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De luto el mundo del arte por las muertes de Antonio Barrera y Manuel Puig.

27 de agosto de 1990

Un pintor colombiano y un escritor argentino, ambos fuera de sus patrias, murieron la semana pasada cuando sus respectivas carreras estaban en su punto más alto. Antonio Barrera falleció en París, ciudad en la que residió durante los últimos años y en la que maduró su estilo. Manuel Puig, un argentino errante que poco vivió en su país, murió en Cuernavaca, México.
De familia boyacense, Barrera nació en Bogotá en 1948 y desde muy temprana edad cultivó su vocación por la pintura. Estudió con el maestro Manuel Hernández, quien lo inició por los camino del arte abstracto. Más tarde aparecieron las figuras humanas y, finalmente, los paisajes que lo caracterizaron. En 1975 presentó su primera exposición y a partir de entonces se le abrieron las puertas del Museo de Arte Moderno, de Bogotá, y de los salones de la OEA, en Washington.
Participó en la FIAC de París, donde su obra fue elogiada.

Cuando ya era un pintor reconocido en Colombia, cuando sus obras se vendían, no se pudo resistir al llamado de París y en 1979 se instaló en el tradicional barrio de Montparnasse. Comenzaron los cambios. Dejó el acrílico y se paso definitivamente al óleo. Vivió intensamente el ambiente de la ciudad, se deleitó con las continuas retrospectivas de los grandes de todos los tiempos y le impresionó mucho la de Monet. Pero sus preferencias iban por el lado del inglés Turner.

Barrera se dedicó de 11 jeno al paisaje, a las brumas, las neblinas del altiplano. No copió, creó paisajes en los que era inconfundible la atmósfera en la que creció, el frío de la sabana. Tenía muchos planes.
Un libro que estaba trabajando con el galerista Alfred Wild, una exposicion en el Japón. Pero todo eso se quedó en veremos porque la muerte lo sorprendió cuando apenas contaba 42 años . Quedan sus telas .
Manuel Puig vivió y trabajó para la literatura y el cine. Aunque nunca tomó parte en ninguna producción, el cine fue una constante en su literatura y en su vida. Desde los títulos de sus novelas -"El beso de la mujer araña", "La traición de Rita Hayworth" o "Cae la noche tropical", por ejemplo se adivina un marcado interés por el manejo de la imagen cinematográfica, por ese mundo de luces y estrellas que el Hollywood de los años 50 hizo famoso en el mundo entero.

En 1975 el director de cine argentino Héctor Babenco llevó a la pantalla la novela "El beso de la mujer araña", con la que el actor William Hurt ganó el Oscar como mejor actor.

Puig nació en la localidad argentina de General Villegas, pero su antiperonismo lo obligó muy pronto a salir de su país. Vivió en todos lados, en Río de Janeiro, en Roma, en Nueva York, en Barcelona. Siempre escribiendo y siempre nutriendose del cine -contaba con una colección que supera los dos mil videocasetes, como otro grande de las letras muerto hace poco, Guillermo Cabrera Ifante Puig murió a comienzos de la semana pasada tras una operación que le practicaron en Cuernavaca, México. Al referirse a su obra, el New York Times llegó a compararlo con Faulkner por su afán de buscar nuevos caminos para las letras, por trabajar en una nueva forma de literatura popular que es tambien realista y experimental.