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Notas doradas

En 660 millones de pesos se subastó partitura manuscrita de Schumann.

12 de marzo de 1990

Por la astronómica e inimaginable cifra de 880 mil libras esterlinas, unos 660 millones de pesos colombianos, se remató hace pocas semanas en la prestigiosa casa de subastas Sotheby's, de Londres, la partitura manuscrita del concierto para piano del compositor Robert Schumann. Es la suma más alta pagada en toda la historia por un documento de esta naturaleza.
Después de una larga, pujante y animadísima batalla, la partitura quedó en manos de Albi Rosenthal, un melómano y librero de Oxford quien tuvo como fuertes contendores a dos archimillonarios amantes de la obra de Schumann, quienes como si se tratara de monedas de a penique, hacían subir la cotización segundo a segundo en miles de libras esterlinas.
Rosenthal, comerciante con amplia visión, una vez tuvo el tesoro entre sus manos,anunció que el interés suyo no estaba en guardar el documento en un anaquel de su librería, para su deleite personal. Hará una edición facsimilar que seguramente se venderá a precio de joya para coleccionistas, pero como es consciente de que estudiantes, investigadores y músicos no podrán ni de lejos adquirir siquiera una página de la mencionada edición ya donó el original a una biblioteca de Alemania Federal para consulta de quienes lo deseen. Este gesto es un buen precedente que podría llevar a futuros compradores de partituras originales a hacer lo mismo, ya que estos documentos de valor artístico incalculable son fuente de consulta obligada para cualquier intérprete.
No cabe la menor de las dudas que el hábil pero también generoso librero se hizo a un tesoro del cual obtendrá millonarios dividendos, y además la compra del manuscrito a precio tan exorbitante le aseguró ya figurar en letras de molde en el exclusivo libro de récords Guiness.
Anteriores transacciones por documentos similares subastados en la misma casa londinense, ni de lejos llegaron a los precios registrados en la última sesión. La celebérrima "Oda a la alegría", que incluyera Beethoven en su nueva sinfonía, con anotaciones, manchones y correciones del autor se remató en 1988 por apenas 88 mil libras esterlinas, y nunca se supo en manos de quién quedó. El privilegiado poseedor del manuscrito no se presentó a la subasta, sino que envió a un calanchín para que adquiriera la partitura.
La partitura original completa de la "Consagración de la primavera", de Igor Stravinski, se vendió por 330 mil libras esterlinas, y por una Cantata de Bach el precio más alto registrado el año pasado fue de 429 mil libras. Ni en sueños imaginó Schumann que, casi siglo y medio después de haber escrito su concierto, el manuscrito alcanzaría un precio récord de venta en el mundo. De haber recibido en su día siquiera la milésima parte, habría tenido el dinero suficiente para vivir sin estrechez alguna; Bach habría podido multiplicar el número de hijos dejándoles una suculenta herencia, y Beethoven habría podido invertir más en su ingrato sobrino.
Ironías del destino. Bien se sabe que la mayoría de los grandes compositores que han hecho la historia de la música vivieron penosas situaciones económicas, sin nombrar a aquellos que murieron en la física miseria. Por ello quizás el divertido Rossini, quien, como tantos compositores, no vivió propiamente entre los millones, en una oportunidad, cuando estaba reunido con un grupo de amigos y estos le notificaron que habían reunido el dinero para levantarle una estatua que sería colocada en Pesaro -patria chica del compositor-, preguntó cuánto costaría el chiste. A la respuesta de 20 mil liras se aprestó a sugerir que le dieran más bien el dinero contante y sonante, y él, en cambio para satisfacerlos, se subiría al pedestal en carne y hueso. Muchos más le servían las liras que el monumento de piedra que pensaban construírle.