Home

Cultura

Artículo

Negret retratado en el MaMbo por Olga Lucía Jordán en 1999. Desde entonces, se han visto pocos retratos nuevos del maestro.

ARTE

Negret vive

El 27 de mayo la Galería Mundo inauguró 'Poéticas del silencio', con más de 50 obras de Édgar Negret: un homenaje al pionero del arte contemporáneo en Colombia y de quien hace años se sabe muy poco.

6 de junio de 2009

La última vez que Édgar Negret apareció en público fue en el lanzamiento del libro Negret: Escultor, de Villegas, en 2004. Desde finales de los 90 se había hecho a una fama de ermitaño. Se decía que no salía de su casa, en el barrio Santana de Bogotá, y su última obra, una serie de serigrafías, fue realizada en 1999. Sólo unos pocos habían tenido la oportunidad de verlo en la retrospectiva del Colegio Reyes Católicos meses antes del lanzamiento, pues durante las palabras de inauguración el maestro le había dado una vuelta a la exposición y, sin pronunciar palabra, se había ido . En el lanzamiento de Villegas, sin embargo, el mal de Alzheimer era evidente. Tanto, que en las fotografías, Gloria Zea aparece sosteniéndolo de un lado y, del otro, Jaime Carrasquilla, su sobrino.

Pocos saben que Negret sigue vivo. El silencio rodea la figura del artista, de quien Marta Traba dijo que "no sólo es el mejor escultor de Colombia, sino de Latinoamérica, y una de las grandes figuras de la escultura mundial", que más que por ser "un pionero de la plástica conceptual", se conoce por sus coloridas esculturas metálicas (La oruga en la Plazoleta de la Procuraduría General de la Nación, y La Mariposa en San Victorino) y cuya obra está dispersa por todo el mundo: desde el MoMA de Nueva York, pasando por Ámsterdam, Seúl, Valencia, y hasta Punta del Este, en Uruguay.

El pasado 28 de mayo, la Galería Mundo inauguró 'Poéticas del Silencio', un homenaje en vida a Édgar Negret. Una muestra comprensiva y exhaustiva -aunque pequeña, si se compara con la magnitud de la obra del payanés-, que deja ver el desarrollo artístico del maestro, sus distintas etapas y el diálogo entre unas y otras: 14 afiches de sus exposiciones en Colombia y fuera del país; 10 esculturas en yeso de su etapa de formación (en la que vale destacar La cabeza de negro, de 1948, que nunca ha sido expuesta); 22 dibujos y bocetos, en su mayoría inéditos; cinco esculturas exteriores, ocho piezas únicas y tres bidimensionales. En pocas palabras: una exposición que muestra aspectos formativos nunca antes vistos de la obra de Negret y los pone en contexto con su última producción.

El escultor español Jorge Oteiza (amigo y maestro de Negret), alguna vez dijo que "la indagación de la naturaleza o la naturaleza del silencio", la pregunta o la contradicción que se resuelve en una forma, era lo que resumía la obra del colombiano. "Una silenciosa, habitable, claridad espiritual", dijo el español en una carta de 1966, una estética en la que las formas mudas lo dicen todo sin figurar. De ahí el título de la exposición: 'Poéticas del silencio', porque aunque para Negret siempre fue muy importante la palabra -se sabe que dedicaba sus noches a leer los románticos, Rilke, Beckett, Mann, y la poesía de Walt Whitman y de Porfirio Barba Jacob-, según Jaime Carrasquilla, su familiar vivo más cercano, la pregunta por los problemas del hombre, la necesidad de trascendencia, una silenciosa búsqueda, subyace toda su obra: desde los yesos de la década del 40 (vale citar La Anunciación), su posterior serie de 'Aparatos Mágicos', que cuestiona la posibilidad del hombre de vivir en un mundo industrializado, hasta su exploración en la cosmogonía de las culturas prehispánicas en las últimas series de 'Fiesta Andina'.

Y si el silencio marca su obra, éste también marca su vida. "Negret siempre fue muy parco, muy austero en su vida", continúa Carrasquilla. Aunque se sabe que en una época en su casa tuvo un sofá de diseño, un Julio Le Parc, y una vasta colección de precolombinos, era desprendido con su propia obra, núnca fue un excéntrico ni llamó la atención exagerada de la prensa. Que se sepa, nunca fumó, nunca tomó y mantenía su vida sexual en estricta reserva: "más que reservado, mantenía una distancia", asegura Carrasquilla. Y aunque sabía el lugar que ocupaba entre los artistas latinoamericanos, simplemente "llevaba la fama". Cuando la prestigiosa casa de subastas Sotheby's en Londres ofreció comprarle cinco obras, él rechazó la oferta con un sencillo "No me interesa", de la misma manera que rechazó una oferta de la Marlborough Gallery de Nueva York y de otras en España.

Quizá por eso -por eso, y porque en 1963 regresó a Colombia (a pesar de que sus amigos le habían advertido que se quedara en Nueva York)- su obra no tiene mayor reconocimiento internacional, el reconocimiento de, por decir algo, Fernando Botero. Pero fue a su regreso cuando Negret se abrió al color, a la voluptuosidad de las formas, a los temas de la naturaleza y a las cosmogonías precolombinas que marcaron su madurez artística. De esta etapa, en la Galería Mundo están exhibidas dos piezas de su serie 'Escaleras', de 1983, la segunda, una portentosa escultura exterior que, ubicada en la parte posterior de la Galería frente a la plazoleta de la Torre B, establece un sutil diálogo con la obra de Salmona; una 'Cascada', la versión pequeña de la escultura del Parque el Virrey; un Eclipse, de 1998; un Maíz y, de la misma serie, La Fiesta Andina, además de tres piezas bidimensionales.

A la entrada de la Galería Mundo se lee, a modo de introducción a 'Poéticas del silencio', un poema de Kostaudinos Kavafis, que es según dicen, uno de los favoritos de Negret: "Cuando partas hacia Ítaca pide / que tu camino sea largo / en aventuras y conocimiento. /... / Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento. / Tu llegada ahí es tu destino. / Mas no apresures nunca el viaje. /... / Sin ella no habrías emprendido el camino". Es la Ítaca de Kavafis, la vida, un viaje hacia el mismo punto de partida. El Popayán de Negret -les gusta pensar a sus amigos y conocidos-, a donde él regresó en 2001, en busca de sus raíces, sabiendo las consecuencias de su enfermedad, y del que no sacó mucho. Sus familiares habían muerto, la Casa Museo Negret, que había inaugurado a mediados de los 80 con una donación de cientos de piezas, estaba en ruinas. "Un viaje -dice el sobrino- muy triste, terrible, que no vale la pena recordar". Poco después, su colección de arte se empezó a repartir y de su vida se sabe cada vez menos. Puede ser que Negret no haya encontrado sus raíces, que "no sea posible volver a Ítaca, pues ya te lo ha dado todo", como dice Carrasquilla. Es posible trazar el viaje, sin embargo, conocer un legado. Eso se entiende después de visitar 'Poéticas del silencio'.