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MISION IMPOSIBLE

Luego de 25 años la Orquesta Filarmónica de Bogotá sigue en su lucha por demostrar que hay algo más que salsa y vallenatos.

9 de marzo de 1992

CON EL ESTRENO de la novena sinfonía de Gustavo Mahler y del concierto para violín del compositor colombiano Blas Aterhortúa, la orquesta Filarmónica de Bogotá inicia esta semana la temporada musical 1992.

Será un año que traerá muchas sorpresas para los aficionados, entre ellas varias obras de estreno y una ópera en versión de concierto, como parte de las celebraciones que enmarcarán los 25 años de la orquesta.

La Filarmónica se inició como una orquesta de cámara que no sobrepasaba los 20 músicos. Era una especie de compañía itinerante que llevaba su mensaje musical a lugares distantes, con una filosofía de trabajo que con los años se ha reafirmado: hacer que el arte cumpla una función social. Por eso la Filarmónica, a lo largo de sus años, ha estructurado programas muy definidos que van a diversas audiencias: foros estudiantiles, conciertos para la juventud y visitas a barrios periféricos.

Con el mismo espíritu de llevar cultura y recreación al mayor número de personas, la Filarmónica de Bogotá fue la primera orquesta en llegar a la televisión colombiana con un programa de características didácticas. Este trabajo le mereció en dos oportunidades el premio "Ondra" al "Mejor programa cultural de la televisión".

Cuando se vislumbró la creación de un auditorio de conciertos ubicado en la Universidad Nacional, la orquesta se anticipó a llevar a este centro su nota cultural. Hoy, tras 25 años de actividades ininterrumpidas, al "León de Greiff" se movilizan cada sábado miles de estudiantes, obreros y profesionales para escuchar a la orquesta capitalina.

Una política de trabajo basada en la calidad, que se ha mantenido fiel a las metas trazadas por sus creadores de brindar a la ciudadanía cultura, educación y recreación.