"Si anualmente se graduara un promedio de 80 restauradores, no daríamos abasto, en 50 años, para salvar el patrimonio artístico nacional", afirma la directora del Centro de Restauración de Colcultura, María Cecilia Alvarez. Paisa de pura cepa y convencida de lo que hace, está empeñada en sacar adelante el proyecto de profesionalización de la carrera de restauración, que ya cuenta con un concepto favorable del ICFES. Desde el colegio sintió inclinación por las Bellas Artes. Después de terminar su bachillerato viajó a Florencia, en el año de las inundaciones que dañaron gravemente importantes obras del patrimonio artístico de esa ciudad y que desataron el "boom" de la restauración. María Cecilia decidió tomar cursos, luego viajó a México y, de regreso en Colombia, aprovechando un incipiente interes en la materia, empezó a trabajar con otra restauradora, un químico y un fotógrado. Antes predominaban los artesanos y artistas de buena voluntad que desconocían las técnicas e intervenían irresponsablemente las obras. "Restaurar no es echar colorcito. Es una técnica que requiere años de estudio, no solo sensibilidad artística". Con su trabajo actual, María Cecilia deja de percibir miles de pesos: restaurando particularmente un sólo cuadro podría ganar más de cuatro veces el sueldo mensual que devenga del Estado. Pero su pasión por salvar el patrimonio cultural pudo más que un posible interés económico. Su máxima aspiración: convertir el Centro en piloto para América Latina.