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22 de diciembre de 1997

The Dark is my delight Canciones del siglo XVI Brian Asawa, contratenor David Tayler, laúd BMG Classics Ya la carátula del disco parece no dejar que este CD quede encasillado en medio de las grabaciones convencionales de la denominada música antigua. Porque el joven contratenor (cantante masculino que canta con impostación femenina) norteamericano Brian Asawa tiene un punto de partida bien interesante en su interpretación: es fácil olvidar que el repertorio isabelino viene de una cultura diferente. Claro, eso podría quedar en la retórica, pero no es así. A lo largo de 23 canciones, siete del repertorio popular de la época, cinco de Thomas Campion y 11 de John Dowland, Asawa pone al servicio interpretativo algo inusual en su tipo vocal: su experiencia en el escenario operístico, lo que se traduce en una manera de frasear que se aleja de la asepsia típica de la interpretación de la música antigua en el mundo, y además, una agilidad deslumbrante. Obviamente hay puntos excepcionales, como Come again, sweet love de Dowland (track 1), el Turn back, you wanton flyer (track 16) de Campion y la pieza anónima que le da título a la grabación, The dark is my delight (track 19). No está por demás observar la seguridad de Asawa para remontarse a la región aguda de su amplia tesitura, y un registro bajo que no llega a atenorarse. Magníficos los oficiones de David Tayler en el laúd. Buen disco para el aficionado que todavía se resiste a aceptar la desaparición del viejo Alfred Deller, porque tiene cierta renovación en lo expresivo y no agrede en lo absoluto la pureza del estilo. The Tchaikovsky experience Galante, Shagush, Fedin, Leiferkus Royal Opera House Orchestra. Järvi Conifer Rec. BMG La llegada de los grandes cantantes de la ex URSS se ha traducido en una increíble popularización de la ópera rusa en Occidente. Este disco, que contiene una selección de fragmentos de óperas de Tchaikovsky, es testimonio de este fenómeno. Primero, porque tiene los oficios de la orquesta del Covent Garden de Londres que, bajo dirección del estoniano Neeme Järvi, logra el sonido característico, con fraseo desbordado, cierto metal en el sonido y mucho acento en los vientos. Pero sobre todo por los cuatro solistas, las sopranos Inessa Galante y Marina Shagush, el tenor Alexander Fedin y el archiconocido barítono Sergei Leiferkus. Un buen pretexto para empezar a familiarizarse con la obra lírica de Tchaikovsky, y de paso con esta faceta ABC de la ópera rusa.