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NACIDO PARA BAILAR

A los 19 años, el bailarìn colombiano Felipe Dìaz es figura del Ballet de San Francisco. Su talento no sólo ha arrancado la ovaciòn del publico, sino brillantes elogios de la crìtica.

6 de junio de 1994

LA COMPAÑIA DE BALLET DE SAN Francisco vivió en días pasados, en su habitual escenario del War Memorial, una de las noches màs intensas de su temporada. El público se preparaba para presenciar tres debuts importantes en la compañía: el de la bailarina Katita Waldo en el rol titular; el del veterano danés Niels Bjorn Larsen haciendo la parte de Magde, una hechicera tradicionalmente encarnada por hombre, y el de un joven bailarín colombiano en el papel principal masculino. Era Felipe Díaz, el hijo de los bailarines Jaime Díaz y Ana Consuelo Gómez, que en dos años ha dado grandes pasos en el mundo del ballet.
Felipe, quien desde el año pasado forma parte de la compañía, ha logrado, ya a los 19 años, mención especial fuera de concurso en la Competencia Internacional de Varna en Bulgaria, el cuarto lugar del Concurso Internacional de Moscú a finales de 1993 -la más prestigiosa competencia del mundo internacional del ballet- y ser protagenista del Cascanueces de Tchaikovski, en el mismo War Memorial, el año anterior.
El título que subía a escena era La Sylphide, el legendario ballet cuyo argumento ocurre en Escocia, que en 1832 estableció definitivamente el romanticismo coreográfico, el tema lunar y nocturno de las escenografías, el tutú romántico y la utilización de la punta por parte de las bailarinas.
Si bien es cierto que La Sylphide es una de las piedras de toque de cualquier bailarina clásica, el rol de James, que bailó Felipe Dìaz, es uno de los más exigentes y comprometidos del repertorio masculino; ademàs, uno de los mas sustanciosos tanto teatral como dancìsticameale. Ya desde el estreno parisino en 1832, el autor Filippo Taglioni entendió que coreografiaba no sólo para su hij Marìa, sino también para su hijo Paolo. Dos años después, el onginal fue revisado por August Bournonville para el Ballet Real de Dinamarca. Bournonville, una de las personalidades fundamentales de la historia del ballet en su doble condición de bailarìn y coreògrafo, dedicó su obra íntegramente a ratificar la presencia de los hombres en escena, liberándolos del simple papel de parthers de las ballerinas; enriqueció la parte del James, que él mismo bailó, y la situò a la par de La Sylphide. Esta es la versión que continúa representándose hoy en día en los escenarios.
La presencia de Niel Bjorn Larsen, implicaba contar en escena no sólo con uno de los primeros bailarines de caracter del mundo, sino también con toda la tradición del estilo y la escuela danesa, un reto particular para Díaz y adicionalmente para el director Helgi Tommasson, un ex solista del Ballet Real de Dinamarca, depositario de la tradición Bournonville y actualmente al frente del San Francisco Ballet. El mismo escogió y preparó al colombiano para su debut.
Desde los primeros minutos de su actuación, Díaz demostró el dominio de la técnica y estar en condiciones de redondear un suceso. Fue ovacionado después de sus difíciles variations de los actos I y II, en las cuales mostró carisma, limpieza, extensiones, salto generoso y una bien trabajada batería, característica bàsica de la escuela danesa. Pero sobre todo, consiguiò dar al personaje toda su compleja dimensión sicológica. Denis de Coteu, quien dirigió desde el foso, no dudó en elogiar la musicalidad del artista, de quien dijo "no plantea ningún problema ni a la dirección ni a la orquesta".
Pero si Díaz levantó aplausos del público, también produjo una elogiosa crítica. El especialista Allan Ulrich, del San Francisco Examiner, registró en su comentario no sólo la calidad artística de Díaz, sino las prometedoras perspectivas de su carrera. Al final, sugirió a la compañía la inminencia de ver al joven colombiano, en la próxima temporada, hacer el Romeo de Romeo y Julieta, de MacMillan, sencillamente la consagración del repertorio de los grandes Danseur noble del ballet, pues allí el artista tiene que mostrar no sólo sus condiciones de lírico, dramático y virtuoso, sino también su entrenamiento en esgrima. En una palabra, todo.
Por lo pronto, Díaz prepara su debut en Washington y continuará su gira en Europa, cuando el Ballet de San Francisco se presente en París, el próximo mes. Sin embargo, desde ya en Estados Unidos lo han catalogado como una de las grandes revelaciones del año, un mérito que sólo logran -de verdad- los más diestros.