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16 de junio de 1997

Johannes Ockeghem
Au Travail Suis-de plus en plus
The Tallis Scholars,
Peter Phillips
Gimell. Polygram
Esta grabación pone de relieve el arte de una de las grandes figuras del renacimiento, Johannes Ockeghem, de quien el mundo conmemoró el quinto centenario de su muerte el pasado 6 de febrero. Ockeghem está considerado como una de las glorias musicales de la polifonía del siglo XV a pesar de que la mayor parte de su obra sencillamente desapareció. El disco contiene dos misas, la primera, De plus en plus, deriva su nombre de los chanson homónima de Gilles de Bins; con la segunda, Au travail suis, ocurre lo propio con la obra de Barbingant. Como es apenas de esperarse, el trabajo de The Tallis Scholars es sencillamente impecable por el equilibrio del trabajo musical, por la fina impostación de las voces y por el permanente equilibrio del juego dinámico. Ahora bien, lo que sí resulta excepcional es el trabajo de los ingenieros de sonido de Gimell para captar la atmósfera sonora de la iglesia de Saint Peter and Saint Paul en Norfolk, Inglaterra. Es sin duda el complemento perfectamente indispensable para que esta grabación en manera alguna pase inadvertida.

Anton Bruckner
Sinfonía Nº 1 en do menor
Filarmónica de Viena
Claudio Abbado, director Deutsche Gramophon
Polygram
Bruckner no corre con demasiada suerte en materia de popularidad, entre otras cosas porque históricamente está enclavado entre Brahms y Mahler y se piensa que su obra es excesivamente densa y compleja. Aquí Claudio Abbado dirige la Filarmónica de Viena en la primera de las sinfonías bruckerianas en do menor. Una grabación gloriosa, tomada 'del vivo' en la gran sala de la Musiverein de Viena. A lo largo de 48 minutos de grabación (el único pero del disco) el titular de la filarmónica berlinesa entrega al público el fruto de sus relaciones de juventud con las sinfonías de Mahler y Brahms, que le permite no hacer de Bruckner un remedo de ninguno de sus dos acompañantes en la historia. Hay dos momentos para destacar en su versión, el primero sin duda es la poesía y ternura de su dirección del Adagio, que contrasta con la ferocidad que confiere al finale que cierra la obra. La orquesta presenta sus 'aterciopetadas' cuerdas de siempre y un grupo de metales sin duda avasallador. Abbado parece decir al aficionado: si le teme a Bruckner tómese el trabajo de escuchar esta sinfonía; cambiará su manera de pensar.