diamante en bruto a quien le faltan oportunidades, sino de un verdadero desastre de la interpretación musical cuyo talento para amenizar bodas estriba más en su personalidad que en su calidad artística. Su vocación definitiva, sin embargo, se ve truncada por su propio fracaso matrimonial, pues su novia decide dejarlo plantado justo el día de la ceremonia. Aunque no quiera admitirlo existen todavía muchas otras mujeres que serían capaces de hacerlo feliz, entre ellas una simpática y linda mesera que le pide ayuda para organizar su propio matrimonio. Sólo que la relación terminará transformada en algo más que una simple amistad. A pesar de lo tonta y predecible la película tiene la virtud de componer, tanto en sus decorados como en el vestuario, la personalidad y las modas de sus protagonistas, todo un deleite visual y temático sobre una década que no se caracterizó precisamente por sus gustos musicales pero que hoy bien puede mirarse con nostalgia en este vivo y gracioso retrato cinematográfico.